La luz del día se filtraba por la entrada de la mina. Demasiado brillante después de tanto tiempo en la oscuridad, no salió, sus ojos necesitarían tiempo para ajustarse al brusco cambio.
Se detuvo a varios metros de la salida, manteniéndose en las sombras. Sus bestias se tensaron, detectando algo que no podían identificar completamente.
El silencio era antinatural. Ni siquiera el viento parecía atreverse a soplar.
—Demasiado fácil —su entrenamiento gritaba advertencias. Una academia no evacúa sus minas sin razón. No deja sus entradas desprotegidas para que los estudiantes hagan tonterías.
El núcleo de hidra pesaba junto a muchos otros en su bolsa, un recordatorio constante de su fracaso parcial.
El huevo seguía perdido, robado por algún ladrón afortunado que había tropezado con su experimento.
—Debería volver —consideró mientras estudiaba la entrada. La misión era clara: encontrar y asegurar núcleos de bestia específicos. El huevo era extra, y podría obtenerlo de nuevo.