Cápac, sin tiempo para procesar la situación, se ha embarcado en un viaje junto a los soldados y los sirvientes que se encargaban de llevar toda la carga y los alimentos que se requerirán para llegar al palacio imperial de Cuzco, el cual está a unas cuatro horas caminando desde la villa a la ciudad capital. Todos los sirvientes han sido reclutados, junto a los guardias, para el transporte de todas las pertenencias. Cápac sabía que el despliegue de más de 20 sirvientes para llevar las pertenencias no era una exageración, ya que el imperio inca carecía de carros de carga. La geografía del imperio no había hecho propicio anteriormente la invención de carros de carga. Cápac era consciente de esto y sabía que, junto a la metalurgia, eran sus dos principales puntos a abordar apenas llegara a la capital. Pero primero tenía que lograr cimentar su puesto como heredero del imperio y necesitaba lograr conexiones y poder con los nobles y los sacerdotes. Necesitaba una base con la que poder actuar, pero bajo qué medios podría lograr esa base todavía era una cuestión que se le escapaba de las manos.
No se sabe si era por su rostro cambiante a cada instante o su constante pérdida en el horizonte mientras caminaba, que el sacerdote que cumplió la misión de informar su traslado al palacio se acercó de forma tranquila y le dijo estas palabras: "Su majestad Cápac, lo noto preocupado. No debe preocuparse. En Cuzco, todos esperan al gran enviado de Inti, el elegido por el sol para guiar el imperio a una nueva era, la cual iluminará todos los rincones de esta vasta tierra. Al principio, creí que estas afirmaciones e ideas que circulaban por las clases bajas de la sociedad y las personas comunes eran una exageración, porque no conocían ni podían acercarse a los nobles mayores. Así como los rumores que decían que el hijo menor del gran emperador había sido dotado por los rayos del propio Inti e iluminado con el conocimiento, y que a la temprana edad de 5 años ya podía hablar con una fluidez y propiedad que no se había observado antes. Incluso se cree que sería el próximo Pachacútec, que llevaría al Tahuantinsuyo a una época de prosperidad sin precedentes. Y ahora, que observo sus movimientos y la fluidez con la que habla, definitivamente creo que ha sido tocado por el dios Inti. Como uno de los tres sacerdotes mayores al servicio del gran Inti, confío en las señales que él nos envía, y tengo un presentimiento de que, con usted, un futuro mayor para el imperio puede llegar. Así que, a partir de hoy, me gustaría ser parte de su corte como próximo Sapa Inca y apoyarlo en su ascenso al trono como uno de sus primeros pilares de apoyo, haciendo caso a los instintos y el camino que me ha revelado el dios Inti sobre el futuro que vendrá si sigo sus pasos. Espero que formalmente acepte mi propuesta".
Después de toda esta demostración de sabiduría, perteneciente a una persona mayor que evoca serenidad y tranquilidad por parte del sacerdote, y la propuesta que Cápac no se esperaba apenas avanzado un trayecto tan corto y con la poca interacción que los dos han compartido en este viaje y desde su primer encuentro, una idea llegó a la cabeza de Cápac. No solo no tenía que perder esta oportunidad de tener a su lado a uno de los tres principales sacerdotes de la religión de Inti, sino que, como un reencarnado del siglo XXI, había olvidado un factor muy importante de la época en la que ahora se encuentra: un factor clave que no solo puede hacer mover montañas en el imperio inca o causar las guerras más feroces, o volver enemigos irreconciliables a naciones completas. Algo tan importante que, hasta en la época moderna, todavía causa controversia: la religión. Un factor clave de autoridad, poder y control en la época actual, que todos los monarcas del mundo mantienen una buena relación o directamente el control religioso. ¿Cómo un factor tan importante para Cápac se podía haber olvidado? Justo en este momento, después del discurso del sacerdote, Cápac fue iluminado con un camino que podrá ayudar a sus planes, no solo para consolidar poder, sino lograr un avance considerable para sus planes a futuro y permitir una base sobre la cual poder ir cimentando sus planes.
Después de lo que parecen siglos, el sacerdote que se había arrodillado e inclinado como un símbolo de completa humildad y reverencia que solo se le da al Sapa Inca, como el indiscutido hijo del sol (hay que saber que, aunque Cápac sería reconocido como el próximo Sapa Inca, eso no significa que esté al mismo grado del propio Sapa Inca; solo hay un Sapa Inca, y mientras este esté con vida, aparte de los dioses, no hay nadie con más autoridad y que sea tratado con tal respeto), lo que la acción en este instante demuestra es que, en el corazón del sacerdote, Cápac había sido reconocido como el legítimo y único Sapa Inca que gobierna y guía toda la tierra que el sol toca.
Solo pocos segundos después, como si de una ceremonia se tratara y haciendo gala de dotes de actuación que ni el propio Cápac sabía que podría lograr, y usando todos los músculos faciales que podía mover, enmarcó un rostro sereno y digno que parecía emanar sabiduría y divinidad, como si de un sabio y antiguo rey se tratara. Miró al sacerdote que no levantaba su rostro a la espera de una respuesta, tomando una cantidad de aire extraordinaria para sus pequeños pulmones, para lograr la más solemne voz, y dijo: "Yo, Cápac Huari, descendiente de Túpac Yupanqui, décimo Sapa Inca, hoy miro al sacerdote Chapác Micatle bajo los solemnes rayos del dios Inti, que presencia esta ceremonia, y como testigos a estas personas, acepto su solemne juramento de apoyo y servidumbre como el próximo Sapa Inca. Juro cumplir las expectativas y la revelación que el dios Inti le ha brindado. Así que, ahora, sacerdote Chapác, le pido que levante la cabeza y la mantenga en alto como mi primer y más fiel apoyo a partir de hoy".
Fin del tercer capítulo