Las espadas aún no se habían cruzado, pero el destino ya vibraba.
Ryuu y Orion se enfrentaban en el centro de la arena, rodeados por miles de ojos aterrados y un cielo desgarrado. El Kensei Negro permanecía inmóvil, su capa flotando como si ignorara la gravedad.
Su energía no era poder...
Era desesperación congelada en el tiempo.
—¿Ella te eligió… primero? —murmuró Ryuu, sin bajar la guardia.
Orion no respondió de inmediato. En cambio, alzó una mano.
—Mira.
Con un gesto sutil, activó una proyección del sistema que solo Ryuu pudo ver. Una imagen temblorosa, antigua, apareció frente a él:
Una Hikari diferente.
Su cabello, largo y suelto, caía en ondas doradas. No llevaba la ropa moderna que Ryuu conocía, sino una túnica etérea de luz. Sonreía con dulzura... a alguien que no era él.
A Orion.
—Tú serás mi elegido —decía la voz de la diosa en el recuerdo—. Salva este mundo. Cambia su destino. Y si logras sobrevivir... te amaré más allá del tiempo.
El corazón de Ryuu se encogió.
Orion cerró el puño. La imagen se desvaneció en partículas azules.
—Yo la amé. Con cada fibra de mi ser. Acepté su poder. Derroté a todos. Pero no fue suficiente…
Porque elegí proteger el mundo… y no quedarme a su lado.
> [Sistema: Latido anímico del usuario Ryuu alterado – emoción registrada: "Desconcierto, celos, confusión."]
—¿Por eso destruiste todo? —dijo Ryuu, su voz temblando.
Orion lo miró con ojos que no brillaban con vida, sino con una muerte que aún no había sido aceptada.
—No. Yo no destruí nada…
Fue ella.
Ryuu dio un paso atrás.
Orion continuó:
—Cuando fallé, cuando dejé que uno de los mundos se perdiera para salvar miles, ella me maldijo. “No quiero un héroe”, dijo. “Quiero alguien que me elija a mí… por encima de todo.”
Las palabras resonaron en su alma.
¿Hikari… había dicho eso?
¿La misma diosa que ahora compartía su cama, su mesa y sus secretos?
Una tormenta comenzó a formarse en el cielo. El mundo reaccionaba al caos de las emociones.
Entonces apareció ella.
—¡Basta!
La voz de Hikari resonó como un trueno suave.
Flotaba entre ellos, vestida con su túnica celestial, sin ropa moderna esta vez. Su cabello brillaba como si el sol mismo la coronara. Pero sus ojos… no eran dulces.
Estaban cargados de ira.
—Orion… basta de culpas. Basta de odio.
—Tú me encerraste, Hikari —escupió él—. Me quitaste todo.
—¡Y tú destruías lo que juraste proteger!
¡Quise amarte! ¡Lo intenté! Pero no… no elegiste amarme como persona. Me adoraste como si fuera una diosa inalcanzable… y me perdí en eso.
Un silencio denso envolvió la arena. Cada palabra de la diosa era una daga.
Ryuu apenas podía respirar.
—¿Entonces… él dice la verdad? —preguntó, sin poder sostener su mirada.
Hikari bajó la cabeza.
—Sí. Orion fue mi primer elegido. Y sí… lo amé.
Un estremecimiento recorrió el alma de Ryuu.
—¿Y yo qué soy para ti?
Ella lo miró con dolor.
—Tú… eres mi redención. Mi segunda oportunidad. Pero no puedo negarte la verdad.
Orion levantó la espada. Su aura comenzó a descomponerse en llamas negras y celestes.
—No me interesa redención. Solo quiero una cosa:
Que él sufra lo que yo sufrí.
Ryuu desenvainó su espada. El aire a su alrededor se onduló, pero su mirada no era de odio.
Era de compasión.
—No lucharé por venganza ni por celos.
Lucharé por proteger lo que soy ahora.
Por lo que tengo… y por lo que quiero construir.
> [Sistema: “Modo Despertar Estelar – Autorización temporal otorgada por Hikari.”]
Una luz ardiente emergió del pecho de Ryuu.
Su espada se recubrió de constelaciones, y su cuerpo comenzó a flotar sin moverse.
Orion lanzó el primer golpe.
El impacto entre ambas espadas generó una onda de choque que partió la plataforma por la mitad.
Los espectadores fueron teletransportados automáticamente por seguridad. Solo Kaelis, Hikari, y algunos campeones de élite resistieron.
Cada choque de sus armas era una historia que se enfrentaba. Cada técnica, un recuerdo dolido.
Ryuu usaba su nueva habilidad:
"Fragmentos Estelares", permitiéndole dividir su alma en proyecciones de sí mismo que atacaban desde múltiples líneas temporales.
Orion contraatacaba con:
"Eco del Eclipse", rompiendo las leyes físicas para extender su corte más allá del espacio.
El tiempo mismo comenzó a deformarse.
Y entonces… ocurrió.
Orion se detuvo por un segundo.
Un fragmento de su máscara rota cayó. Sus ojos… lloraban.
—¿Por qué… por qué no te odié antes…? —susurró.
Ryuu, sin aprovecharse, bajó la espada.
—Porque aún eres humano. Y ella… aún te importa.
Hikari voló hacia él. Tocó el rostro de Orion, y por primera vez, la diosa lloró.
—Lo siento. Fui cruel contigo. Fui joven… fui egoísta.
El aura oscura de Orion comenzó a disolverse.
Pero justo cuando la paz parecía posible…
¡Un disparo de luz atravesó el aire y alcanzó el corazón de Orion!
—¡¿Qué?! —gritó Ryuu.
Desde la grieta del cielo, apareció una figura encapuchada, diferente a Orion. Más siniestra. Sin rostro. Solo ojos blancos… y una risa gutural.
—Tanto drama por un peón. Ya es hora de que caiga el verdadero telón.
El verdadero enemigo había llegado.
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Continuará en el Capítulo 27 – El Que Observa desde la Oscuridad y la Espada del Juicio Final