Durante varios momentos tensos, pareció que Harold perdería completamente el control. Pero finalmente, con un esfuerzo supremo de voluntad, logró dominar a la bestia.
Casi.
Su rostro todavía mostraba patrones quitinosos marcados, como cicatrices vivientes que se negaban a desaparecer. Su pierna lesionada y otras áreas donde había recibido daño permanecían parcialmente transformadas, mezclándose grotescamente la carne y el caparazón.
Pero al menos había recuperado el control.
Agarró a Luna del cabello y comenzó a arrastrarla hacia donde mantenían envuelta a Liora.
—Hay muchas bestias en la escuela que pueden crear cubiertas —comentó preocupado el espía mientras Harold arrastraba a la pobre chica y tomaba aire—. Puedo quedarme en la academia, mantener los ojos abiertos y seguir informando...
Harold lo miró como si hubiera perdido la cabeza. —Después de esto te interrogarán incluso si finges que te secuestré...