Capitulo 40: Puesta de sol

Edward abrió los ojos lentamente, desorientado por el panorama que veía.

El lugar no estaba como él recordaba. Sintió todo como un sueño distante que se desvanecía con el tiempo.

Miró al cuerpo encimado sobre él. Al principio no pude reconocer quien era; sin embargo, levantó un poco su rostro y enseguida lo reconoció: era él mismo.

Escenas atravesaron su mente; desde el general entrando a su imagen mental hasta el momento en el que asesinó su sistema de defensa.

Pese a esto había una escena que no se le mostró: la revelación de la conexión divina entre todos los sucesos.

El joven estuvo sentado un rato, tratando de procesar toda la información que llegaba a su mente.

Al finalizar levantó a su copia, no sin antes revisar una sensación viscosa en su mano. Tenía un mensaje escrito en la palma:

"No importa qué, no confíes en tus ojos en el final."

¿Qué...?

El joven analizó cuidadosamente el mensaje pero por más que lo intentó no pudo comprenderlo.

Después de una detenida consideración apartó a su copia cuidadosamente a un lado. Sacó un pendiente del interior de su camisa y lo puso sobre sus manos, cerrandolas.

"Tal vez esto no sea suficiente para agradecerte, pero es lo más importante que puedo darte de mí ahora mismo." Edward juntó sus brazos para luego hacer una reverencia torpe.

Siguió observando todo lo destruido. Llegó hasta la puerta pero no la atravesó inmediatamente, en su lugar, un pensamiento surgió de su mente.

Espero que quien me reciba sea Caín...

El joven atravesó la puerta que estaba cubierta con una neblina y oscuridad mucho más densa; el mismo mundo parecía decirle que no la cruzara.

...

En el risco de una montaña al atardecer, un hombre mayor y una chica con partes robóticas se encontraban en una situación caótica.

"¿Viejo? ¿Por qué estás ahí tirado?" Preguntó la chica semi-robótica guardando una cuchilla que sobresalía de su brazo, corriendo desesperadamente hacia el hombre mayor sentado, observando la puesta de sol.

"Ja... Ja... Jajaja." El hombre tenía una expresión de genuina diversión en su rostro.

"¿Viejo?" Por un momento la chica creyó que todo estaba bien al oír la risa auténtica del hombre, pero rápidamente su ilusión se dispersó al ver un brazo cercenado y un enorme agujero en la parte central del pecho del anciano. Era inexplicable como seguía con vida.

El hombre siguió riendo como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida, desconectado de toda la palabrería que la chica estaba gritando.

"¡Viejo! ¡Dime algo!"

"Ja. Parece que no notas lo irónico de esta situación."

"¡¿Qué?! ¡Deja de soltar tonterías y... y..." La chica se enredó con sus palabras sin poder formular una oración.

"¡Ahí! ¡A eso me refiero!" Dijo divertido el hombre.

"¡Te dije que sucedería algo inesperado y sucedió exactamente así!" El anciano continúo riendo.

"¡Cállate! Esto no puede ser posible..." La negación de la chica hizo que el anciano riera aún más fuerte.

Después de unos segundos así, su risa fue apagándose lentamente y su expresión se suavizó.

"Ven, siéntate aquí." El hombre señaló a su costado.

Entre todo el revoltijo la chica no pudo pensar en nada más y simplemente obedeció las órdenes del anciano.

"Mira, el sol está hermoso esta tarde." El hombre dijo.

La chica lo volteó a ver con una mirada completamente vacia.

"¿T-te estás riendo de mí?"

"Parece que aún no lo entiendes." El anciano soltó una carcajada seca, sacando un cigarrillo de la bolsa de su chaqueta para después comenzar a fumarlo. Habló con una voz suave y serena:

"Desde que te conocí he pasado cada día de mi vida ayudándote con tu venganza. Al principio lo hice porque en ti miré valor como una herramienta, pero con el pasar del tiempo vi un espejo; un reflejo de mí mismo y lo que alguna vez me mantuvo con vida."

"Tal vez por compasión o lástima he decidido seguir apoyandote hasta el día de hoy, o quizás te veo como la hija que nunca pude ver crecer pero si vi morir. Sin embargo no importa lo que sea, no me arrepiento de haberlo hecho por mí, aunque sí por ti."

"¿Eres feliz viviendo en el infierno? Eso es lo que una vez nuestro Mesías le preguntó a un discípulo que se desvío por el mal camino, pero yo no soy ningún tipo de salvador divino."

"En vez de eso tengo mis propias preguntas. ¿Hasta cuándo planeas quedarte en este lugar? ¿Qué harás después de asesinar al diablo? ¿Quieres vivir o morir?" El anciano volteó su mirada hacia la chica por primera vez.

"No importa la respuesta a esas preguntas. Lo único que realmente importa es que al final no te arrepientas de tu decisión. No te quedes estancada en este pozo como yo, quien ha sido devorado por las criaturas que habitan en él."

"¡Ja! Al final descubrí la respuesta a mis dudas. No te estoy diciendo todo esto porque eres una herramienta o mi alumna, ¡sino porque eres mi hija!"

Los pensamientos de la chica inusualmente se habían asentado, ahora escuchando todo lo que el anciano estaba diciendo sin soltar una sola palabra, tan solo asintiendo.

El anciano acarició la cabeza de la chica, con el cigarrillo apagándose en su boca.

"Vive bien, niña estúpida." Los ojos del viejo quedaron desenfocados pero aún se rehusaba a soltar el cigarrillo de su boca.

La chica agarró el encendedor que el viejo había botado a lado suyo y encendió nuevamente el cigarrillo.

El sol se ocultaba en el horizonte, quedando grabado como una pintura observada por dos únicos espectadores.