Edward sintió como caía en picada. Su cuerpo se sentía despegado de la realidad. Su mente se difuminaba como una pintura apunto de ser borrada. Su misma existencia dejó de tener sentido. El tiempo se volvía cada vez más y más insignificante.
No supo cuando, pero él ya había aterrizado en el fondo. A su alrededor había paneles estáticos como los de una televisión.
La madre de lo efímero se encontraba sentada sobre una 'caja' de cristal. Su mirada apuntaba directamente al joven, con sus pensamientos indescernibles.
Habló en un tono compasivo:
"Buenas noches, torre de la perdición. ¿Cómo te encuentras?"
Edward respondió con una voz temerosa: "¡N-no sé que está pasando!"
"¿Enserio? ¿No lo sabes o simplemente lo has olvidado?" La figura encapuchada movió una mano y uno de los paneles con estática comenzó a mostrar una escena.
La escena mostraba a Edward hablando con la madre de lo efímero en el sitio rodeado de estrellas, constelaciones, nebulosas, galaxias.
A diferencia de la primera vez en la que había estado en ese lugar, en la escena estaba jugando una partida de ajedrez con la figura encapuchada.
"¿Q-qué es eso?" La voz temblorosa de Edward delataba algo más que solo miedo.
"¿No lo sabes? Son tus recuerdos. Bueno, solo algunos que has olvidado en un presente distante."
"¡N-no sé de lo que está hablando!"
"Lo sabes, solo que no lo quieres admitir." La madre de lo efímero hizo un gesto con su otra mano y el resto de paneles con estática comenzaron a mostrar escenas diferentes.
En una Edward estaba hablando con una chica semi-robótica. En otra presenciaba la muerte de una persona con un traje cubierto de sangre y polvo.
Diferentes momentos que Edward no recordaba se mostraron en los paneles. Habían diferentes sitios que no había visitado. Existían diferentes personas que nunca conoció.
La figura encapuchada se bajó de la 'caja' de cristal y comenzó a caminar en dirección al joven.
Edward retrocedió conforme avanzaba la figura, como un niño que acaba de ver al monstruo en el armario. Se tropezó con sus propios pasos, quedando tirado en el 'suelo' inmaterial, dispuesto ante la madre de lo efímero.
"Todas las escenas que ves aquí son momentos que ya has vivido. Cosas que has olvidado por el deseo de él."
Cuando la figura encapuchada terminó de decir esto, el joven comenzó a vomitar, como si su consciencia no lo pudiera soportar.
La madre de lo efímero estaba con los brazos juntos enfrente, como alguien que presencia el funeral de un ser querido.
"Parcialmente ya lo has entendido. Te dejaré solo para que puedas comprender el resto."
"¡Espe-!" Edward quiso decirle algo pero su vómito volvió. Cuando pudo recuperarse, la figura encapuchada ya había desaparecido.
Se paró lentamente con su cuerpo tembloroso. Algo en él le decía que no mirara las escenas en los paneles, pero aún así decidió investigar.
Sus pasos lentos avanzaron hasta llegar a uno de los paneles con escenas.
...
Edward se encontraba en una tienda de conveniencia. Jugaba con una cuchara de plástico sobre el mostrador, aburrido sin algo más con que entretenerse.
"¡Que aburrido! Deberían de poner Wi-fi de una vez por todas..."
Cuando terminó su oración, un hombre vestido como un repartidor entró por la puerta de la tienda.
La expresión aburrida del joven pasó a ser alegre, entusiasmado por lo que el repartidor traía; una caja de pizza.
Edward recibió contento la comida y preguntó:
"¿Cuánto le debo?"
"Eh, serían..." Antes de que el repartidor pudiera responder, un sonido extraño provino del estacionamiento.
Era similar a un refrigerador encendido, aunque con una matiz más lenta y grave.
El par vestidos como trabajadores se quedaron mirando en dirección a la puerta; algo en sus almas les decía que el peligro estaba cerca, aunque el único que reaccionó a eso fue Edward, debido a las diversas situaciones peligrosas que había vivido en el distrito.
El joven se ocultó tras el mostrador, sacando una navaja del bolsillo trasero de su pantalón; agarró el arma con firmeza.
El único que quedó expuesto fue el repartidor. Unos segundos después, resonó el sonido de la puerta delantera abriéndose.
El joven esperó pacientemente a oír algún sonido más, pero no hubo respuesta.
Asomó ligeramente su cabeza y vio algo por la esquina de su ojo: un ser de una oscuridad densa que parecía tragarse la luz y cuencas vacías estaba sumergiendo dentro de sí el cuerpo sin vida del repartidor.
El joven volvió a esconderse detrás del mostrador, con la respiración agitada intentando ser contenida.
En ese momento, el mundo se resquebrajó. Edward terminó de observar la escena en el panel que anteriormente mostraba estática.
Un dolor intenso recorrió su mente, como si un pedazo de cristal se estuviese fusionando forzosamente con ella.
No... Se supone que esa noche nadie entró a la tienda...
Edward dobló un poco su cuerpo mientras se agarraba su cabeza, intentando aliviar el dolor que azotaba su consciencia.
Algo en él le incitaba a seguir recorriendo el pasillo mientras observaba las diferentes escenas en los paneles, como si fuera una exhibición.
Eso contrastaba con el otro deseo en su corazón, el cual le decía que no siguiera investigando.
Edward no supo si fue por su curiosidad, por su sentido de justicia en busca de la verdad o simplemente porque ya no tenía otra opción, pero decidió seguir observando las escenas restantes.