La información en su mente era clara pero limitada, como un mapa que solo muestra el comienzo de un viaje mucho más largo.
Ren podía ver los primeros pasos del cultivo de su espora con perfecta claridad: los tipos específicos de hongos necesarios, las condiciones exactas para su crecimiento, los rituales de fortalecimiento.
Había algo que podía llevarse del túnel para el paso final de su cultivo.
—¿Pero las otras partes necesarias para su cultivo? —Nada de eso estaba cerca de aquí.
—Los primeros hongos que necesito —murmuró, procesando la información— crecen en las zonas pantanosas al norte de la ciudad rival. No en este bosque.
La revelación le golpeó con frustración y alivio a la vez.
Con todo, algo más brillaba en los bordes de este nuevo conocimiento, una promesa.
Cuando su espora alcanzara el rango Bronce, se abriría una posibilidad que hacía latir su corazón más rápido: un segundo contrato.
Una segunda bestia.
El resto era nebuloso, como mirar a través de agua turbia.
Pero la certeza estaba allí, cada evolución de su espora no solo la fortalecería sino que también expandiría su comprensión sobre las bestias y sus caminos.
—Tengo que volver —dijo en voz alta, esta vez con determinación en lugar de miedo o arrepentimiento—. Tengo que conseguir un montón de cosas y empezar el cultivo desde el principio.
Los hongos en su cabello pulsaban suavemente, como asintiendo.
Era hora de regresar a casa.
Sus padres estarían enfermos de preocupación si llegaba demasiado tarde, y ahora... ahora tenía un plan real. No una búsqueda desesperada, sino un camino claro.
Aunque primero, tendría que encontrar una salida de esta cueva.
♢♢♢♢
La densidad de maná en esta cueva era demencial; Ren se envenenaría si no salía pronto.
Cómo podía haber tanto maná en un lugar en el anillo Bronce era un misterio para él, incluso con su conocimiento ampliado.
Quería tomar algunos de los enormes cristales de maná de la cueva, pero ninguno estaba suelto, era una gran formación conjunta, como si fuera obra de alguien del pasado en lugar de algo natural. Dado que era imposible romper las formaciones increíblemente duras, quizás podría regresar para intentarlo otra vez.
Un cristal de maná se hacía mucho más resistente cuanto más grande crecía; necesitaría algo realmente poderoso para extraerlo. Mucho más que un pico, incluso la mantis de rango Bronce probablemente no podría haberlo roto.
Decidido a retirarse...
Ren observó el túnel por el que había llegado.
Las esporas ancestrales todavía estaban allí, danzando en la oscuridad con su enfermizo resplandor dorado.
Pero ahora las veía de manera diferente, comprendía su naturaleza con una claridad asombrosa.
—No son agresivas por naturaleza —murmuró, procesando el conocimiento que fluía en su mente—. Atacan porque están hambrientas después de siglos de hibernación, pero su verdadero método es...
Se detuvo, formando una idea.
Las esporas ancestrales, como todos los hongos, seguían patrones de comportamiento básicos. Buscaban nutrientes, sí, pero más importante: respondían a señales químicas específicas.
Ren tomó un poco de lodo.
—Y si lo combino con...
Un molde amarillento se formaba donde caían las esporas ancestrales, como si analizara su composición...
Ren cerró los ojos, concentrándose.
Los hongos en su cabello pulsaban, liberando esporas grises que se mezclaban con su sudor. Era asqueroso, pero ahora entendía el propósito de la información pulsando en su cabeza: las esporas de su propia bestia contenían marcadores químicos que lo identificaban como "parte de la colonia".
Se ungió la mezcla en su piel expuesta llena de esporas.
—Las esporas ancestrales deberían reconocerme como otra colonia fúngica ahora —murmuró—. Y deberían mantenerlas a suficiente distancia para...
Ren se arrodilló junto a los restos de la Mantis Espejo. Debajo de las placas rotas y el molde amarillento, podía ver lo que buscaba, el núcleo cristalino, una estructura de las bestias que actuaba como su centro de poder.
Era del tamaño de su puño.
—Núcleos de bestia —susurró, desplegando el conocimiento en su mente— son como huevos concentrados. Contienen toda la información genética de la criatura, sus patrones de maná, su esencia... Y hay una manera de revivirlos.
