Mientras se dirigían al Monte Fry-pan pasaron 2 dias,en el camino Yamcha, Launch y Tights hicieron una breve pausa para almorzar e revisar el radar del dragón. Para su sorpresa, detectaron otra esfera del dragón en una aldea cercana. Decidieron hacer una pequeña desviación y dirigirse allí antes de continuar con su viaje.
Al llegar a la aldea, recorrieron el lugar hasta dar con la persona que poseía la esfera: una anciana de apariencia amable pero astuta. Al notar el interés del grupo en la esfera, la mujer esbozó una sonrisa y les hizo una petición inesperada.
—Les daré la esfera del dragón, pero a cambio, necesito que rescaten a tres pequeños que están atrapados en una cueva —dijo con preocupación.
Los describió como un niño de piel azul muy bajito de 12 años, una pequeña niña de 8 años y un niño con apariencia de perro de 9 años. Yamcha, Launch y Tights asintieron, aceptando la misión sin dudarlo. En la mente de Yamcha, una idea se formó de inmediato.
"Mai, Shu y Pilaf… Esto es bueno. Son grandes inventores. Si pueden aprender del Dr. Brief, entonces serían capaces de crear muchas cosas."
—¿Dónde está la cueva? —preguntó Tights, lista para partir de inmediato.
Guiados por la anciana, el grupo se dirigió a la cueva sin perder tiempo. Al llegar, encontraron la entrada parcialmente bloqueada por un derrumbe. Sin dudarlo, Yamcha y Launch comenzaron a escarbar en los escombros, trabajando juntos para despejar el camino y rescatar a los atrapados.
Después de una hora de arduo trabajo, lograron abrirse paso y entrar a la cueva. Sin embargo, no vieron a los niños cerca, por lo que se adentraron aún más en la oscuridad. Luego de avanzar varios cientos de metros, finalmente los encontraron, pero estaban rodeados por enormes monstruos con forma de topo.
Sin dudarlo, Yamcha y Launch se lanzaron al combate, enfrentándose a las bestias con velocidad y fuerza. Con una velocidad impresionante, Yamcha y Launch derribaron a cada monstruo de un solo golpe, demostrando su superioridad. En cuestión de segundos, las criaturas yacían inconscientes en el suelo, permitiendo que los tres pequeños escaparan ilesos. Mai, Shu y Pilaf, aún temblando por la experiencia, expresaron fervientemente su gratitud por haber sido salvados. Entre sollozos, Mai agradecía repetidamente a Yamcha, mientras Tights se acercó para consolarla con una sonrisa amable y unas palmaditas en la espalda. Con lágrimas en los ojos, Pilaf intentó mantener su dignidad, mientras Mai y Shu inclinaron la cabeza en señal de agradecimiento.
—¡Pensé que íbamos a morir ahí dentro! —exclamó Pilaf, aún recuperando el aliento.
—Yo también… Esos monstruos eran aterradores —admitió Shu, temblando un poco.
—Pero ustedes los derrotaron de un solo golpe… ¡Son increíblemente fuertes! —dijo Mai, limpiándose las lágrimas.
—No fue nada, ustedes tuvieron más agallas al aguantar ahí dentro —respondió Yamcha con una sonrisa confiada.
—No exageren tanto, solo fueron unos bichos grandes —añadió Launch, cruzándose de brazos.
Tights, mientras tanto, revisó a los tres pequeños para asegurarse de que no estuvieran heridos.
—Bueno, lo importante es que están bien. Vamos, la anciana nos espera en la aldea —dijo ella con un gesto amable.
Luego, el grupo llevó a los niños de regreso a la aldea, donde la anciana los recibió con una gran sonrisa. Al verlos a salvo, la anciana cumplió su parte del trato y entregó la esfera del dragón a Yamcha y su equipo.
Los aldeanos, al enterarse del rescate, se reunieron rápidamente alrededor del grupo. Algunos llevaron comida y bebidas para los viajeros, mientras otros felicitaban a Yamcha y Launch por su valentía.
—¡No sé cómo agradecerles! Esos pequeños son como nuestros propios hijos —dijo un anciano con voz temblorosa.
—¡Son héroes! —exclamó una mujer, abrazando a Mai, Shu y Pilaf.
La anciana observó la esfera del dragón en las manos de Yamcha y frunció el ceño con curiosidad.
—¿Esta cosa realmente es tan valiosa? La encontré hace años cerca del río y la he tenido como adorno desde entonces.
Tights sonrió y le explicó brevemente sobre las esferas del dragón y su leyenda. Los aldeanos escucharon con asombro, intercambiando miradas de incredulidad.
