El vertedero

El Cementerio de Chatarra Electrónica no era un simple vertedero; era un monumento a la decadencia de la tecnología y al olvido de la humanidad. Un campo interminable de metal corroído, circuitos quemados y pantallas rotas que reflejaban la luz mortecina de los anuncios holográficos en el cielo.

Aquí terminaban los desechos de la élite, las reliquias de un progreso que ya no les servía. Para los Marginados, sin embargo, era un paraíso de oportunidades ocultas.

Kael avanzaba entre las ruinas tecnológicas, sus botas hundiéndose en el barro aceitoso que cubría el suelo. El aire olía a metal oxidado y a cables chamuscados, y el sonido de chispazos y engranajes rotos llenaba el ambiente. A su alrededor, otros Marginados buscaban piezas útiles entre las montañas de desperdicios, con la esperanza de encontrar algo vendible, algo que les diera un día más de comida, un día más de vida.

Él no buscaba algo en particular. El repuesto que necesitaba para su PC, solo era un pretexto para ir. Le gustaba estar ahí, recorrer y husmear entre esos escombros que muchos de ellos recordaban un tiempo anterior, le otorgaba un respiro de su realidad, un momento de distracción en un mundo donde cada día era una lucha por la supervivencia. Se movía como un fantasma entre los escombros, sin dirección, sin propósito. Hasta que lo vio.

Entre un mar de placas base destrozadas y carcasas de robots desmantelados, un objeto diferente captó su atención.

Era un pequeño dispositivo negro, liso y sin marcas. Pero lo que realmente lo hacía destacar era la tenue luz que latía en su superficie, como un corazón que aún se aferraba a la vida. Kael frunció el ceño y se agachó lentamente, extendiendo la mano con cautela. No había visto nunca algo así.

Cuando sus dedos tocaron la superficie del dispositivo, un escalofrío recorrió su cuerpo. Un impulso eléctrico subió por su brazo, directo a su nuca, y en un instante, su visión se oscureció. Luego, un sonido metálico resonó en su cabeza, como el eco de una máquina antigua que volvía a la vida.

Una ventana holográfica apareció frente a sus ojos.

ITEM RARO DESCONOCIDO

¿Deseas activarlo?

Kael sintió su corazón acelerarse. Los Ítems Raros eran leyenda. Se decía que solo los Héroes los encontraban en misiones épicas, en mazmorras ocultas o como recompensa por actos de gloria. No tenían lugar en las manos de un Marginado escarbando en un basurero.

Y sin embargo, ahí estaba.

Dudó.

Activarlo podría ser peligroso. Podría ser una trampa. Pero algo en ese objeto lo llamaba, como si hubiera estado esperando por él todo este tiempo. Como si estuviera destinado a él.

Tomó aire y, con un gesto tembloroso, seleccionó "Sí".

El mundo se detuvo.

El bullicio del vertedero se apagó. Las voces de los otros Marginados se desvanecieron en un vacío insondable. El aire, que antes olía a metal quemado, ahora era denso y gélido. Cada partícula de su ser sintió el cambio.

Entonces, una voz resonó en su mente.

Era profunda, grave, pero no humana. No era una voz de El Sistema.

—Bienvenido, Kael.

Kael se tensó. ¿Cómo sabía su nombre?

—Has sido elegido para asumir un segundo rol en El Sistema. Un rol que pocos conocen… y muchos temen.

Un segundo rol. Eso no era posible. Nadie podía tener más de un rol en el juego. Las reglas eran absolutas.

—El rol de Anti-Héroe.

La palabra retumbó en su cabeza como un trueno en la tormenta.

Kael no entendía del todo lo que eso significaba, pero su instinto le gritaba que era importante. Era como si, por primera vez en su vida, alguien le hubiera ofrecido una oportunidad real. No para ser un Héroe, no para seguir el camino trazado por El Sistema.

Sino para ser algo más. Algo diferente.

Algo peligroso.

—¿Aceptas?

La pregunta quedó suspendida en el aire gélido de aquella dimensión desconocida.

