CAPÍTULO 4

vampiro jefe…?

—¡Cállate! —dijimos Tyrius y yo en conjunto.

Levanté mi mirada y encontré la de Tyrius.

—Algo está pasando en Hurstdale. Parece que Isobel decidió probar su nuevo juguete. —Mi pulso se aceleró. Hurstdale era un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Thornville, mi ciudad natal. Esto estaba mal.

—Excelente, justo lo que el mundo necesita, —se quejó Tyrius—. Más hadas.

Mi presión arterial subió mientras escribía estoy en camino y metí mi teléfono dentro de mi chaqueta. Sabía que Isobel iba a empezar a preparar su nuevo ejército de hadas, pero no esperaba que fuera tan pronto. La imagen de la muerte de Ugul envió una bola de fuego a lo más profundo de mi intestino, quemándome desde adentro.

Iba a matar al Hada de los Dientes.

Me apresuré a mi habitación y me puse ropa fresca y seca. Después de usar el baño, me tragué dos burritos de vegetales y me preparé. Cogí mi espada de muerte del suelo y me acomodé unos puñales y cuchillos de caza alrededor de mi cinturón. Sofoqué un bostezo, y fue cuando me di cuenta de lo cansada que estaba.

—Vamos, Tyrius, —le dije, sabiendo que el gato haría una escena si lo dejaba atrás—. Llamaré un taxi o un Uber. Será más rápido.

Tyrius caminó hacia mí.

—¿Qué hay de Casanova?

—Me ocuparé de él más tarde, —le dije al sacar mi teléfono de nuevo. No quería mirar a Jeeves porque sabía que la cara que me miraría era la de Jax, y no quería golpearlo otra vez. Quería golpear a Jeeves—. En este momento tenemos problemas más grandes.

—No puedes matar a una reina de las hadas con esas dagas brillantes que tienes ahí, —dijo Jeeves. Cuando me encontré con su mirada, su expresión parecía vigilante.

Página 51 —Entonces lo haré con una sin brillo, —respondí con rabia y me puse la chaqueta. Oí a Tyrius reír y envolví una bufanda de lana negra alrededor de mi cuello.

Los ojos de Jeeves se volvieron pensativos.

—Las reinas de las hadas, claras u oscuras, tienen magia poderosa. Y si lo que estás diciendo es verdad, y ella tiene la Gracia Blanca, me necesitas.

—Todo lo que necesito de ti es el cuerpo de Jax, —le dije—. Vamos, Tyrius, —dije, mientras me dirigía a la puerta principal—. Estamos perdiendo el tiempo.

—Solo se puede luchar contra la magia, con magia, —dijo Jeeves—. Por muy cliché que suene, en realidad es verdad. La reina de las hadas tiene una montaña de magia debajo de ella… y tú, Cazadora, por lo que puedo ver, no tienes mucha. Aunque el que hayas podido ver a través de mi espejismo fue impresionante, no cuenta. Ella te matará. —Su mirada sostuvo la mía—. Pero puedo ayudarte.

Mis instintos por lo general eran correctos, y esta vez sentí que le creía al jinni, pero no me haría daño preguntarle a mi compañero detector de mentiras, así que le di una mirada a Tyrius.

—Sorprendentemente, —dijo el gato, con las orejas levantadas en la parte superior de su cabeza—, el Jinni en la botella nos está diciendo la verdad. Al menos, parte de ella.

Miré con perspicacia al jinni.

—¿Y por qué debemos confiar en ti?

—Porque soy la única oportunidad que tienes, —dijo Jeeves, relajado y deslizándose hacia atrás, incluso todavía esposado.

—Entonces, ¿cómo la matamos? —Crucé la habitación y miré la cara sonriente del jinni. La ira me atravesó, pero aun así me tragué mis emociones y pregunté—: Déjame adivinar. Solo te ofreces a ayudar si te quito las esposas, ¿cierto? Pues eso no va a suceder.

—Me quitas las esposas, —dijo Jeeves, como si ya hubiera aceptado—, y te ayudaré.

—No.

Jeeves se veía engreído, demasiado engreído.

—Estás cometiendo un error. Tú lo sabes y yo sé.

—No lo estoy. No voy a quitarte esas esposas, —gruñí—, así que puedes olvidarlo.

Jeeves me miró por un momento arqueando las cejas. Se veía confiado, y no me gustaba.

Página 52 —Bien, pero después de que te ayude a matar a la reina de las hadas ¿me las quitarás?

Miré a Tyrius.

—Rizos de oro tiene razón. No creo que tengamos elección, Rowyn. Odio a la reina hada de los dientes y sé que está llena de esa magia salvaje de las hadas, y es probable que ahora sea más poderosa con su nuevo juguete.

Mi mirada se volvió al jinni y mi corazón se apretó. Este era Jax. Bueno, al menos estaba vivo y aquí.

Me acerqué hasta que mis piernas le golpearon las rodillas.

—Si nos traicionas, —le dije mientras sacaba mi espada de alma y la colocaba ante sus ojos—. Si esto es un truco y nos traicionas, te mataré.

Encontraré la forma de matarte a ti y no a Jax. ¿Me entiendes?

Jeeves enderezó sus hombros y me dio una sonrisa radiante.

—Yo no esperaría nada menos de una cazadora.