Capítulo 20: Carta de Invitación

Para ser sincero, nunca estuve conforme del todo cuando empecé mi vida en la mansión Kisaragi hace unos días atrás, pero eso de estar inconforme ya es costumbre para mi.

Aún así, estoy consciente de cuanto le debo a Rikka y a los demás miembros de su familia por acogerme a mi y mi hermana, y no solo eso, darnos entrenamiento, educación y en mi caso, un trabajo.

Haría cualquier cosa que cosa que me pidan y soportaría cualquier tipo de trato que me dieran solo por demostrar mi inmensa gratitud.

“¡¡¡¡Pero esto de bañarse al rededor de hombres desnudos posando y hablando de sus vidas como si nada pasase es demasiado repugnante en mi parecer!!!!”

Los últimos días que he pasado trabajando en la mansión Kisaragi han consistido en una rutina no muy desafiante, pero por “ciertos factores” se me ha hecho muy agotador.

Cuando los primeros rayos del sol dan en mi ventana camino al baño común de trabajadores con mi uniforme en la mano, me lavo los dientes, la cara y después tomo un baño de agua caliente.

Trato de salir lo mas rápido del baño para no encontrarme con Uemi y los demás ya que como sabrán, las conversaciones en grupo me resultan un tanto incomodas por el tipo de situación que se produce en el baño.

Pero de alguna u otra manera, esos bastardos se las arreglan para interceptarme en el momento que estoy apunto de salir del baño.

Para cuando termine de hacer mis cosas en el baño, mi salud mental esta totalmente deteriorada y mi vista ha sido dañada por el desagradable panorama visto con anterioridad.

Pero aunque nunca lo haya ni medio pensado en un principio, las conversaciones que da Uemi con Fujimoto y los demás, son en realidad muy útiles e instructivas.

No solo posan y hacen cosas exageradas, también tienen estas “charlas entre caballeros” donde comparten información verdaderamente útil. Noticias sobre las cosas que llegaran a la mansión las próximas semanas, como recursos y biveres, etc.

También comparten información sobre lo que pasa entre el personal de la mansión, chismes sobre supuestos amoríos entre el personal, discusiones y desacuerdos que han tenido entre ellos y como arreglar estos y además, mucha información sobre como entrenar para mantenerte fuerte y sano.

Solo había una máxima en este tipo de reuniones: Nunca hablar sobre los amos de esta mansión. Fuere lo que fuere, no podíamos ni siquiera decir siquiera que alguien de los Kisaragis había parpadeado.

Por esto, a pesar de tener confianza de sobra con muchos de los miembros del grupo, no pude hablar con ninguno de ellos acerca de mis inseguridades sobre las cosas que Rikka había hecho.

El misterio seguía en pie y yo estaba tan alejado de comprenderlo que mis esperanzas decayeron poco a poco.

Hablando del demonio, uno de las otras cosas que me resultaban completamente agotadoras era intentar comprender a Rikka del todo.

Sus acciones cada vez eran mas aleatorias.

En un momento, las cosas seguían como siempre, teníamos conversaciones largas y el flujo de la conversación era constante y agradable. Pero me despistaba 2 minutos y Rikka estaba enojada.

También había momentos en los que estaba realmente pegajosa, otros donde siquiera me hacia caso.

“¡¿Pero que está pasando?!”

No entiendo nada ¿Por qué ella se comporta así? Sea lo que asea, nadie tampoco parece querer decirme nada al respecto, y parece que me estoy rompiendo la cabeza por todo y a veces por nada, parece un gran tormento que se repite, una y otra vez.

Entonces, sumándole estas cosas a mis deberes como mayordomo, toda la faena en si resultaba, ahora si, comprensiblemente agotadora.

Los únicos momentos en que podía relajarme era cuando ayudaba al señor Kawashima a regar las plantas. También, era la única persona con la que podía hablar de cualquier cosa.

-Entonces...-dijo el señor Kawashima con una larga pausa de por medio-

Yo lo mire con cierta curiosidad.

-“Entonces” ¿Que?

-Nada, estoy intentando saber como te va el trabajo de mayordomo, últimamente pareces muy estresado, jovencito.

Lancé un largo suspiro de por medio e incline mi la regadera hacia las camelias para empezar a regarlas, luego, de terminar la tarea, le volví a dirigir la mirada al señor Kawashima.

-No es nada, solo es... Rikka.

-¿Está rara de nuevo la señorita Rikka?

-En cortas palabras... Si, pero creo que es algo mas que eso. Esta... diferente.