Kael tragó saliva. Algo dentro de él le decía que esta decisión lo cambiaría para siempre. Pero no podía retroceder. Nunca había tenido una opción en su vida… hasta ahora.

"Sí."

Las sombras a su alrededor se desvanecieron de golpe.

El mundo volvió a la normalidad. El frío desapareció. El ruido del vertedero regresó de golpe, como si nunca se hubiera ido.

Pero algo en él había cambiado.

Su vista enfocó de nuevo las montañas de desechos y los Marginados rebuscando entre ellas. Nada parecía diferente.

Excepto que ahora, en la esquina de su visión, una segunda ventana flotaba en un tono oscuro, oculta a los demás.

ROL SECUNDARIO: ANTI-HÉROE

Objetivo: Sembrar el caos.

Recompensas: Poder ilimitado.

Riesgos: La pérdida de tu humanidad.

Kael sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Algo había despertado en él. Algo oscuro. Algo prohibido.

Kael aún estaba procesando lo que acababa de ocurrir cuando un sonido familiar interrumpió sus pensamientos.

Un grito. Ahogado, desesperado.

Se giró instintivamente. A unos metros de él, tres figuras corpulentas rodeaban a un anciano encorvado y a un niño que no debía tener más de diez años. Ambos vestían harapos remendados, sus rostros delataban la miseria de quienes llevaban demasiado tiempo luchando contra un mundo que no les daba tregua.

Los conocía.

El anciano se llamaba Eldon, un viejo recolector que venía al Cementerio de Chatarra con su nieto, Tariq, en busca de piezas útiles para vender. Nunca molestaban a nadie. Eldon era amable, siempre compartía lo poco que tenía con otros Marginados. Y Tariq… bueno, era solo un niño que aún no entendía cuán cruel podía ser este mundo.

Y frente a ellos estaban los matones.

Tres tipos enormes, vestidos con chaquetas de cuero y ojos llenos de malicia. Kael los había visto antes. No eran parte de ninguna banda grande, pero se creían dueños del vertedero, robándole a los más débiles cada vez que venían a "recolectar impuestos".

—Te vi guardando algo, viejo —gruñó el más alto, un tipo con una cicatriz en la mejilla. Bork. Siempre el líder de estos encuentros.

Eldon negó con la cabeza, su voz temblorosa.

—No… no tengo nada, lo juro. Solo algunas placas de circuito inservibles.

Bork le arrebató la bolsa de lona que llevaba al hombro y la vació en el suelo. Trozos de metal oxidado y cables rotos cayeron con un sonido hueco.

—¿Crees que me importa esta basura? —Bork le propinó un golpe en el estómago, haciendo que Eldon se doblara de dolor.

—¡Abuelo! —Tariq corrió a ayudarlo, pero uno de los otros dos matones lo sujetó del cuello de la camisa y lo alzó del suelo.

—Mira este insecto. Tal vez podamos venderlo a los Engranajes.

Kael sintió que algo dentro de él se agitaba.

Había visto cosas así antes. El fuerte aplastando al débil. Había aprendido, como todos los Marginados, que intervenir solo traía problemas. Que meterse donde no debía era la manera más rápida de acabar muerto.

Pero algo era diferente esta vez.

La ventana oscura en su visión brilló sutilmente.

Misión Secundaria: El Camino del Anti-Héroe

Opción 1: Intervenir y castigar a los matones.

Recompensa: Habilidad de intimidación +5, Infamia +10.

Opción 2: Ignorar el conflicto y marcharte.

Recompensa: Nada.

Kael sintió su corazón latir con fuerza.

Esta era su primera prueba.

Antes, no habría hecho nada. Habría bajado la mirada y seguido adelante. Pero ahora… ahora tenía poder.

Ahora tenía una elección.

Los matones aún no lo habían visto. Podía atacar. Podía romperles los huesos y ver qué tan lejos podía llegar su nuevo rol.

O podía marcharse. Dejar que la vida siguiera su curso, como siempre había hecho.

Kael apretó los puños.

El destino lo estaba llamando. Exhaló con fuerza. No podía ignorarlo.

