capítulo 5 la criatura

HORAS MÁS TARDE

Llegando las 8:30 pm, Nico y Arny se dirigen a subirse a un barco de pesca para llegar a la estación. El motor rugía suavemente mientras avanzaban hacia la estación.

Observaban cómo seguían trabajando en la fábrica, lo cual es raro, ya que a esta hora suelen estar acabando para irse a casa.

—¿Seguro que es por aquí? —preguntó Nico mientras sostenía fuertemente la cámara.

—Sí, lo siento muy cerca. Mira, hay que ponernos ahí —señalaba Arny a un cuarto descuidado con las ventanas rotas.

—Arny, sabes bien que ese lugar siempre me ha dado escalofríos. ¿Por qué tenemos que ir ahí? —preguntó Nico, enfurecido.

—Nico... es nuestro único lugar para escondernos. Ya sabes que se burlarán de nosotros por renunciar y volver en cuestión de horas.

—Tienes un punto —dijo Nico mientras miraba hacia abajo—. Empezaré a filmar por cualquier cosa.

Marcaban las 9:06 pm cuando empezó la travesía.

Se escuchaba el mismo rugido de ayer, pero con un tono algo más grueso.

—Arny... Esto no está bien —dijo Nico, preocupado, con palabras que apenas pudo decir.

—¿Qué dices, Nico? Si es lo mismo de ayer.

—No... Este rugido es más peligroso. Escúchame, por favor, hay que irnos —Nico, con sus ojos llorosos, miraba fijamente a Arny.

—Está bien, te prometí que si te sentías mal, nos íbamos. Tan solo hay que grabarlo unos segundos y nos vamos, ¿entendido? —dijo Arny algo decaído.

—Hay que hacerlo rápido, vamos.

Mientras se dirigían a la orilla para grabar a la bestia, por su mala suerte, se encontraron con las mismas personas que se burlaron de Nico el día anterior.

—¡Chicos, miren quiénes regresaron! Los llorones de ayer. ¿Qué vienen a buscar? —dijo con un tono orgulloso y burlón.

—Esto no te importa, solo déjanos en paz. No venimos por ti —dijo Arny, molesto.

—¿Ah, no? ¿Quieres ver que sí? Nunca me podrás vencer, Arny —dijo el bully en tono de desafío.

—No vengo a pelear, pero si es lo que quieres, adelante.

Mientras los dos discutían, Nico pudo grabar a esa bestia, aunque quedó pálido al verla con claridad.

—Ar... A... Arny, tenemos que irnos. Ya tenemos lo que queríamos, vámonos de inmediato.

Arny suspiró, triste.

—Pfff, bueno, vámonos.

Mientras Nico y Arny se alejaban, lograron escuchar otro rugido más potente y se dieron vuelta.

—¿Qué? —gritó el bully—. ¿Ya te vas? ¡Ja! Sabía que no te atreverías. Ahora vete con tu noviecito.

—¡NICOOO! —gritó Arny al ver a Nico en shock.

En ese momento, Arny tomó a Nico para llegar a su barco lo más pronto posible.

El bully y sus amigos voltearon y solo vieron cómo un calamar se alzaba, tapando la luz de la luna. En ese momento, con uno de sus grandes tentáculos, logró agarrar a dos de los chicos y los lanzó al aire para devorarlos de un bocado.

Nico, que estaba siendo cargado por Arny, lo vio… Esa mirada… peor que la del pez cuando se lanzó al científico. Lo notó: esa bestia no es más que un calamar que mutó. ¿Pero cómo fue? Sabemos que es por los residuos nucleares, pero esta vez no parece haber habido intervención humana. Esto es algo natural… El calamar volteó a ver al bully y a sus otros dos compañeros. Le devolvió la mirada a Nico, una mirada de burla, diciéndole: "Una mirada de un depredador al qué ha visto su presa". En ese momento, el calamar, con sus tentáculos, agarró al bully y a sus compañeros, abrió la boca y, sí, era como dijo Nico, pero mucho peor. El calamar los rebanó de pies a cabeza como un filete, para luego comérselos y darle una sonrisa a Nico mientras se sumergía en el oscuro mar.