-¿Diferente? ¿En que sentido?

-Ya sabes, ya te he contado. Se enoja, después está feliz, después se enoja, luego está antipática y a veces no me hace caso a lo que le digo...

Baje mi mirada al piso para poder evitar mirarle a los ojos al señor Kawashima en ese momento.

-Me pregunto si habre hecho algo mal...

El señor Kawashima arqueó una ceja y luego me dedico una larga y analítica mirada.

-No creo que deberías preocuparte, joven Takanashi, son las cosas de la vida, seguramente la señorita Rikka, tiene “eso”.

-¿Eso?

El señor Kawashima se agarro el mentón y permaneció en silencio por un momento antes de poder hablarme de nuevo.

-Lo siento, no te podré dar mas detalles sobre ese tema, hacerlo creo que solo le faltaría el respeto a la señorita Rikka. Si ella misma no te ha contado al respecto, yo tampoco debería hacerlo.

“Aqui vamos de nuevo”

Siempre es lo mismo, hasta el señor Kawashima me ha cortado el tema de sopetón, lo peor de todo, es que el parecía tener una respuesta al respecto.

Otra vez, tendré que encontrar las respuestas por mi mismo.

-Por cierto ¿Ya has visto a mi hija Tsubaki?

Le dedique otra mirada confusa al señor Kawashima, pero esta vez si hable al momento.

-Me ha contado que tenía una hija, pero ¿Trabaja aquí?

-Si, desde que tiene 16 años.

Eso es extraño, alguien trabajando desde tan joven. Aunque bueno ¿Quien soy yo para juzgar? Si literalmente estoy haciendo lo mismo.

-¿Y como es ella?

-Ella es... A ver... ¿Como decirlo?

El señor Kawashima arrastro algunas letras por unos momentos intentando encontrar la palabra o la descripción exacta.

“Es extraño que el padre no pueda encontrar palabras para describir a su propia hija.”

-Bueno, si, es rara. Ya la veras por ahí, llama la atención incluso entre las criadas de la mansión.

“Bien, ahora estoy intrigado.”

-¿Y como es? Me refiero, al aspecto y eso...

-Bueno, por lo que mas resalta ella es por su pelo, negro azabache, y muy puntiagudo, extremadamente puntiagudo.

-Está bien, lo tendré en mente.

Rápidamente, mire hacia mi muñeca izquierda, una pulsera de lo que parecía, goma negra se aferraba, agite un poco mi brazo y una pantalla holografía salio de ella, en medio de esta, uno números, marcando la hora.

Ya era tarde, miré al señor Kawashima mientras recogía la regadera que había dejado en el piso.

-¿Que pasa? ¿Te tienes que ir?

-Si, es hora de llevarle la merienda a Rikka ya que ella está estudiando.

-Está bien, gracias por despejar un poco de tu agenda para ayudar a este viejo.

-No se preocupe, señor Kawashima, de todas formas cuidar las flores es el descanso que necesito para retomar las fuerzas e ir de nuevo a mi faena.

Le dirigí una sonrisa suave y luego le dí la espalda para dirigirme nuevamente hacia el interior de la mansión.

-Jovencito...

Me voltee por un momento para poder mirar al señor Kawashima.

-Buena suerte con la señorita Rikka.

El hombre de mediana edad me estaba dedicando una sonrisa pícara mientras me levantaba el dedo pulgar, aunque no comprendí aquel gesto, procedí a imitarlo y ahora si, camine hacia dentro de la mansión.

Y por varias semanas, seguí con la misma rutina. Por la mañana me bañaba y me presentaba ante Rikka, por la tarde ayudaba al señor Kawashima a cuidar de las plantas cercanas a la mansión, todo el tiempo restante se lo dedicaba a Rikka hasta que era de noche.

Había días que Rikka no necesitaba mis servicios, por lo que aprovechaba para limpiar la mansión. En general siempre trataba de mantenerme con algo entre manos, cosas que fueran de utilidad.

En mi paso por la mansión conocí a mas de la mitad del personal de la mansión, pero nunca pude ver a la hija de Kawashima.

Cosa que me intrigaba mucho. Como la describió el señor Kawashima parece ser alguien que llama mucho la atención a primera vista, pero he estado todos estos días recorriendo sin parar la mansión y siquiera he visto a alguna sirvienta con esas características.

Aunque esa no era la duda principal que me atiborraba la mente, era algo que en si, me mantenía interesado. Ya de por si, el señor Kawashima era alguien excepcional, por eso dentro de mi cabeza siempre rebotaba la misma pregunta.