Tal vez aún no entendía del todo lo que significaba ser un Anti-Héroe, pero sabía lo que era ver a un niño y a un anciano siendo golpeados mientras todos miraban hacia otro lado. Él había sido ese niño alguna vez. Y nadie lo ayudó.

Esta vez, él iba a hacer algo.

Se acercó con paso firme, pero sin mostrar hostilidad. Su estrategia no era pelear de inmediato. Aún no confiaba en que pudiera ganar.

—Déjenlos en paz —su voz sonó más fuerte de lo que esperaba, resonando entre los montones de chatarra.

Los tres matones se giraron al unísono.

Bork frunció el ceño y luego sonrió.

—Bueno, bueno… mira quién es. El programador sin dinero.

Los otros dos rieron con sorna.

—¿Tienes algo que decirnos, basura? —dijo el que aún sostenía a Tariq. Un tipo con una cicatriz en la frente, al que llamaban Drek.

Kael tragó saliva, pero mantuvo su expresión neutra.

—Solo digo que no tiene sentido. Ese viejo no tiene nada valioso, y el niño menos.

Bork fingió pensar por un momento. —Hmm… buen punto. Pero ya que estamos aquí, podríamos divertirnos un poco.

"Mierda."

Kael vio venir el golpe, pero no fue lo suficientemente rápido para esquivarlo.

Bork lo golpeó en el pecho con un puño como un ladrillo, haciéndolo tambalearse hacia atrás. El dolor fue real. Y un mensaje parpadeó frente a él:

Daño recibido: -15 HP

No era un simple juego.

Antes de que pudiera reaccionar, Drek lo agarró del brazo y le dio un rodillazo en las costillas.

Kael escupió saliva y cayó de rodillas.

Los matones rieron.

—Miren al héroe… ¿Eso era todo lo que tenías?

Kael se estremeció.

No, no era todo.

En lo profundo de su ser, algo despertó.

Un calor oscuro recorrió su espalda y sus sentidos se afilaron. Las voces de los matones se ralentizaron, como si el tiempo se hubiera vuelto denso a su alrededor.

Su ventana del Sistema parpadeó.

Habilidad Desbloqueada: Golpe Sombra

Efecto: Impacto certero con una fuerza aumentada en un 150%.

Costo: 5 de Energía.

Kael sintió la opción dentro de él.

No lo pensó.

Se impulsó desde el suelo y golpeó a Drek en la mandíbula con toda su fuerza.

El matón voló hacia atrás como si lo hubiera atropellado un tren, chocando contra una pila de escombros. Su cabeza golpeó con un sonido hueco y quedó inconsciente.

Bork y el otro matón se quedaron paralizados.

Kael miró su puño. Aún lo sentía ardiendo.

—Hijo de perra… —gruñó Bork, sacando un cuchillo.

Kael no le dio tiempo.

Saltó hacia él con una velocidad que no sabía que tenía, esquivando el tajo y lanzando un codazo a su cuello. Bork se ahogó y cayó de rodillas.

El último matón se dio la vuelta y huyó.

Kael respiraba agitadamente.

El anciano Eldon lo miraba con una mezcla de miedo y alivio. Tariq, aún temblando, lo veía con admiración.

Bork se revolvió en el suelo, escupiendo sangre.

—T-te vas a arrepentir…

Kael se acercó lentamente y lo pateó en el estómago.

—Tú te arrepientes ahora.

El matón quedó inconsciente.

Kael se quedó inmóvil un segundo, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo.

Y entonces, un nuevo mensaje apareció.

Felicitaciones. Primera batalla ganada.

Recompensas:

Experiencia +250

Infamia +5

Nueva Habilidad: Presencia Intimidante (+10% de éxito al intimidar enemigos más débiles).

Kael exhaló con fuerza.

Eldon lo miró con seriedad, pero luego asintió.

—Nos has salvado… gracias.

Kael desvió la mirada.

No sabía si había hecho esto por ellos… o por él mismo.

Pero sabía algo con certeza.

Acababa de cruzar una línea.

Y no había vuelta atrás.