M 6 aravillosamente fantástico.
Me quedé allí con la boca un poco abierta, seguramente sin verme muy atractiva, pero realmente no me importaba cómo me veía en este momento. Este jinni casi se había aprovechado de mí. Se había disfrazado con la cara y el cuerpo de Jax para engañarme. La ira se filtró de cada poro de mi cuerpo, descomponiéndose en un sudor amargo y frio. No sabía si debía cortarle la cabeza al genio o su ingle. Sabía que había algo extraño, lo había sentido.
Los Jinnis era una rara raza de demonios medios a los que les gustaba engañar a los humanos para que les dieran deseos, solo para chupar sus almas.
Eran famosos por sus formas de embaucar. Así era como sobrevivían.
Los jinnis se alimentaban de almas humanas, era su fuerza vital. Sin embargo, los genios no otorgaban deseos como los genios tradicionales. En cambio, usando su magia demoníaca, los genios causaban alucinaciones tan poderosas, que la víctima inmovilizada pensaba que en realidad estaba viviendo esa realidad que los genios implantaban, lo que explicaría por qué no podía recordar a la prometida de Jax y por qué había dejado que mis emociones me controlaran, en lugar de darme cuenta de que me habían engañado.
Envenenaban la mente de sus víctimas con un simple toque, dejándolas en un estado de coma mientras se alimentaban de sus almas. Sabía que eran capaces de leer la mente de una persona y conocer sus deseos más profundos, y así era como este jinni sabía lo de Jax.
Su uso del glamur era similar al de las hadas, aunque los jinnis eran demonios de pleno derecho, mientras que las hadas eran mestizas, lo que significaba que los jinnis eran más poderosos y difíciles de matar.
Pero nací para matar demonios, y esta sería la última vez que este idiota usaría la cara de Jax.
Con mi espada del alma lista, me disparé hacia adelante… Página 43 —¡Rowyn! ¡Espera! ¡No lo hagas!
Me paralicé ante el sonido de miedo absoluto en la voz de Tyrius, y mi espada apenas y raspó la piel del cuello del jinni. Una mirada de sorpresa absoluta brilló en su rostro cuando se dio cuenta de mi velocidad. Bien hecho, debería estar asustado.
Sujetando mi espada con fuerza, miré hacia abajo para encontrar su expresión irritada.
—¿Por qué? —Le mostré al jinni mis dientes, disfrutando de la molestia que cruzaba sus rasgos falsos y viéndolo retorcerse—. ¿Por qué no debería cortar a este jinni? ¿Sabes lo que casi me hace hacer?
Apreté mi espada contra su piel hasta que una gota de sangre rodó por su cuello, hacia abajo y alrededor de su clavícula. Bastardo. Este demonio casi lograba que me acostara con él.
—Todavía estoy retorciéndome frente a la imagen mental. —Tyrius apareció a los pies del genio.
—¡Asqueroso jinni! —Grité. La cara del jinni estaba apretada y se veía enojado, pero eso no era nada comparado con mi indignación.
—Escúchame, Rowyn, —suplicó el baal—. Si lo lastimas, si hieres a este jinni… lastimarás a Jax.
Manteniendo mi espada presionada contra el cuello del jinni, miré al gato.
Las heridas alrededor de su cara ya habían comenzado a sanar.
—¿Qué? —Le pregunté, sintiéndome un poco aliviada de que Tyrius iba a estar bien.
—Verás, —dijo Tyrius moviéndose entre las piernas del jinni—. Este es Jax, en cierto sentido.
Inhalé con fuerza.
—No tengo tiempo para tus juegos de palabras, Tyrius. Di lo que quieres decir, o voy a cortarle la cabeza. —Mi ira se apretó alrededor de mi garganta, hasta que sentí que gritaría.
—Yo escucharía a Tyrius, —dijo el jinni, con su voz irritantemente tranquila—. Antes de hacer algo de lo que te arrepentirás para siempre… —¡Cállate! —grité, mientras empujaba mi espada con más fuerza y el jinni silbó. Podía oler el sudor emanando de él ahora. Estaba nervioso, y debería estarlo—. Vas a pagar por lo que has hecho, voy a cortar esa cabeza enferma y retorcida. Es tu día de suerte, jinni, porque hace tiempo que no mato nada, y me muero por hacerlo. Felicitaciones, porque ese algo, eres tú.
—Lo odiaba. Lo odiaba por tomar el cuerpo de Jax de esa forma.
—Rowyn, detente. —Tyrius saltó a la cama—. ¡Rowyn!
Página 44 Mi ira ardió, pero la frené y retrocedí ligeramente, manteniendo mi espada en el cuello del jinni.
—Esa sangre que estás derramando, —dijo Tyrius—. Esa es la sangre de Jax.
