El supremo gran sacerdote avanzó, su mirada inquebrantable mientras miraba directamente a Kimberly y Theo.
Sus ojos emanaban autoridad, su voz era firme e inquebrantable.
—¿No entienden lo que Steve ha hecho con los nuestros? ¿O eligen actuar con ignorancia por sus beneficios personales? —Sus palabras cortaron la habitación como una hoja afilada, provocando murmullos ruidosos entre los presentes.
Kimberly y Theo permanecieron en silencio, sus mentes trabajando para medir la atmósfera antes de responder.
Sabían que las palabras incorrectas podían inclinar la balanza en su contra.
«Esta es una situación delicada, debemos abordarla con sabiduría... No podemos permitir que nuestras emociones nos guíen aquí», pensó Theo para sí mismo.
«Necesito intervenir y poner fin a este debate interminable, antes de que se convierta en algo más.», pensó Kimberly.
Después de un momento, Kimberly avanzó, su voz era tranquila pero firme.