Alfa Derrick conducía solo por las calles débilmente iluminadas, sus dedos tamborileaban impacientes sobre el volante.
La invitación a esta reunión nocturna había sido inesperada, pero él sentía curiosidad.
Tres alfas poderosos de distintas manadas lo habían convocado a un lujoso restaurante, y eso solo significaba que algo grande estaba en juego.
—No confío fácilmente, y no empezaré ahora —pensó.
Al llegar al estacionamiento privado del restaurante, un aparcacoches se apresuró a abrirle la puerta del coche.
Sin reconocer al hombre, Derrick salió, su chaqueta de cuero negro rozando ligeramente la superficie del coche caro.
En cuanto entró, dos guardias de traje lo escoltaron inmediatamente a la sección VIP.
Sus pasos eran lentos, calculados. No le gustaban las sorpresas, y en este momento, esta reunión parecía una.