—¿Así que, si reúnen todas, pueden pedir un deseo? —preguntó un aldeano con los ojos bien abiertos.
—Exactamente, pero no es tan fácil como parece —respondió Yamcha, guardando la esfera en su mochila.
—¡Vaya! No tenía idea de que fuera algo tan especial —dijo la anciana con una carcajada—. Bueno, me alegra que haya caído en buenas manos.
Los aldeanos ofrecieron un pequeño banquete en honor a los héroes, compartiendo sus humildes pero deliciosos platillos. Durante la comida, varios niños se acercaron curiosos a Launch y Yamcha, pidiéndoles que les contaran historias de sus aventuras.
—¡¿De verdad derrotaron a esos monstruos de un solo golpe?! —preguntó un niño emocionado.
—Así es, pero no fue gran cosa —respondió Yamcha con una sonrisa confiada, mientras Launch asentía con orgullo.
—¡Yo quiero ser tan fuerte como ustedes cuando crezca! —exclamó otro niño, con los ojos brillantes de emoción.
—Si entrenas duro y comes bien, seguro lo lograrás —dijo Launch, revolviendo el cabello del pequeño.
Tights observó la escena con una sonrisa, disfrutando del ambiente cálido y amistoso.
—Este lugar es increíble. La gente aquí es realmente amable —comentó.
—Sí, aunque no te acostumbres mucho, que tenemos un viaje que seguir —respondió Yamcha con una ligera risa.
Antes de irse, algunos aldeanos entregaron pequeñas ofrendas al grupo, como amuletos de la suerte, provisiones para el camino y hasta una capa tejida a mano para cada uno. La anciana se despidió con un gesto amable.
—Que el destino los guíe en su viaje. Y si alguna vez vuelven, serán bienvenidos —dijo con una sonrisa.
Con la esfera del dragón en su poder y nuevas amistades forjadas, Yamcha, Launch y Tights se despidieron de la aldea, listos para continuar su aventura.
Con la esfera del dragón en su poder y nuevas amistades forjadas, Yamcha, Launch y Tights se despidieron de la aldea, listos para continuar su aventura.
Tras dejar atrás la aldea, el grupo retomó su camino con dirección al Monte Fry-pan, donde según el radar se encontraba la siguiente esfera del dragón. El viaje transcurrió sin incidentes, y pronto divisaron la imponente montaña en el horizonte.
—Vaya, sí que es enorme —comentó Tights, maravillada por el tamaño del monte.
—Sí, y dicen que el Rey Gyuma, un antiguo discípulo del maestro Roshi, vive aquí —agregó Yamcha.
—¿Crees que sea fuerte? —preguntó Launch con curiosidad.
—Definitivamente. Si entrenó con el maestro Roshi, no será alguien a quien podamos tomar a la ligera —respondió Yamcha con seriedad.
A medida que se acercaban, notaron que la zona aún estaba en calma, sin rastros del fuego ya que faltaban unos cuantos años para que eso suceda.
—Parece que el radar indica que está en ese gran castillo —dijo Tights.
—Bueno, veamos si encontramos a alguien que pueda decirnos algo sobre la esfera —dijo Yamcha mientras el grupo continuaba su camino hacia la base del monte.
Pronto llegaron a las imponentes puertas del castillo del Rey Gyuma. Yamcha se acercó y tocó con firmeza. Unos segundos después, un fuerte crujido se escuchó cuando la enorme puerta de madera se abrió lentamente, revelando a un gigante de aspecto imponente.
—¿Quiénes son ustedes y qué buscan en mi castillo? —rugió con voz grave, mirando con recelo al grupo.
Tights tragó saliva, impresionada por su tamaño, mientras Yamcha dio un paso adelante con confianza. En su mente, no podía evitar compararlo con lo que recordaba del anime. "En verdad es enorme... en la serie no parecía tan grande", pensó sorprendido.
—Somos viajeros en busca de un objeto especial —dijo Yamcha con cautela—. Según nuestro radar, hay algo importante en este lugar.
El gigante soltó una carcajada profunda que retumbó en el aire.
—¡JAJAJA! Pues ya están hablando con el dueño de este castillo. Yo soy el Rey Gyuma —afirmó con orgullo.
El grupo intercambió miradas sorprendidas. Yamcha sonrió, entendiendo que estaban frente a una verdadera leyenda del combate.
—Es un honor conocerlo, Rey Gyuma —dijo Yamcha, inclinando levemente la cabeza en señal de respeto.
—¡Bien! No sé qué objeto buscan, pero si creen que pueden venir aquí a pedir cosas sin más, ¡primero quiero ver de qué están hechos! —exclamó Gyuma, adoptando una postura imponente.
