El Despertar del Destructor

El silencio que precedió a la tormenta fue sofocante. El aire se tornó denso, cargado de una energía ancestral que oprimía la realidad misma. En el cielo, el Emperador flotaba como una deidad vengativa, su manto de llamas negras ardiendo con una intensidad que distorsionaba el espacio a su alrededor. Su sola presencia convertía la noche en un caos de destellos dorados y sombras fluctuantes.

Kai Solis lo observó sin una pizca de temor. Su mirada era la de un guerrero que había trascendido la duda, alguien que ya no caminaba entre los mortales. La luz dorada y azulada que emanaba de su cuerpo chisporroteaba con una vibración diferente, un eco de algo más grande, más terrible.

"Así que tú eres el máximo soberano del Imperio..." murmuró Kai con voz firme. "Me decepciona ver que incluso los dioses caen en la soberbia."

El Emperador entrecerró los ojos, analizando al joven ante él. A su alrededor, la realidad se agrietaba con cada movimiento de sus manos, como si el mismísimo tejido del mundo no pudiera contener su poder.

"Has causado demasiada destrucción, Kai Solis. Pero tu arrogancia termina aquí."

"No, Emperador. Mi historia apenas comienza. Y la tuya..." Kai alzó su espada con calma, la hoja brillando como el sol naciente. "Termina esta noche."

El cielo explotó en un choque de titanes. La velocidad con la que ambos se lanzaron al combate era insondable. El estruendo de sus golpes resonaba como truenos que desgarraban el firmamento. Cada tajo de la espada de Kai despedazaba el espacio, mientras que cada embate del Emperador sacudía la tierra con la fuerza de una calamidad.

El Emperador conjuró una tormenta de fuego negro, llamas malditas que devoraban la existencia misma. "Desaparece."

Pero Kai simplemente extendió la mano y la tormenta se partía en dos, como si su voluntad reescribiera las reglas del universo. Su poder había superado los límites de lo comprensible.

"Soy Kai Solis." Su voz resonó como un trueno, cada palabra marcada por una convicción que hacía temblar el espacio. "Soy la sombra que desgarra imperios. El juicio de aquellos que han olvidado el miedo. Y tú..."

En un parpadeo, estaba frente al Emperador. Su espada, un destello de pura destrucción, se hundió en su pecho. Un grito de agonía rasgó el cielo.

"Eres historia."

El mundo entero se sacudió cuando la figura del Emperador se desplomó. Y en ese instante, la era del terror llegó a su fin.

Kai Solis se alzaba sobre la cima del mundo.

Y su guerra... apenas comenzaba.