Capítulo 9: La Ciudad de las Sombras

Kael caminaba al frente, con paso firme. Algo dentro de él había cambiado.

Cada latido de su corazón resonaba con el eco del Caos, y su cuerpo, antes humano, ahora se sentía como un conducto de energía oscura. Era más fuerte. Más rápido. Más poderoso.

Pero también… más vacío.

Lyra y Anya lo siguieron en silencio, intercambiando miradas cargadas de incertidumbre. No sabían si Kael aún era el mismo.

—Éste es el núcleo del Caos —dijo Corvus, con una voz reverente—. La fuente de la guerra. El corazón de todo.

Kael se detuvo. Lo sentí antes de verlo.

El corazón del caos

Un gran templo en ruinas se alzaba en el centro de la ciudad. Columnas fracturadas se inclinaban como si trataran de sostener los restos de un techo derrumbado, y en el centro, sobre un altar de obsidiana, yacía el cristal .

No era un simple objeto.

Era una presencia viva.

Palpitaba con una luz oscura, latiendo en sincronía con el propio Kael. Podía sentirlo dentro de sí, llamándolo.

Se acercó sin darse cuenta, con la respiración entrecortada.

—Kael… —La voz de Lyra era apenas un susurro, temblorosa.

Pero él apenas la escuchó.

El cristal le hablaba sin palabras.

Toca la fuente. Acéptanos por completo. Sé nuestro.

Y Kael quería hacerlo. Quiso rendirse.

Decisiones Irrevocables

— ¡Kael, distensión!

Lyra lo sujetó del brazo, con fuerza.

—Esto no eres tú —susurró.

Kael la miró.

No la acepten.

Ella vio el vacío en sus ojos… y sintió miedo.

Anya se interpuso entre él y el altar.

—Si tomas ese poder, Kael, ya no habrá vuelta atrás —dijo con firmeza—. No serás Kael.

Kael apretó los puños. Algo dentro de él se retorció.

No quería detenerse. Pero tampoco sabía quién era.

El cristal pulsó de nuevo.

—El Caos es parte del mundo —murmuró Kael—. No puede ser destruido.

—No queremos destruirlo —dijo Lyra—. Queremos controlarlo. Equilibrarlo.

Kael titubeó.

Algo dentro de él luchaba contra la atracción del cristal. Algo pequeño. Algo frágil.

Algo que quedaba de quien había sido.

Corvus dio un paso adelante.

—Solo hay dos caminos —dijo con voz serena—. O tomas el poder y te conviertes en el Heraldo del Caos…

Miró a Lyra y Anya.

— O destruyes el cristal… y acabas con la guerra.

Kael respiró hondo.

La elección lo partiría en dos.

Y tenía que decidir ahora.