Nico y Arny llegaron al bote para volver, pero Nico sabía las intenciones que tenía el calamar. No los iba a dejar ir tan fácil.

—Arny, tenemos que regresar pronto. El calamar nos va a matar. No dejará que lleguemos a la costa.

—¿Qué dices, Nico? No nos pasará nada. No andes de paranoico —respondió Arny, buscando tranquilizarlo.

El cielo se volvió de un tono siniestro. Empezaba a caer una ligera lluvia, acompañada de estruendos que daban un toque de terror. Las olas golpeaban bruscamente el pequeño bote, junto a un olor extraño: una combinación de sangre y mar salado. El bote estaba incontrolable, dando vueltas como si se fuera a voltear. Mientras tanto, el calamar observaba a los únicos sobrevivientes, buscando el mejor momento para atacar. Sus ojos mostraban su luz oscura, saboreando la estúpida desesperación que sentían Nico y Arny al tratar de escapar lo más pronto posible.

Nico recordaba con amarga tristeza a sus padres, que por culpa de su trabajo lo habían dejado solo siendo un niño. No quería abandonar la ciudad en la que creció ni a sus pocos amigos. Pensaba que, por esas tontas decisiones, no podría pasar un momento más con sus queridos padres, esos padres que tanto admiraba. Él quería hacerlos sentir orgullosos, pero con este final... Sus ojos se llenaban de lágrimas, no por frustración, sino por toda la tristeza acumulada. Con su poca esperanza, comenzó a recitar lo que creía lo mejor.

—Arny, perdóname por hacerte venir a una terrible muerte. Todo por mis tontas ganas de querer descubrir algo que no es normal. Soy yo el único culpable de esta masacre que ocurrió. No sé qué pensar, solo quiero que salgas vivo. Yo me sacrifico, pero, por favor, demuéstrale al mundo lo que vimos hoy. Te lo suplico… —dijo con la voz cortada, apenas entendible.

—¿Qué dices? ¿Muerte? ¿Culpa tuya? ¿Sacrificio? ¿Qué son esas idioteces? ¡Tienes que reaccionar! —dijo Arny firmemente, alzando la voz—.

Nada de lo que dices es cierto. Ninguno de los dos va a morir. Tienes que entender esto primero. ¿Por qué serías culpable de que el calamar haya decidido atacar? No lo eres. Simplemente vinimos en un momento inadecuado… o tal vez muy adecuado. Y no tiene sentido tu sacrificio porque, mira, estamos a nada de llegar a la costa. Y, si es un animal marino, estoy seguro de que no podrá llegar tan lejos en la ciudad.

Las olas golpeaban más fuerte que antes, como si algo se acercara. Y sí, un tentáculo empezó a perseguir el barco.

—¡Arnyyyyy, ya viene! —gritó Nico desesperado.

—¡Cálmate por una puta vez! —gritó Arny, cansado de Nico.

El tentáculo golpeó el barco con una fuerza descomunal. Seguido a esto, un rayo cayó al mar, creando un impacto aún más potente. El barco se partió en dos, separándolos. Una astilla de madera cortó la pierna de Nico. El calamar parecía burlarse de ellos, sabiendo que ninguno sobreviviría en su próximo ataque. Comenzó a acercarse cada vez más a ellos… hasta que finalmente emergió del agua. Con dos tentáculos, levantó a cada uno, mirándolos con esa mirada llena de sed de sangre. Luego les sonrió de una manera tétrica.

El calamar, preparado para devorar a sus últimas víctimas de esa noche, seguía jugueteando con ellos, acercándolos y alejándolos cada vez más rápido.

Nico, asustado, le gritaba palabras a Arny, pero este no escuchaba por la lluvia, que se volvía más fuerte. Las agitaciones del momento hacían que Arny empezara a desmayarse. Sin esperanzas, ambos voltearon hacia el mar, pero algo brillaba en la oscuridad. Era una luz… una luz más sádica. Las olas, aún más potentes, empezaron a golpear al calamar. Este se dio cuenta de inmediato: no era el único animal que logró mutar por los residuos.