Tomó algunas de las placas de la mantis, las que podía llevar en su mochila, y el hongo dorado de las esporas ancestrales que se había formado mientras consumía a la mantis.
Se dirigió hacia el túnel. Las esporas doradas giraban a su alrededor pero no atacaban. Para ellas, él era ahora solo otro organismo fúngico de la misma especie, no una presa.
—Funciona —susurró, asombrado por su propio conocimiento—. Realmente funciona.
Mientras avanzaba con cuidado por el túnel, Ren no pudo evitar sonreír. Hace unas horas, estaba convencido de que su espora era inútil.
Ahora, ese mismo "monstruo más débil" le había dado el conocimiento para sobrevivir donde una bestia de rango Bronce había perecido.
Y el núcleo en sus manos... cualquier otro lo vería como un simple trofeo. Pero Ren podía ver su verdadero valor: una opción para obtener la Mantis Espejo.
Una criatura que, algún día, podría necesitar.
♢♢♢♢
El túnel de las esporas ancestrales resultó ser el tramo más fácil del viaje de regreso.
Ren emergió cubierto de lodo y una mezcla de esporas grises y algunas doradas perdidas, pero vivo y con un tesoro valioso en su mochila.
Primero limpió el exceso de lodo y esporas doradas con cuidado.
Ahora, frente al camino de regreso, todo parecía diferente. Donde antes había terror e incertidumbre, ahora había comprensión.
Los túneles del Excavador Nocturno no eran un laberinto aleatorio como había pensado. —Siempre excavan en espirales —murmuró para sí mismo—, reconociendo los patrones en el techo. —Y marcan sus territorios activos con arañazos más profundos en las paredes del este.
Gracias a esto, podía evitar zonas donde otros excavadores podrían estar activos mientras buscaba una trampa menos empinada para salir.
Al emerger en la zona de los Sapos Luna, se detuvo a escuchar. El croar melodioso venía de la distancia, pero ahora entendía su significado.
—Tres tonos ascendentes, están cazando. Cuatro tonos descendentes serían para aparearse —susurró—. —Y siempre dejan un sapo vigilando las rutas de escape mientras los demás persiguen a la presa.
Esperó pacientemente hasta que el patrón del croar cambió, indicando que los sapos se habían alejado siguiendo el rastro de alguna presa nocturna.
Solo entonces se movió, manteniéndose en áreas donde el terreno estaba más compactado.
—Los Sapos Luna odian la tierra dura y seca —fluía naturalmente ahora el conocimiento—. —Sus pies están diseñados para terreno blando donde pueden enterrarse rápidamente. En suelo firme, sus cuerpos pierden humedad.
Incluso las zonas de trampas naturales eran obvias ahora.
Los Excavadoras siempre dejaban pequeñas señales: piedras dispuestas de cierta manera, patrones en la erosión del suelo. Para ojos sin entrenar parecían coincidencias, pero para Ren ahora eran como señales de advertencia brillando en la noche.
Los hongos en su cabello, aún brillando con un tono amarilliento más intenso que antes, iluminaban su camino mientras avanzaba con confianza renovada. Mostraban el patrón de los ojos de las ranas; Ren ya no estaba preocupado de ser traicionado por su luz, ahora incluso servían como camuflaje.
Cada paso estaba calculado, cada decisión informada por conocimiento que apenas hace unas horas no sabía que existía.
—Es como si hubiera estado ciego toda mi vida —pensó mientras evitaba hábilmente una zona que mostraba claros signos de actividad de Sapos—. —Y ahora finalmente puedo ver.
La noche que había empezado como una lucha desesperada por sobrevivir se había convertido en una lección práctica sobre la verdadera naturaleza de las bestias. Y su supuesta "maldición," la espora más débil, resultó ser la llave para comprender todos estos secretos.
El final del bosque mágico finalmente apareció ante él, los últimos 'árboles mágicos' resplandeciendo —por orina de rana— contra el cielo nocturno.
Ren se detuvo un momento, tocando inconscientemente el Núcleo de Mantis en su mochila. Había salido en busca de una segunda bestia, un milagro para cambiar su destino.
Lo que había encontrado era algo mucho más valioso: comprensión.