Inframundo. Los mortales no pertenecen a ese infierno, y eventualmente Jax habría muerto con todo y su alma, pero Jeeves vio esto como una oportunidad. Un escape, su boleto de salida. Podría haber torturado a Jax como los otros demonios lo harían, pero Jeeves es un jinni. Su experiencia y conocimiento se desperdician en el Inframundo. Necesita víctimas mortales.
Pero Jeeves no podía salir del Inframundo por su cuenta. Fue despojado de parte de su magia después de que fue capturado robando a un demonio mayor, y como penitencia por sus crímenes, hicieron que su cuerpo de demonio fuera demasiado débil para hacer el viaje de regreso al mundo mortal. La única forma en que Jeeves podía escapar de su interminable tormento del Inframundo era lograr un paseo con Jax, como un parásito en un anfitrión.
Este resultó ser un sueño hecho realidad para Jeeves, un boleto de ida y regreso al mundo mortal, y la única manera de que esto funcionara era si hacía un trato con Jax.
—¿Es eso cierto? —Le pregunté al jinni, sintiendo que me daba vueltas el estómago—. ¿Hiciste algún tipo de trato con Jax? —Me pareció extraño que Jax llegara a un acuerdo con el jinni después de lo que le pasó la última vez que hizo un trato con un demonio, pero nunca había estado en el Inframundo.
Por lo que Tyrius me había dicho, si incluso los demonios querían salir, tenía que ser el peor lugar imaginable. No es de extrañar que Jax hubiera optado por un trato con un jinni.
Jeeves no dijo nada mientras se inclinaba hacia atrás en su silla luciendo engreído, así que Tyrius continuó.
—Le dijiste que podías sacarlo, pero que necesitabas su ayuda.
—Así es, —respondió Jeeves. La voz era tan parecida a la propia voz de Jax que me ocasionó un escalofrío.
Los ojos de Tyrius brillaban con ira.
—Jax, desesperado por salir de ese infierno y volver a su mundo natal, estuvo de acuerdo.
Jeeves sonrió.
—Lo hizo.
—Pero dejaste fuera la parte más importante de tu trato, —dijo el gato y yo empecé a entender a dónde iba con su interrogatorio—. Jax no sabía todos los detalles, la letra pequeña del trato. No le dijiste que cuando accediera a que lo poseyeras para que lo llevaras, sería un prisionero en su propio cuerpo.
Página 48 —La mirada de Tyrius era feroz—. Que una vez que ambos cruzaran, la vida de Jax se habría acabado.
Con las manos enroscadas en puños, miré a Jeeves. Mi corazón se saltó un latido y pude sentir como me invadía aún más la rabia.
—¡Bastardo! ¡Lo engañaste!
Jeeves se encogió de hombros, la mancha de mi cachetada todavía estaba visible en su cara.
—Por favor, ¿qué esperas? Soy un jinni. Engañar a los mortales es lo que hago mejor, —dijo, añadiendo una sonrisa que me recordaba a las de Jax.
Me acerqué a su cara hasta que mi nariz estuvo a un centímetro de la suya, hasta que pude sentir su aliento en mi cara.
—Y matar demonios es lo que yo hago mejor.
Jeeves nunca dejó de sonreír mientras decía:
—Pero no puedes matar a este, amor. Si intentas matarme, entonces, también matarás a tu precioso Jax, y no es eso lo que deseas, ¿o sí, amor?
Sentí encenderse mis mejillas mientras intentaba pensar en una respuesta punzante, pero no encontré ninguna.
Alejándome del jinni, miré al gato.
—Lo quiero fuera del cuerpo de Jax, Tyrius. En este mismo instante, — resoplé—. Tiene que haber una manera.
Los bigotes de Tyrius se estremecieron.
—No estoy seguro de que haya una manera. No sin matar a Jax en el proceso.
Esto se estaba poniendo realmente mal.
—Sé que hay registros de exorcismos exitosos, —argumenté amargamente, tragándome la sensación de desesperación que estaba golpeando lentamente mi mente como una migraña—. Nunca he hecho uno yo misma, pero he oído al Padre Thomas hablar de ellos a lo largo de los años. Sé que se ha hecho antes. No sabía cómo hacerlo, pero podía averiguarlo.
Tyrius negó con la cabeza de forma sombría.
—Este es un tipo diferente de posesión de demonios. No solo se hizo esta posesión en el Inframundo, lo que hace que sea cien veces más difícil de manejar, sino que Jax accedió a ella. Consintió que Jeeves lo poseyera y ofreció su cuerpo y su mente voluntariamente a los jinni. El contrato es como un vínculo permanente entre Jeeves y Jax. El riesgo es demasiado grande.
Tratar de expulsar al demonio muy probablemente mataría a Jax.
La preocupación cubrió mi ira. No podía creer lo que estaba oyendo.
Página 49 —Así que, ¿simplemente dejaremos que Jax se pudra en algún lugar obscuro? ¿En su propio maldito cuerpo? No, no puedo aceptarlo. No voy a dejar que eso suceda.