Respirando a través de mi nariz, fruncí el ceño y me encontré con los ojos del gato.
—¿La sangre de Jax? ¿Cómo?
—Maldita sea, Rowyn, —dijo Tyrius, con voz aguda—. Jeeves está usando el cuerpo de Jax. Lo está poseyendo. —Tyrius esperó un momento como para darme tiempo para dejar que esta nueva información llegara a mi cerebro—. Si lo lastimas, o incluso lo matas, también matarás a Jax.
¿Capiche?
Mi mirada encontró la cara de la jinni, la cara de Jax, mirándome fijamente. Los ojos verdes de Jax… Mierda. Se me cayó la espada de la mano y sentí la bilis en la parte posterior de mi garganta.
—Esto no puede estar sucediendo.
Jeeves-Jax sonrió.
—Oh, pero está sucediendo, amor, —dijo abriendo los brazos—. Este es el cuerpo de tu amado Jax, así que, si me lastimas, lo lastimas a él también. Y no quieres lastimar a Jax. ¿O si, amor?
Mi rostro ardió mientras enroscaba mis dedos en un puño, y le di un puñetazo tan fuerte como pude en el estómago. Jeeves tosió una vez y cayó de rodillas.
—¿Por qué hiciste eso?, —tosió. Cuando me miró, vi lágrimas rodando de sus ojos.
Salté hacia atrás, y sacudiendo mi puño y frotándome los nudillos, dije:
—Por llamarme amor. —Me incliné sobre él sonriendo—. Te lo merecías.
Jax no morirá si le doy un pequeño puñetazo en el intestino. —La culpa me tiró de las entrañas, pero no pude evitarlo. Los jinnis me resultaban repulsivos.
Me volví hacia Tyrius.
—¿Cómo recuperamos a Jax?
Los ojos azules de Tyrius reflejaron la luz a medida que se ensanchaban.
Parecía preocupado.
—No estoy seguro de que podamos. —Miró a Jeeves mientras se enderezaba, con una mano en el estómago—. Esto no es una posesión normal, por así decirlo. Es más complicado.
Página 45 —Pero dijiste que este es el cuerpo de Jax, —le dije, agitando mi espada del alma hacia el jinni—. Todavía está ahí en alguna parte, ¿verdad?
—Sí.
Fruncí el ceño al ver la sonrisa en el rostro de Jeeves… en la de Jax. Dios, esto era confuso.
—Entonces vamos a exorcizarlo. Aquí, ahora mismo.
No me gustaba la sonrisa de satisfacción en la cara de Jeeves. Se veía mal, como si estuviera sonriendo a través de una máscara.
—No es tan simple, —argumentó el gato, aunque apenas lo estaba escuchando mientras mi mente giraba con la idea de recuperar a Jax. El verdadero Jax.
—Sí, lo es. —Tenía el grimorio conmigo. Había visto algunos capítulos dedicados al exorcismo de los demonios. Las brujas oscuras, junto con los sacerdotes, también podían exorcizar demonios, y yo iba a hacerlo esta noche.
Con el miedo royendo en mi estómago, giré y le di otro golpe fuerte en el intestino. Justo cuando se dobló, me acerqué y jalé una silla de madera de mi mesa de comedor. Ignorando las protestas de Tyrius, pateé las piernas del jinni desde debajo y lo empujé fuertemente para que se sentara.
Mientras el jinni tosía y maldecía, corrí a los armarios inferiores de mi cocina, donde guardaba mi alijo de armas, y saqué un par de esposas de hierro, similar a las que había usado con Ugul. Luego tiré de las manos del jinni detrás de la silla y se las puse en las muñecas.
—¿Terminaste? —Oí decir a Tyrius mientras me enderezaba y caminaba para enfrentarme al jinni.
—Ni lejanamente.
Jeeves me miró. La rabia que vi en sus ojos coincidía con la mía y devolví su loca expresión con una mayor sensación de resentimiento.
—Pensé que eras más inteligente que esto, Rowyn, —dijo Jeeves mientras se movía incómodamente en la silla.
—Pues ya ves, no lo soy, —respondí con una sonrisa amarga.
Los ojos de Jeeves se nublaron por un instante, su único signo de inquietud.
—Adelante, golpéame, sácalo todo, pero la verdad es que acabarás matando a tu precioso Jax. Y la verdad, me gusta este cuerpo tan guapo. Lo pagué, y lo justo es justo. Siempre he querido ver cómo se sentía ser tan… deliciosamente guapo, para ver lo fácil que todas las hembras me siguen con sus ojos. Te sorprendería la manera en la que se lanzan a mí. —Me lanzó un Página 46 guiñó y se rio al ver la vergüenza en mi cara—. Ah, sí, siento que voy a disfrutar de este cuerpo inmensamente.
Sus palabras me golpearon con fuerza y elevé mi voz.
