Capitulo 31: Bestia

Caín corría a una velocidad inhumana, dando un toque suave a las personas del refugio mientras oraba de manera ferviente.

Cuando alguien era tocado, su cuerpo se desvanecía en orbes luminosas. Sin embargo, el hombre no tuvo tiempo de alcanzar a todos.

Las bolas de fuego carmesí se apresuraban frenéticamente, como una bestia hambrienta que está cazando a su presa.

Al igual que la primera vez, el caos impactó sobre la tierra y las personas.

La gente no se incineró de inmediato. En lugar de eso, una pequeña llama ardió desde sus pies y lentamente se fue propagando hasta llegar a la cabeza.

"¡SÁLVAME! ¡SÁLVAME!" Le gritó una mujer con medio rostro irreconocible a Caín mientras se arrastraba por el suelo, con una desperación que parecía desgarrar sus cuerdas vocales.

El hombre la miró por un segundo y luego extendió su mano, sacando un hacha de la nada y cortando su cabeza.

Después de eso, se dispuso a hacer lo mismo con el resto de los sufrientes.

Al ver esto, el monstruo alado sacudió su cuerpo. Un líquido viscoso negro comenzó a filtrarse de sus escamas.

Mientras Caín corría decapitando a las personas que estaban siendo quemadas lentamente, se percató de que algo surgía de los cadáveres muertos.

Al principio, no tenía forma. Sin embargo, poco a poco fue tomando una: eran cuerpos de bebés con una parte de su rostro cortado y sin algunas extremidades.

Los bebés comenzaron a llorar de manera estridente, haciendo temblar el lugar.

Una hinchazón abdominal se comenzó a gestar de manera alarmante en Caín. Antes de que pudiera escalar más, el hombre se decapitó con el hacha para volver a resucitar en un nuevo cuerpo.

Cada vez que lo hacía y su antiguo cuerpo caía muerto, pequeñas serpientes salían de él.

La rapidez con la que se expandía la hinchazón estaba incrementando al igual que la velocidad con la que el hombre se suicidaba. Gracias a esto, el número de las pequeñas serpientes también aumentaban.

Aprovechando un pequeño momento en el que la hinchazón alentaba su ritmo, Caín recitó un poema:

"Con la dureza de un monolito, la corte sentenció.

El mar azul se manchó y el hombre amaneció.

La cristalina línea se rompió y alguien una chispa encendió.

En las montañas de fuego, una ley se vió."

Al finalizar el poema, el hombre espetó una declaración.

"El juez ha dictado y por su mano firme he dicho: En el tribunal, quien ose romper las reglas será castigado."

La tormenta carmesí, los bebés y serpientes desaparecieron después de la declaración.

Los cuernos de la bestia se hicieron polvo y ella sacudió todo su cuerpo, poniéndose en una posición de ataque.

Caín hizo desaparecer el hacha y ahora, se había quedado con nada más que sus puños.

La bestia hizo revolotear sus alas y decenas de plumas salieron disparadas a una velocidad sónica.

El hombre se puso en guardia y con una presentación asombrosa las desvío con puñetazos y patadas.

Avanzó lento pero firme pese a que las plumas llegaban incesantemente, esquivando y repeliendo algunas.

La bestia fue en dirección a Caín soltando un siseo, mientras seguía con sus ataques.

El hombre logró agarrar unas cuantas plumas y las lanzó con una fuerza y velocidad sorprendente hacia la serpiente, pareciendo romper algunos conceptos lógicos.

La bestia detuvo sus ataques y se enroscó, protegiendo su cuerpo de los proyectiles.

Caín aprovechó el momento y empezó a correr con una velocidad inhumana en dirección a ella.

Cuando estaba por llegar, dio un salto y preparó una patada. En ese momento, la bestia repentinamente tembló y se desenroscó, dándole un coletazo al hombre.

Caín se intentó cubrir del ataque con ambos brazos, protegiéndose un poco del ataque. Aún con eso, el golpe fue tan fuerte que se generó una onda de impacto y lo mandó volando varios metros, estrellándose con una pared y destruyendola en el proceso.

La bestia se dirigió frenéticamente hacie el, salivando un líquido morado viscoso.

El hombre se levantó rápidamente y la recibió con un puñetazo en su cara, rompiendo uno de sus colmillos.

La bestia soltó un alarido extraño, haciendo temblar su cuerpo e intentando agarrar a Caín para estrujarlo como una boa constrictora.

Caín lo esquivó, dando un salto calculado al aire.

Aterrizó sobre la cabeza de la serpiente, con sus manos intentó separar su craneo de su cuerpo.

Antes de que pudiera hacerlo, la bestia extendió sus alas y las clavó en las costillas del hombre, logrando que se detuviera y lo mandó a volar con otro coletazo.

El monstruo no fue a perseguirlo de inmediato, ya que pese a fallar en arrancar su cabeza, el hombre logró romper sus escamas y separar un poco su carne.

¡AHHH! ¡MIERDA! ¡COMO DUELE, CARAJO! El hombre pensó, mientras vomitaba litros de sangre y tenía los ojos desorbitados con la respiración agitada.

La bestia había terminado de recuperarse del daño y se dispuso a reanudar su caza, volviendo en dirección al hombre.

Caín oyó el sonido del cuerpo arrastrándose de la serpiente y con los ojos inyectados en sangre, se forzó a mantener de pie y correr en directamente hacia la bestia, volviendo a dar un salto.

Estando frente a frente, el monstruo se fijó en el cuello de Caín y acercó su único colmillo. Sin embargo, de un momento para otro, en su visión no sabía nada más que oscuridad.

El hombre había clavado sus manos en los ojos de la serpiente,apretando su cráneo en un intento de destruirlo.

La bestia intentó volver a clavar sus alas en Caín, pero al no poder ver nada lo único que hizo fue lanzar de manera aleatoria las plumas.

Con un crujido desagradable, la cabeza del monstruo se destruyó y líquido morado viscoso salió volando por todas partes.

Parte de ese líquido cayó en el cuerpo del hombre y lo quemó, provocándole heridas severas aparte de las que ya traía.

Aún con eso, el hombre se paró sobre el cuerpo inerte de la bestia y comenzó a reír como un lunático.