Kimberly se sentó en el borde de la cama, jugueteando nerviosamente con el dobladillo de su vestido.
Sus pensamientos eran ruidosos, corriendo en todas direcciones.
«Si realmente tengo los poderes de los que todos hablan, entonces, ¿por qué estoy huyendo?», pensó, sus cejas fruncidas por la confusión y la frustración.
Suspiró profundamente, sacudiendo la cabeza. «Theo dice que soy especial, que necesito aprender a controlar esto... regalo.
¿Pero qué pasa si no es suficiente? ¿Y si es demasiado tarde?» El pensamiento hizo que su estómago se revolviera.
Tomó otra respiración profunda, endureciéndose. «No, no puedo pensar así. Haré todo lo que Theo diga.
Aprenderé a controlar mis poderes. Luego los usaré para protegerme, proteger a todos los que me están ayudando.»
Su resolución se endureció justo cuando la puerta chirrió al abrirse. Kimberly levantó la vista para ver al Alfa Theo entrar, su presencia tranquila pero autoritaria llenaba la habitación.