El Río de los Espejismos

Aelek volvió a su cama con el estómago vacío y el cuerpo exhausto. Su ración de comida, planeada para dos semanas, se había agotado más rápido de lo esperado. Ahora, sin alimento y sin opción de retroceder, sabía que debía avanzar más rápido.

A la mañana siguiente, se puso en marcha. Cada sonido en el viento le parecía una advertencia, cada sombra un posible enemigo. Su mente, desgastada por el hambre y el insomnio, se aferraba a la idea de que este viaje debía ser una prueba. Si era así, ¿cuándo terminaría?

Después de horas de caminata, su pie se hundió en algo frío. Se estremeció. No había charcos, ni agua visible, pero podía sentir el líquido alrededor de su piel. Se agachó y tocó el suelo. Era agua, pero sus ojos no la veían.

Entonces lo entendió. Había llegado al río que había escuchado días atrás. Un río envuelto en niebla de Essan, oculto a la vista.

Intentó avanzar, pero cada paso lo hundía más. ¿Qué tan profundo sería? ¿Hasta dónde llegaba? Miró a su alrededor en busca de opciones. A un costado, vio piedras sobresaliendo del agua. Eran lo suficientemente grandes para soportar su peso.

Dando un paso sobre la primera roca, sintió un alivio fugaz. Extendió la mano hacia adelante y encontró otra piedra. Su esperanza creció. Quizás era un sendero oculto.

Avanzó así, piedra por piedra, pero pronto su mente comenzó a traicionarlo.

¿Y si este camino no tenía fin?

¿Y si solo estaba caminando en círculos?

El miedo comenzó a invadirlo. La niebla lo hacía dudar de sus propios sentidos. Pero apretó los dientes y continuó. No tenía otra opción.

Un chapoteo lo sacó de sus pensamientos. El agua se agitó. Algo se movía en las profundidades.

De repente, una sombra oscura emergió: un Karethian.

Los recuerdos de un libro de cocina de Arya cruzaron su mente:

"Pez exótico, de carne apreciada... pero extremadamente agresivo. Carnívoro."

El Karethian saltó hacia él, intentando empujarlo al agua. Aelek se aferró a la piedra con todas sus fuerzas. El pez atacó de nuevo. Y otra vez.

No podía sacar su espada. Si soltaba la roca, caería. Solo podía resistir y avanzar.

El Karethian lo mordió varias veces. El dolor era intenso. Pero sin darse cuenta, el peligro se convirtió en su único propósito. Ahora no pensaba en su miedo ni en su cansancio. Solo en sobrevivir.

Cuando finalmente sintió tierra firme bajo sus pies, Aelek cayó de rodillas.

No sabía cuánto tiempo había pasado. ¿Minutos? ¿Horas? Su cuerpo estaba cubierto de heridas, sus manos raspadas por las piedras, sus rodillas temblorosas.

Pero lo había logrado.

El Essan todavía jugaba con su mente, pero su determinación lo había llevado hasta aquí.

La noche cayó. Demasiado cansado para pensar, extendió su cama en el suelo. Con su espada en mano, se prometió que, al llegar a la secta, entrenaría hasta que nadie pudiera hacerlo caer de nuevo.

El crujido de una rama lo despertó de golpe.

Frente a él, una bestia alta y robusta, parecida a un venado, pastaba en la oscuridad. Sus cuernos brillaban débilmente, reflejando la luz de la luna. Era un Lumicervo.

Respiró hondo. No era hostil. Pero antes de que pudiera volver a dormir, una sombra cruzó el cielo.

Un Garnok, un pájaro de garras afiladas y pico curvado, se abalanzó sobre él.

Aelek levantó su espada en el último segundo. El choque del acero contra el pico hizo que sus brazos vibraran por el impacto.

El Garnok volvió a atacar. Esta vez, Aelek esquivó en el último momento, cortando su ala.

El ave herida se posó en una rama.

Aelek se preguntó cómo había visto la rama si la oscuridad era total. Pero antes de que pudiera entenderlo, una bestia felina apareció de la nada.

Un Noctigris.

De un salto, atrapó al Garnok y lo mató en el acto.

Aelek contenía la respiración. La noche estaba llena de depredadores. Aquí no podría dormir.

Corrió.

Los ruidos a su alrededor lo hacían recordar su primera noche en el bosque. No podía detenerse. No ahora.

De repente, se detuvo en seco.

Frente a él, se alzaba un bosque denso.

Pero eso no tenía sentido. Estaba en un valle.

¿Por qué había un bosque aquí?