Capítulo 7: La gran venganza de la boda

Uno por Uno: Primer Nombre en la Lista

El primero vivía como si nunca hubiera destrozado una vida.

Como si nunca hubiese interrumpido una boda sagrada con sangre y violencia.

Se hacía llamar "El Pastor" ahora. Predicaba en los pueblos pequeños, fingiendo ser un hombre reformado, guiando almas perdidas con una biblia en la mano… la misma mano con la que aplastó los dientes de Natasha aquella noche.

Pero Natasha no creía en redención.

Creía en la memoria.

Y la memoria duele.

Lo siguió por días, silenciosa, como el eco de un crimen que vuelve a cobrar cuentas. Esperó a que saliera del último sermón. Esperó a que estuviera solo, lejos de su rebaño.

Y lo atrapó.

Lo encañonó con su revólver mientras él orinaba en los arbustos detrás de la iglesia.

No hizo falta decir su nombre.

—¿Quién… quién sos? —balbuceó él, dándose vuelta, viendo a la mujer con una cicatriz en el ojo y un rostro endurecido por los años.

—La que sangró mientras vos reías.

Disparó.

Una vez en la pierna.

Solo para que recordara cómo se siente ser vulnerable.

Él cayó, gritando, suplicando.

—¡Era solo una boda! ¡Yo no sabía que te ibas a levantar!

—Y sin embargo, aquí estoy.

Natasha se arrodilló frente a él, lo miró directo a los ojos. No había odio en su mirada. Solo la frialdad de alguien que ya había muerto por dentro y había vuelto.

—No estoy acá para darte lecciones —susurró—. Estoy acá para devolverte el favor.

Y sin más, le clavó un cuchillo entre las costillas, profundo, lento, como si cada centímetro de acero fuera una palabra no dicha aquella noche.

Cuando el cuerpo quedó quieto, Natasha se limpió las manos en su abrigo de pastor.

Uno menos, quedaban seis más