Pude ver una profunda tristeza en los ojos de Tyrius cuando dijo:
—Hasta que podamos encontrar una manera de eliminar a Jeeves de forma segura, no hay realmente nada que podamos hacer al respecto.
Mi desesperación empeoró. Mi instinto se retorció y me sumió en el pánico hasta que sentí que el mundo se desmoronaba a mis pies, y yo estaba cayendo por el agujero. Me negué a creer que no podía quitarle el jinni a Jax.
Si había una manera de entrar, había una salida.
Una vez que pudiera pasar un poco de tiempo a solas, estudiaría el grimorio. Encontraría lo que necesitaba allí, o en el peor de los casos, juro que encontraría a Evanora Crow y la haría hacerlo.
Me reconfortaba el hecho de que Jax estaba vivo por ahora. Esperaba que estuviera en estado comatoso para que no recordara nada de esto… Qué aterrador pensar que había una posibilidad de que estuviera viendo y escuchando todo, pero paralizado y sin poder hacer algo al respecto.
Lo siento mucho, Jax.
—Ya que todos estamos de acuerdo, —dijo el jinni, devolviendo mi atención hacia él—. ¿Qué tal si te portas linda, Rowyn, y me quitas estas esposas para que me pueda ir? Vamos, amor. Saqué a tu preciado Jax del Inframundo antes de que los demonios jugaran a rebanar su bonito cuerpo.
Créeme, habría muerto sufriendo la muerte más horrible que puedas imaginar si no fuera por mí. —Una sonrisa débil arrugaba sus labios—. Eso tiene que valer algo para ti, ¿no es así?
—¿Dejar que te vayas? —Me reí, resistiendo el impulso de golpearlo de nuevo—. Estás bromeando. ¿Verdad? —Me reí más fuerte—. Vas a sentarte aquí en esta silla hasta que encuentre una manera de recuperar a Jax. Así es, puedes mirarme todo lo que quieras, Jinni, pero no voy a dejarte ir para que puedas estropear el cuerpo de Jax o algo peor, —agregué, poniéndome frente a su cara otra vez—, hacer que lo maten. Este no es tu cuerpo, y no voy a dejar que le hagas ningún rasguño nuevo. ¿Lo entiendes?
—No puedes hablar en serio. —Silbó el jinni, luciendo alarmado por primera vez—. No puedes mantenerme aquí, así.
—Por supuesto que puedo.
Me enderecé, disfrutando de la rabia que bailaba a través de esos ojos verdes profundos. Escuché el tono de mensajes en mi teléfono y fui por mi Página 50 chaqueta para sacarlo. Resbalé el dedo por la pantalla arqueando las cejas mientras leía.
—¿Qué es? —Preguntó Tyrius, leyendo la preocupación en mi cara—.
¿Algo anda mal? ¿Es la abuela?
—Danto me acaba de enviar un mensaje de texto, —le contesté, moviendo la cabeza.
—¿Danto? —Preguntó Jeeves—. Ese nombre me suena familiar. ¿Es él el vampiro jefe…?
—¡Cállate! —dijimos Tyrius y yo en conjunto.
Levanté mi mirada y encontré la de Tyrius.
—Algo está pasando en Hurstdale. Parece que Isobel decidió probar su nuevo juguete. —Mi pulso se aceleró. Hurstdale era un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Thornville, mi ciudad natal. Esto estaba mal.
—Excelente, justo lo que el mundo necesita, —se quejó Tyrius—. Más hadas.
Mi presión arterial subió mientras escribía estoy en camino y metí mi teléfono dentro de mi chaqueta. Sabía que Isobel iba a empezar a preparar su nuevo ejército de hadas, pero no esperaba que fuera tan pronto. La imagen de la muerte de Ugul envió una bola de fuego a lo más profundo de mi intestino, quemándome desde adentro.
Iba a matar al Hada de los Dientes.
Me apresuré a mi habitación y me puse ropa fresca y seca. Después de usar el baño, me tragué dos burritos de vegetales y me preparé. Cogí mi espada de muerte del suelo y me acomodé unos puñales y cuchillos de caza alrededor de mi cinturón. Sofoqué un bostezo, y fue cuando me di cuenta de lo cansada que estaba.
—Vamos, Tyrius, —le dije, sabiendo que el gato haría una escena si lo dejaba atrás—. Llamaré un taxi o un Uber. Será más rápido.
Tyrius caminó hacia mí.
—¿Qué hay de Casanova?
—Me ocuparé de él más tarde, —le dije al sacar mi teléfono de nuevo. No quería mirar a Jeeves porque sabía que la cara que me miraría era la de Jax, y no quería golpearlo otra vez. Quería golpear a Jeeves—. En este momento tenemos problemas más grandes.
—No puedes matar a una reina de las hadas con esas dagas brillantes que tienes ahí, —dijo Jee