—¿Compraste el cuerpo de Jax? ¿En el Inframundo? —Apenas podía respirar, y el miedo me ahogó al imaginarme a Jax en ese lugar, respirando su aire venenoso mientras lo mataba lentamente. Degamon había dicho que tenía un comprador y en ese momento no creí que fuera verdad. Los jinni habían comprado a Jax, y en el proceso habían devuelto a Jax al mundo mortal.
Habían hecho el trabajo por mí.
Gracias, Jeeves.
Jeeves levantó las cejas, con la mirada dirigida a Tyrius y luego volvió a mí.
—De hecho lo hice, amor, —dijo sin ningún temor, solo confianza en su rostro—. Este glorioso traje de carne era mi boleto de salida de ese infierno.
—Apretó la mandíbula—. Nunca volveré allí, —añadió beligerantemente—, así que puedes golpearme y patearme todo lo que quieras, pero tu Jax se ha ido para siempre.
Levanté la mano y le abofeteé la cara tan fuerte como pude.
—¡Rowyn! —Exclamó Tyrius.
Me enderecé y me aparté.
—Ooops. Se me resbaló la mano. Una disculpa.
Resignada, retrocedí. Cuando Jeeves me miró, pude ver una mancha roja furiosa en su mejilla. Me abrumaron las emociones encontradas de satisfacción por herir al jinni y una culpa punzante por haber lastimando a Jax al mismo tiempo. Esto era muy confuso.
—No tenía muchas opciones, —le dije bruscamente—. Me obligó a hacerlo. —Sentí su cola contra mi pierna mientras Tyrius me miraba con una expresión de preocupación.
—Rowyn, —dijo con calma—. Entiendo que estás loca, de veras, pero tienes que calmar tu trasero y escuchar por un momento.
Me concentré en la voz del gato.
—¿No quieres a Jax de vuelta?
—Por supuesto que sí, —respondí, dándole una mirada oscura al jinni—.
Un exorcismo normal es bastante malo, y la mayoría de las veces no funciona.
El demonio es expulsado, pero el mortal muere. Lo he visto pasar innumerables veces. Pero esto… este ni siquiera es su caso normal de posesión entre un mortal y un demonio.
No me gustó el sonido de eso.
Página 47 —¿Qué quieres decir?
Tyrius tensó los bordes de sus ojos.
—Jeeves acaba de decir que compró a Jax cuando estaba en el Inframundo. Los mortales no pertenecen a ese infierno, y eventualmente Jax habría muerto con todo y su alma, pero Jeeves vio esto como una oportunidad. Un escape, su boleto de salida. Podría haber torturado a Jax como los otros demonios lo harían, pero Jeeves es un jinni. Su experiencia y conocimiento se desperdician en el Inframundo. Necesita víctimas mortales.
Pero Jeeves no podía salir del Inframundo por su cuenta. Fue despojado de parte de su magia después de que fue capturado robando a un demonio mayor, y como penitencia por sus crímenes, hicieron que su cuerpo de demonio fuera demasiado débil para hacer el viaje de regreso al mundo mortal. La única forma en que Jeeves podía escapar de su interminable tormento del Inframundo era lograr un paseo con Jax, como un parásito en un anfitrión.
Este resultó ser un sueño hecho realidad para Jeeves, un boleto de ida y regreso al mundo mortal, y la única manera de que esto funcionara era si hacía un trato con Jax.
—¿Es eso cierto? —Le pregunté al jinni, sintiendo que me daba vueltas el estómago—. ¿Hiciste algún tipo de trato con Jax? —Me pareció extraño que Jax llegara a un acuerdo con el jinni después de lo que le pasó la última vez que hizo un trato con un demonio, pero nunca había estado en el Inframundo.
Por lo que Tyrius me había dicho, si incluso los demonios querían salir, tenía que ser el peor lugar imaginable. No es de extrañar que Jax hubiera optado por un trato con un jinni.
Jeeves no dijo nada mientras se inclinaba hacia atrás en su silla luciendo engreído, así que Tyrius continuó.
—Le dijiste que podías sacarlo, pero que necesitabas su ayuda.
—Así es, —respondió Jeeves. La voz era tan parecida a la propia voz de Jax que me ocasionó un escalofrío.
Los ojos de Tyrius brillaban con ira.
—Jax, desesperado por salir de ese infierno y volver a su mundo natal, estuvo de acuerdo.
Jeeves sonrió.
—Lo hizo.
—Pero dejaste fuera la parte más importante de tu trato, —dijo el gato y yo empecé a entender a dónde iba con su interrogatorio—. Jax no sabía todos los detalles, la letra pequeña del trato. No le dijiste que cuando accediera a que lo poseyeras para que lo llevaras, sería un prisionero en su propio cuerpo.
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