Capitulo 22: Traumas

Al sentir las miradas que caían sobre él, Edward tuvo varios síntomas: mareos, náuseas, dolores de cabeza, paranoia, miedo y ansiedad.

No miró directamente a los ojos que lo observaban. En lugar de eso, se agarró la cabeza con ambas manos y se arrinconó en una de las paredes. Mientras lo hacía, murmuraba algo.

"Perdón, perdón, perdón, perdón..." Repitió esa palabra una y otra vez con una expresión de arrepentimiento y angustia en su rostro.

Caín lo observó por un momento y luego, realizó otro gesto con su mano.

Los ojos se escondieron tras una cortina invisible en el aire, mezclados con la existencia.

El hombre hizo el gesto de agarrar un objeto del aire y sacó un pequeño bote con un líquido azul translúcido.

"Ten, bebe esto." Le dijo Caín a Edward, quien no paraba de mecerse una y otra vez en el rincón.

El hombre suspiró silenciosamente y se puso de cuclillas frente al joven, le dio una bofetada y lo sacó del trance por un momento.

Caín le agarró los hombros con ambas manos y le dijo con una expresión severa.

"Escúchame, Edward."

El joven lo miró fijamente con los ojos sumamente abiertos, ya sea por la sorpresa o por el miedo que aún persistía en él.

"Si no me haces caso, tu mamá morirá, sin que puedas intentar hacer algo para evitarlo. ¿Y sabes por qué?"

Edward lo miró con miedo y preguntó tartamudeando.

"¿P-por qué?"

Caín se acercó a tan solo unos centímetros de su cara, con la misma expresión severa que denotaba un poco de insanidad.

"Porque su preciado hijito no puede recobrar la compostura ya que un par de ojitos lo miraban. ¿Acaso tu madre te hizo así de cobarde? ¿No se supone que has vivido una vida dura? Entonces, deja de lloriquear como un bebé asustado y hazme caso de una vez por todas."

Caín agarró la mano del joven y la extendió, dándole el bote que contenía el líquido.

"Tómalo. Ahora."

Edward agarró el bote con las manos temblorosas. Lo abrió y bebió el líquido de un sorbo.

"Muy bien, así se hace." Dijo Caín, volviendo a su estado normal.

El joven ya había salido de su estado mental, aunque todavía persistía un recuerdo clavado en lo más profundo de su mente.

"¿Qué fue eso?" Preguntó Edward, con un evidente tono de miedo que aún estaba marcado en su voz.

"Esos fueron los dignos de la gracia. Básicamente, son divinidades iguales a la que conozco."

"Ellos nos estaban vigilando debido a que ha estallado una guerra santa y pues, estaban buscando información que pudieran recopilar. Y realmente no se revelaron, yo te los mostré."

"¿Por qué mierda haría eso?" Preguntó Edward, totalmente disgustado y desconcertado.

"Pues, me lo preguntaste. Además, pretendía que vieras el como son ellos en realidad. No quiero que los veas como entidades santas o benévolas. Ellos solamente ven por su propia raza, si necesitan hacer este tipo de cosas para salvar su pellejo, lo harán. Recuerda muy bien lo que acabas de experimentar."

"Créame, lo recordaré aunque no quiera. Pero hay una cosa que no entiendo, ¿por qué actuó de esa forma conmigo? ¿No era más fácil simplemente obligarme a tomar el líquido?" Edward recordó el brusco cambio de actitud.

"Porque mi cuerpo y mi mente reaccionan así aunque no lo quiera, pero tengo que admitir que en parte lo quise ya que me desesperaba verte de esa forma. Una vez, viví una vida en la que hacía este tipo de trabajos; sacar de su estado mental inestable a las personas, ya fuera por las buenas o por las malas. Eventualmente, eso también me paso factura a mí."

"Además, debido a algunos efectos, absorbo remanentes o poderes que se originan de ellos, que también están corruptos. Por lo tanto, me afecta de manera negativa, haciendo que tenga este tipo de cambios en mi comportamiento, es bastante errático."

"¿Entonces no será peligroso para mí si llego a estar cerca suyo cuando eso pase?" Preguntó el joven preocupado.

"No debería serlo, pese a que me llegue a comportarme de esa forma, mantengo el control de mí mismo para evitar hacer algo de lo que me arrepienta. Vivir tanto tiempo te da autocontrol y paciencia, dentro de los límites."

"Entiendo... bueno, creo que es hora de seguir avanzando para llegar a la casa de mi mamá." Dijo Edward parándose del rincón.

"Si, esa es una buena idea."

Caín se adelantó y salió del edificio destruido. Cuando estaba en la calle, se quedó observando fijamente algo que estaba tirado.

"¿Qué pasa?" Edward por fin se había preparado y salió al exterior, acercándose al hombre.

Mientras se acercaba, vio lo que estaba en el pavimento chamuscado.

Era los cadáveres carbonizados de un joven adolescente y una niña pequeña, entrelazados en un abrazo.

Ambos se quedaron viendo la escena fijamente sin decir nada.