5° And hope rises on the last day

Tras entregar el cuerpo de Sonia al monje responsable de la ceremonia y recibir su recompensa, Nico comenzó a cuestionar los motivos de su cliente. Mientras contaba las monedas en su bolsa, miró al monje con el ceño fruncido.

—Explícame algo. Si esta niña era el recipiente del nuevo dios, ¿por qué la querrías muerta? ¿No era esencial para sus rituales?

El monje, cuya sonrisa perturbadora no se desvanecía, respondió con un tono malicioso:

—Oh, querido mercenario, los nuevos dioses solo buscan ser venerados, y aclamados como lo que son, dioses, sin lograr ningun cambio en el balance terrestre. ¿Y qué ganamos nosotros con eso? Nada. Al contrario querido mercenario, aumento de servidumbre eterna a seres que se creen superiores, ningún cambio significativo para nosotros aquellos que se sacrifican de verdad por el progreso, así que decidimos cambiar las reglas del juego.

Nico arqueó una ceja, disgustado pero intrigado.

—Suena como una traición bastante egoísta. Pero no soy quién para juzgar, solo vine por el dinero.

El monje asintió con burla.

—Y ya lo tienes. Ahora márchate.

Mientras Nico caminaba lejos del monasterio, sumido en sus pensamientos, percibió una energía oscura en el aire, una presencia que erizaba su piel. En la distancia, una figura emergía entre las sombras, moviéndose con una confianza peligrosa.

Era Zalos.

El joven mago lucía transformado. Su cabello ahora erizado y salvaje, brillaba con un aura oscura. Sus ojos, antes llenos de tristeza y determinación, mostraban ahora una confianza casi arrogante. Una sonrisa egocéntrica curvaba sus labios.

—Hola, Nico —dijo Zalos con un tono despreocupado—. ¿Sorprendido de verme?

El mercenario retrocedió ligeramente, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y exitación.

—¿Cómo demonios sigues vivo?

Zalos se encogió de hombros, sus movimientos cargados de una extraña energía.

—Ah, eso. Digamos que estoy aprendiendo a aprovechar la regeneración atomica. ¿Sabías que puedes absorber la energía de tu alrededor y reconstruir tus órganos sin importar el daño causado ? Es... una sensación embriagadora, te lo aseguro. No sabes lo celoso que me sentía de no poder regenerar mis propias heridas y ahora mírame, estoy como nuevo

Nico entrecerró los ojos, evaluando al mago.

—Parece que estás disfrutando demasiado de esto, chico.

Zalos sonrió con una expresión casi maníaca.

—Oh, lo estoy. Y voy a disfrutar aún más demostrándote como puedo aplastarte.

Sin más palabras, Zalos atacó. Sus movimientos eran rápidos, precisos y casi imposibles de seguir. Nico, un guerrero experimentado, hizo todo lo posible para responder, utilizando cada truco y técnica a su disposición. Sin embargo, Zalos se movía con una fluidez sobrenatural, esquivando cada ataque con una facilidad irritante.

El mago no solo estaba jugando con Nico; estaba demostrando su superioridad. Con cada esquive, a pesar de la severa ventajs de Zalos, Nico no pensaba rendirse, un guerrero que jamas experimentara una derrota, aquel depredador que escoge su propia presa.

Finalmente, Zalos decidió terminar el combate. Retrocedió un paso, levantando una mano mientras pronunciaba una palabra con un tono grave y resonante:

—Burakku-hōru.

En un instante, un agujero oscuro y brillante apareció frente a Zalos, disparando una ráfaga de energía que atravesó el pecho de Nico. El mercenario cayó de rodillas, llevando una mano temblorosa a su corazón, que ahora estaba destrozado.

Zalos se acercó lentamente, mirándolo desde arriba. Nico, con sus últimos alientos, levantó la vista hacia Zalos. Aunque su rostro mostraba dolor, también había una leve sonrisa.

Cuando Zalos clavó sus ojos en los de Nico, el mercenario, que hasta ahora había mantenido su tono burlón, mostró un cambio en su expresión. La soberbia y la arrogancia desaparecieron, dejando paso a algo inesperado

—Antes de morir... dime una cosa —dijo Zalos, su tono solemne y cargado de gravedad—. ¿Hay algo más que quieras decir?

Nico, consciente de que sus últimos momentos estaban cerca, tomó un leve respiro. Su voz, quebrada pero firme, respondió con una seriedad inusual

Por primera vez, la sonrisa sardónica de Nico se desvaneció por completo. Miró directamente a los ojos de Zalos.

—El clan Atoshi... mi clan, está criando a mi hijo, para convertirlo en uno de esos guardias fanáticos, haz lo que quieras.

Con esas palabras, Nico dejó escapar su último aliento. Zalos lo observó, sin emociones visibles en su rostro, pero con una chispa de reflexión en sus ojos.

—Descansa, Nico.