Aelek caminaba por el mercado, observando con curiosidad los puestos llenos de mercancías exóticas. Un cartel llamó su atención:
"Escamas de Ulkar - 1 piedra de esencia cada una"
Intrigado, se acercó y preguntó:
—Disculpe, ¿qué son las escamas de Ulkar?
El comerciante, un hombre robusto con manos curtidas por el trabajo, sonrió.
—Oh, jovencito, son escamas recién extraídas de los Ulkar, unos lagartos pequeños. Se usan para fabricar botas impermeables. ¿Cuántas quieres?
—No, gracias —respondió Aelek, aunque siguió curioseando entre los productos.
El puesto tenía materiales de distintas bestias, pero lo que más le llamó la atención fueron unos huevos de Pollykio, vendidos a razón de seis por una piedra de esencia.
—¿Para qué sirven estos huevos? —preguntó.
—Son alimento para bestias domadas —explicó el comerciante.
Aelek reflexionó para sí mismo. Así que también se pueden domesticar bestias… Sin embargo, no compró nada y continuó su recorrido.
El mercado estaba repleto de puestos similares, pero uno en particular captó su atención: un comerciante vendía piedras con una apariencia especial.
—Escoge las piedras elementales que quieras, te haré un descuento —le ofreció el vendedor.
Aelek notó que cada piedra emanaba un flujo de Essan diferente. Miró varias de ellas, analizando sus propiedades, hasta que llegó a un puesto con un cartel que decía:
"Alimento para bestias"
Un anciano de aspecto sabio estaba negociando con el comerciante.
—Sí, sí, este es un alimento especial para bestias tortuga —afirmó el vendedor.
—Deme diez kilos para probar —respondió el anciano.
Aelek se acercó, curioso.
—Oh, chico, ¿te interesa algo? Tengo alimento para todo tipo de bestias —dijo el comerciante.
El anciano lo miró con una sonrisa ligera.
—Te ves joven para tener una bestia adulta. Aquí no venden alimento para crías.
Aelek, sintiéndose algo fuera de lugar, respondió con incertidumbre:
—Solo pasaba por aquí…
El anciano asintió.
—Ten cuidado de no comprar cosas innecesarias.
—¿Tiene una bestia doméstica? —preguntó Aelek.
El anciano sonrió de manera misteriosa.
—Algo así… Bueno, chico, con cuidado.
Dicho esto, tomó su compra y se alejó.
Aelek continuó explorando el mercado sin encontrar nada que realmente le interesara, hasta que el aroma de comida lo hizo detenerse.
—¡Aquí tengo carne de Shrapk! —anunció un vendedor.
Aelek frunció el ceño.
—¿Qué clase de bestia es esa?
—Un pez exótico, muy delicioso —respondió el comerciante—. Por ser mi primer cliente, te daré una pieza por una piedra de esencia de nivel bajo.
Aelek dudó un momento, pero terminó aceptando. Al probarlo, un sabor exquisito invadió su paladar.
—¡Wow, esto es delicioso! —exclamó, atrayendo la atención de los transeúntes.
—Gracias, chico. Lo cociné con un secreto familiar —dijo el vendedor, orgulloso.
Un hombre encapuchado que había estado observando la escena se acercó.
—Dame dos piezas —pidió con voz calmada.
—Serán cinco piedras de esencia —dijo el comerciante.
Aelek miró de reojo al encapuchado. Parecía de unos treinta años, con lentes que le daban un aire de intelectual.
El hombre notó la mirada de Aelek y sonrió.
—Oh, eres de la secta cercana, ¿no?
—Sí, soy de la secta Destello Eterno. ¿Tú eres de este mercado? —preguntó Aelek.
—No, soy Velkor, un comerciante errante. Pienso quedarme unos meses aquí. Visita mi puesto algún día.
—Lo haré —respondió Aelek antes de que Velkor se alejara.
Mientras seguía recorriendo el mercado, un pequeño puesto con un cartel gastado le llamó la atención.
"Reliquias antiguas"
—¡Escoge lo que quieras! —dijo el comerciante con entusiasmo.
Aelek revisó los objetos con escepticismo.
—¿Estas son reliquias?
—Sí, son excavadas de mazmorras y tumbas antiguas —afirmó el vendedor.
Entre los objetos, Aelek encontró un libro titulado "Purificación del Essan".
El comerciante sonrió al verlo.
—Oh, ese libro fue extraído de una tumba muy antigua. Se dice que lo escribió un cultivador de diez estrellas… aunque nadie sabe exactamente quién era.
Aelek arqueó una ceja.
—¿Y cuánto cuesta?
—Para ti, cinco piedras de esencia de nivel medio.
Aelek dudó, y el comerciante, al ver su indecisión, intentó cerrar el trato rápidamente.
—Si llevas otra cosa más, te lo dejo en seis.
Aelek revisó el puesto hasta que encontró una pequeña bolsa.
—¿Qué es esto?
—Son semillas antiguas —explicó el comerciante—. Dicen que pueden dar origen a cualquier cosa, dependiendo de tu suerte. Están impregnadas de Essan.
Aelek sintió un presentimiento extraño y decidió comprarlas.
Con su compra en mano, se dirigió al punto de encuentro con Mei-Lin y Dareon. Al llegar, los vio revisando sus propias adquisiciones.
—¡Mira esto! —dijo Mei-Lin, mostrando su espada—. Es una espada inductora de Essan. Aún puedo pulirla, pero ya es bastante buena.
Dareon sostenía dos rocas oscuras en sus manos.
—¡Me gané la lotería! Estas son Rockdark, materiales raros.
Ambos miraron a Aelek y sus pertenencias.
—¿Y tú qué compraste?
Aelek les mostró el libro y la bolsa de semillas.
—¡Dices que es el libro de un cultivador de diez estrellas! —exclamó Mei-Lin.
—¿Tan difícil es alcanzar ese nivel? —preguntó Aelek.
—Nuestros instructores están en seis estrellas y Weile en cinco estrellas —explicó Dareon—. El más fuerte de nuestra secta fue Aesir, que alcanzó siete estrellas. No creo que haya nadie de diez estrellas en todo el continente…
Mei-Lin asintió.
—Capaz el vendedor exageró, pero nunca había visto ese libro. Puede que aprenderlo te ayude, Aelek.
Luego señaló la bolsa.
—¿Y eso qué es?
—Semillas —respondió Aelek.
Mei-Lin y Dareon se miraron y estallaron en risas.
—¡Compraste semillas! —se burló Dareon.
Aelek, avergonzado, se defendió.
—Son especiales.
—¡Sí, sí, llevan Essan! —bromeó Mei-Lin.
—De hecho, sí —insistió Aelek.
Dareon se encogió de hombros.
—Casi todas las plantas llevan Essan, desde las de nivel bajo hasta las de nivel alto. Bueno, capaz tengas suerte.
Aelek miró su bolsa con confianza. Algo dentro de él le decía que había tomado la decisión correcta.
Mei-Lin cambió de tema.
—Tengo hambre. Vamos a la plaza.
—Sí, ya son la una —agregó Dareon.
—Yo ya comí Shrapk —dijo Aelek.
—¿Qué es eso? —preguntaron sus amigos.
—Un pez exótico, muy rico. Lo tienen que probar.
Caminaron hasta la plaza y se encontraron con un gran telón y una estructura imponente: el coliseo donde se realizaban los mayores eventos.
—Este año parece especial… —murmuró Mei-Lin.
Aelek observó la enorme construcción, emocionado.