Una Pandilla Dando Golpes

La sonrisa de Aria se amplió ligeramente, una chispa de satisfacción parpadeando en sus ojos mientras repetía —Dije que Lucien los consiguió para mí. Pensó que me quedarían mejor que lo que tenía antes—. Inclinó la cabeza, fingiendo inocencia. —¿Hay algo mal, Helena?

La mente de Helena corría frenética, sus pensamientos un torbellino de incredulidad y rabia. ¿Lucien? ¿El mismo Lucien que siempre había sido frío e indiferente con Aria? ¿El mismo Lucien que apenas le dirigía una segunda mirada? ¿Cómo es que se había tomado la molestia de comprarle ropa tan cara?

—Claro que no —dijo Helena finalmente, forzando una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Estaba... sorprendida.