Capítulo 139

La quietud de la noche se rompió por la leve vibración de un teléfono en la mesita de noche del Alfa Theo.

Miró el reloj—12:47 a.m. Sus cejas se fruncieron mientras alcanzaba el teléfono, viendo el nombre de Elías parpadeando en la pantalla.

—¿Por qué llamas a esta hora? —exigió Theo en el momento en que contestó.

—Alfa, tenemos algunos visitantes en la puerta —respondió Elías, su tono reservado.

—¿Visitantes? ¿A esta hora de la noche? —preguntó Theo agudamente, ya levantándose de su cama.

—Sí, Alfa. Se han negado a decir de dónde vienen, pero su olor… es familiar. No puedo identificar la manada, sin embargo.

Theo guardó silencio por un momento, su mente acelerada. *Olor familiar pero no identificado? Esto parece sospechoso.*

—Ya voy —dijo secamente, cortando la llamada y saliendo de su habitación.

Mientras se movía rápidamente por los pasillos, sus pensamientos giraban.