—Los ojos de Kimberly parpadearon abriéndose. Su respiración era pesada, su cuerpo débil, pero podía sentir algo recorriendo su interior—poder, crudo e indomable.
—Pronto se dio cuenta de que estaba de vuelta en el templo, pero algo había cambiado.
—El aire estaba cargado de reverencia. Todos a su alrededor estaban inclinados hacia el suelo, incluido el anciano sumo sacerdote.
—La confusión nubló su mente. *¿Por qué se inclinan? ¿Qué está pasando?*
—Intentó levantarse, pero al moverse, una luz cegadora parpadeó en su visión.
—Se dio cuenta—sus ojos aún brillaban azules, irradiando una fuerza abrumadora.
—Podía sentirlo corriendo por sus venas, poderoso pero desconocido.
—*¿Es así como se siente la transformación? ¿Realmente me estoy convirtiendo en algo más allá de lo que he conocido?* pensó Kimberly.
—Su pecho subía y bajaba mientras se estabilizaba, luchando por contener la energía que pulsaba a través de su cuerpo.