“¿Como sería su hija?”

¿Seria alguien tan excepcional como él?

En si, en mi cabeza no había espacio para estar tan ensimismado en eso, con lo de Rikka, ya me bastaba.

Entonces, seguí nuevamente con la rutina de siempre. Hasta que un día...

*Ding Dong*

Eran las 5:48 de la mañana, cuando el timbre de la mansión sonó y reboto por todos los pasillos de la mansión llegando a mis oídos.

Ya para ese entonces ya estaba despierto, pero igualmente era raro, todavía estaban saliendo los primeros vestigios del sol por el este.

La luz madrugadora era tan leve como la de un fósforo en la oscuridad, y contando que la mansión Kisaragi estaba a las afueras de Tokyo 3, esta visita era algo muy peculiar.

Alguien había tenido que salir a las 3 de la mañana para poder llegar aqui en carro.

*DIIIIIIIIINNNNNGGG DOOOOONNNNG*

Otro timbrazo rebotó en mis oídos, mas prolongado y ruidoso que el anterior.

Mis oídos chillaron y pitaron ante la gran onda sonora.

“¿Pero que mierda? ¿Quien sera a estas horas?”

Fuere quien fuere, estaba exprimiendo al maximo el timbre de la mansión.

*DIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNNNNNGGGG DOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOONNNNNGGGGGGG*

El timbre sonó, mas ruidoso que nunca, esta vez, tuve tiempo de taparme los oídos, de lo contrario me había quedado sordo, pero no quitaba que de igual, el ruido se escuchase potente.

“¡Maldita sea!”

Rápidamente, me puse la parte de abajo de el uniforme de mayordomo, sin preocuparme por la camisa o el chaleco formal y salí lo mas ágil y celeré de mi habitación.

Una vez en el pasillo, corrí con paso enfurecido en dirección hacia las escaleras, en mitad del camino, otra persona mas salió de su habitación con la misma cólera o mas de la que yo tenía, esa era Rikka.

Rikka siquiera se había tomado el tiempo de ponerse algo decente, seguía en ropa interior a medias. Llevaba puesto su característico top negro y el pantalón de sus pijamas. Su pelo estaba tan desliñado que la hacia ver mas salvaje que nunca.

“No se quien sea la visita, pero me apiado de ella, acaba de despertar a la bestia.”

Rikka dirigió su mirada hacia mi.

-Vamos Riochiro. Acabemos con el bastardo...

El tono de Rikka era ronco y seco, parecía levemente frustrado y su voz me recordaba por alguna razón a el agua cuando hervía.

“Pobre vendedor de seguros.”

Una vez llegamos a la puerta, la abrí rápidamente con el ceño salvajemente fruncido, mientras que Rikka se quedó detrás de mi cargando electricidad para darle un gran choque eléctrico a quien estuviera detrás de la puerta.

Pero mi ira cesó cuando escuche a las puertas principales de la mansión azotar la pared y fijarme en una chica joven delante mi con una carta entre sus manos.

La chica era tenía el pelo blanco, del mismo color que el mio, usaba unas pequeñas gafas rectangulares que apenas cubrían sus grandes ojos de un negro tan profundo y penetrante. La muchacha era pequeña y de complexión delgada, pero a pesar de todo, de alguna manera, algo en todo su ser lograba imponerse.

Detení a Rikka en el siguiente estante. Ella cesó de cargar el ataque eléctrico y se asomo desde mi espalda, para al final, ver a la misma persona que estaba viendo yo.

La chica albina se quedó callada por un momento, exaltada por nuestro agresivo recibimiento. Abrió y cerro la boca unos instantes y luego me empezó a mirar de arriba y abajo.

-Muchacho joven, cuerpo entrenado, pelo blanco y ojos rojos.-Exclamó para luego continuar- Vaya entonces tu debes ser Takanashi Riochiro.

Levantó la carta que tenía en sus manos y me dedicó una cálida sonrisa.

-Mi nombre es Yui Kitsu, es un placer conocerte al fin, soy una buena amiga de tu hermana.

“¡¿Amiga de quien?!”

Antes de poder siquiera dirigirle una palabra, mis ojos se dilataron de la sorpresa y por reflejo mire hacia la carta que me estaba entre sus manos en su sobre decía:

“Para: Takanashi Riochiro. Carta de ingreso a la escuelo secundaria Hinen para cursar 3er año.”