—¿Humano? ¿Dragón? ¿Por qué aparecería una combinación tan extraña en el Inframundo?
El perro infernal no podía entenderlo. Su cerebro encogido le impedía pensar tanto. Había nacido como una máquina de guerra y, como sabueso de su amo, estaba destinado a ser incapaz de pensar profundamente. Mirando la escena frente a él, no podía comprender la situación.
—Oye, humano, te aconsejo que te ocupes de tus asuntos. Aunque mi fuerza y habilidad son muy inferiores a las tuyas, ¡te aconsejo que pienses cuidadosamente sobre el amo que está detrás de mí!
—Tsk tsk tsk. El cachorro es bastante feroz, ¿eh?
Joelson curvó sus labios y saltó del lomo del dragón. El cerbero instantáneamente saltó hacia atrás con vigilancia.
«Este humano... no parecía ser una amenaza...»
Pero sus instintos biológicos le decían que la fuerza de este humano no podía medirse por su apariencia.
De hecho, este humano parado sobre el lomo del dragón podría ser incluso más fuerte que el dragón gigante en el suelo.