Quinto Desafío

Tashir se paró en el cuadrilátero, observando a los posibles contrincantes. Solo quedaba un chico; el resto eran chicas de la habitación 1. No dudó y lo llamó con una mirada firme. No habían interactuado antes, pero se habían visto durante los entrenamientos.

El otro joven se puso de pie con una sonrisa burlona.

—¿Por qué llamarme a mí? ¿Menosprecias a mis compañeras? —preguntó Kaelor con un tono divertido, bajando al cuadrilátero con calma.

Tashir no respondió. Solo ajustó su postura, esperando el inicio del combate.

Gorath alzó la mano.

—¡Empiecen!

Kaelor alzó una ceja.

—Eres de una secta caída, ¿no? —preguntó, flexionando los dedos mientras medía la reacción de su oponente—. A ver… enséñame lo que esa secta podía hacer.

Tashir ni siquiera cambió su expresión. Se lanzó de inmediato con un golpe directo a la cara.

Kaelor lo recibió sin retroceder, apenas girando el rostro. Luego sonrió.

—¿Eso es todo? Qué decepción.

Desde las gradas, Mei-Lin observó con los brazos cruzados.

—Esta pelea será distinta —comentó con interés—. Está usando una táctica peligrosa, pero efectiva contra alguien con emociones inestables.

Kaelor pasó a la ofensiva, golpeando con rapidez y fortaleciendo sus puños con Essan. Su estilo de lucha era fluido, sin ser demasiado agresivo. Quería forzar a Tashir a reaccionar, a cometer errores.

Tashir se defendía con solidez, esperando una apertura.

Pero Kaelor lo estudiaba.

En el momento justo, retiró el fortalecimiento de su golpe a propósito.

Tashir vio la oportunidad y lanzó un contraataque con un gancho directo.

Kaelor lo anticipó, retrocediendo antes de ser golpeado.

Tashir también retrocedió. No quería ser atrapado en una ofensiva innecesaria.

—Parece que aprendiste bien de tu padre —soltó Kaelor de repente, con una voz neutra.

El impacto de las palabras fue inmediato.

Tashir frunció el ceño. Su siguiente ataque fue menos preciso.

Kaelor continuó con la misma táctica: provocación y evasión.

El público lo notó. En cada intercambio, Tashir golpeaba con más fuerza… pero con menos precisión. Empezaba a desperdiciar Essan en ataques innecesarios.

Kaelor sonrió.

—Si vas a pelear como un niño, mejor vuelve a los brazos de tu madre.

Tashir se enfureció.

Un destello de Essan cubrió todo su cuerpo.

Pero Kaelor no se inmutó.

«Eso es…» pensó, con los ojos afilados.

Era lo que había estado esperando.

El Essan de Tashir era fuerte, pero inestable. Estaba gastando más de lo que podía mantener.

Kaelor lo midió. Bloquear directamente esos golpes sería una pésima idea. Defenderse drenaría demasiado Essan, y recibirlos podría romperle los huesos.

Así que optó por seguir desgastándolo.

—Parece que aprendiste a pelear en la calle —soltó con ligereza, mientras esquivaba.

Tashir apretó los dientes.

La presión, el enojo, la fatiga… todo se acumuló en un solo instante.

Cerró el puño y lanzó su golpe más fuerte, con todo el Essan que le quedaba.

Kaelor sonrió por dentro.

«Ahí está.»

Elevó los brazos para bloquearlo.

Pero en el último momento, el Essan de Tashir se disipó.

Kaelor parpadeó.

«¿Se acabó…?»

En ese instante, una segunda mano se elevó como un relámpago.

Cubierta en Essan.

Conectó directamente con su estómago.

Kaelor sintió cómo el aire le abandonaba los pulmones mientras su cuerpo caía al suelo de espaldas.

El público quedó en silencio.

Gorath cruzó los brazos y asintió.

—Tashir gana.

Mei-Lin exhaló.

—Él… es un genio en combate, pero sus emociones lo ciegan.

Dareon sonrió.

—Sí, aunque… esa fue una excelente jugada.

Gorath se pasó una mano por la barba.

—Tendrá que aprender a controlar su temperamento… o alguien más lo aprovechará en su contra.

Aelek miraba la escena con los ojos brillantes.

Cada pelea era una lección nueva.

Sin dudarlo, dio un paso adelante.

—Es mi turno.

Del otro lado del cuadrilátero, una chica se levantó con una sonrisa serena.

—Espero que podamos tener una buena pelea.

Mei-Lin y Dareon lo animaron de inmediato.

—¡Dale, Aelek! ¡Tú puedes!

Gorath entrecerró los ojos.

—¡Silencio! ¿Qué hacen ahí parados?

—Estamos educando al nuevo —respondieron al unísono.

Gorath suspiró.

—Tendrán un entrenamiento muy riguroso después de esto.

Los dos sonrieron con nerviosismo.

La siguiente pelea estaba a punto de empezar.