Capitulo 24: Realista

Después de ver las memorias que el hombre le había mostrado, Edward dio un largo suspiró, reteniendo algunas lágrimas.

Dichos recuerdos le recordaron a su madre, por quien daría todo.

Por quien pasaría noches enteras en vela en el trabajo, negándose a darse un pequeño descanso o gusto porque eso desequilibraría el presupuesto que había hecho para mantenerla.

Por quien acabaría con la vida de una persona si eso fuera necesario para salvarla.

Por quien sacrificaría su existencia si eso la mantuviera a su lado un segundo más.

El como el joven adolescente se mostró impotente al ver que no podía salvar a su hermana, también proyectaba su propia sombra.

A pesar de los esfuerzos incansables de Edward, nunca pudo salvar realmente a su madre.

Dio todo de sí. Quebró su cuerpo, su mente, su alma, sin falta; toda su vida. Sin embargo, su madre seguía recostada sobre esa cama fría. Sin poder escuchar la voz que calmaba su ser, sin poder comer la sopa que tanto le gustaba, sin poder decirle adiós por lo menos una vez.

Estaba parado impotente frente a su inutilidad, sonriendo falsamente mientras por dentro lloraba como un niño pequeño, al igual que ese joven.

Pese a estar justo enfrente del adolescente, su mirada estaba perdida, entre sus propios pensamientos.

Caín lo notó. En un intento de calmar a Edward y de pedir perdón, le dijo:

"Oye, perdóname. Sé que dije que sería hipócrita olvidar a las personas de las que te compadeces, pero, realmente nunca consideré como te sentirías tú o cualquier persona frente a algo así. Solo supuse que todos son como yo, pensé que todos son insensibles y que simplemente lo guardarían en el fondo de su mente."

Algo pareció hacer clic en el joven y salió de su trance, volteando a ver al hombre.

"No, usted realmente tenía razón. Siempre he estado huyendo de la verdad, de mis fracasos por salvar a las personas que me importan. Los he olvidado por temor a que recordarlos me haga acordar lo que realmente soy: una mierda." El joven le respondió al hombre con una expresión melancólica.

"No soy inocente. He robado, asesinado, estafado. Me escudo tras la excusa de proteger a quien quiero, sin embargo, no importa lo que diga, sobre mis manos hay sangre de otras personas. Jajaja, y aún así le temo a la muerte. Realmente soy una basura."

Caín lo miró seriamente y le dijo:

"Edward, no retrocedas, no te arrepientas ahora."

"¿Qué?" El joven se sorprendió ya que nunca esperó tal respuesta, pensó que lo intentaría animar, diciéndole que no era su culpa... o algo similar. Así era como la mayoría de las personas reaccionarían.

"¿Esperabas que dijera que no fue tu culpa? No, yo nunca diría eso, ya que está claro que lo fue. Sin embargo, ya lo hiciste, no puedes cambiar esas cosas solamente porque te arrepientes, no puedes revivir a las personas que mataste simplemente diciéndoles lo siento."

"Nadie en este mundo es inocente. ¿No dijiste que las empresas se aprovechan de las personas y sus debilidades? ¿Acaso esas personas se quedan de brazos cruzando esperando su muerte? No, estoy seguro que una realidad así de dañada, ellos también matan y cometen crímenes por su supervivencia, ya que al fin y al cabo es eso, sobrevivir. ¿Por qué tu supervivencia sería diferente? ¿Solo por qué ignoras que lo haces?"

"..." Edward estaba sorprendido por la conclusión a la que había llegado al hombre. Sin embargo, también estaba confundido ya que ese discurso contrastaba con el intento de ánimo que dio al principio.

"Tienes que ser realista, Edward. En este mundo, las decisiones que tomas no se borran simplemente porque tú te arrepientas y te aflijas con tu remordimiento. Lo único que queda después de eso es avanzar, ya que de lo contrario, sería escupirle en la cara a todas esas personas que pisoteaste para llegar a ese punto."

"No digo que esté bien cometer esos actos siempre. Sin embargo, tampoco está bien que le mientas al mundo con tu falso arrepentimiento."

Justo cuando Edward estaba a punto de responder, se empezaron a escuchar chillidos de cerdos junto con sonidos de teléfonos sonando.

Oleadas de cerdos parados en dos patas se vislumbraron, corriendo por las calles.

Caín le dijo en un tono apresurado al joven:

"¡Agárrate de mi camisa, rápido!"

Edward no sabía que estaba pasando, pero no hizo caso omiso y se agarró del hombre.

Caín recitó el fragmento de un cuento rápidamente:

"Un hombre viajó por las tierras del olvido;

Solo los que miraron saben que habrá sucedido;

Quien intente indagar será desaparecido;

En un pedazo de la hora, un viejo ha reescribido."

Al acabar de recitar, ambos desaparecieron lentamente, dejando tras de sí un hilo de luz.

Los cerdos aceleraron su paso, pero al ver que el par había desaparecido, se dispersaron individualmente.

Uno de ellos se acercó a un cadáver carbonizado y se arrodilló, para después empezar a devorarlo desenfrenadamente.