Launch sonrió con emoción y se preparó para el combate, mientras Tights suspiraba, sabiendo que una nueva batalla estaba a punto de comenzar.
—¡No nos subestime, viejo! —dijo Launch con una sonrisa desafiante.
Gyuma rió nuevamente, evaluando a los jóvenes frente a él.
—Me gusta su espíritu. Pero demostrar su valía no será tan sencillo. Prepárense —dijo mientras tomaba una postura de combate.
Tights observó la escena con curiosidad y emoción, mientras Yamcha y Launch se posicionaban con determinación. Yamcha cruzó los brazos y sonrió con confianza.
—Esta vez, Launch, la batalla es tuya —dijo Yamcha.
Launch lo miró con sorpresa.
—¿Ah? ¿Y eso por qué? Pensé que querías probarte contra este grandote.
Yamcha asintió.
—Claro que quiero, pero tú has mejorado muchísimo. Quiero ver de lo que eres capaz. Además, no hay mejor manera de aprender que luchando contra un rival fuerte.
Launch sonrió con confianza y se giró hacia Gyuma.
—¡Te voy a patear el trasero, gigante! —exclamó, provocando otra carcajada de Gyuma.
—¡Muy bien, jóvenes! ¡Veamos de qué están hechos! —exclamó el rey mientras se lanzaba al combate.
Launch se adelantó con una velocidad impresionante, apareciendo y desapareciendo a su alrededor con el Zanzōken. Gyuma intentó seguirla con la vista, pero su tamaño le dificultaba reaccionar a tiempo. De repente, Launch apareció a su costado y descargó una serie de golpes veloces, impactando en sus costillas. Sin embargo, el gigante apenas se inmutó y respondió con un manotazo brutal que Launch esquivó en el último instante.
—¡Esto es increíble! —exclamó Tights, con los ojos brillantes de emoción—. ¡Launch es rápidisima!
—Sí, pero Gyuma ni siquiera está usando toda su fuerza —comentó Yamcha con seriedad—. Su experiencia le da la ventaja.
Gyuma frunció el ceño y sonrió con aprobación.
—Nada mal, chica, pero veamos qué haces contra esto.
De repente, su figura se multiplicó y Launch se vio rodeada de Gyumas.
—¡Zanzōken! —exclamó Yamcha, sorprendido—. ¡No me esperaba que con su gran cuerpo pudiera hacer esa técnica!
Launch chasqueó la lengua, tratando de detectar al verdadero. Antes de que pudiera reaccionar, un poderoso puñetazo la impactó en el abdomen, lanzándola varias decenas de metros atrás. Se detuvo rodando por el suelo y se incorporó con dificultad, limpiándose el labio con una sonrisa desafiante.
—Nada mal, viejo... pero yo también tengo mis trucos.
En un instante, Launch desapareció con el Zanzōken, creando varias imágenes de sí misma alrededor de Gyuma. El gigante intentó seguirle el rastro, pero la velocidad de Launch superaba la suya. Justo cuando parecía que iba a lanzar un ataque, ella utilizó el Taiyoken, cegándolo momentáneamente con una potente luz. Gyuma gruñó, retrocediendo confundido.
—¡Ahora es mi oportunidad! —gritó Launch, juntando sus manos mientras una corriente eléctrica comenzaba a formarse entre ellas.
—¡Oh no... eso es...! —murmuró Yamcha, abriendo los ojos con sorpresa.
—¡Bankoku Bikkuri Shō! —exclamó Launch, desatando una descarga eléctrica brutal que atrapó a Gyuma en una prisión de energía.
El gigante rugió y trató de resistirse, pero fue inútil. Paralizado y sufriendo constantes corrientes eléctricas, finalmente se desmayó. Launch soltó su técnica y luego exclamó emocionada:
—¡Gané! —saltando de alegría.
Por unos instantes, reinó el silencio. Luego, Tights saltó de emoción.
—¡Ganó! ¡Launch ganó!
Yamcha sonrió, impresionado.
—Vaya... eso fue una batalla impresionante. Launch realmente ha mejorado.
Unos minutos después, Gyuma comenzó a despertar lentamente. Se llevó una mano a la cabeza y dejó escapar una carcajada fuerte y profunda.
—¡JAJAJA! ¡Eso sí que fue una buena pelea! —exclamó mientras se incorporaba con esfuerzo—. No esperaba encontrarme con una joven tan fuerte. Has demostrado tu valía, Launch.
Launch cruzó los brazos y sonrió con orgullo, aún respirando con dificultad.
—¡Te lo dije, viejo! ¡Te patearé el trasero y el siguiente será Son Gohan!
Gyuma siguió riendo y asintió con aprobación.
—Bien, bien. Han demostrado ser dignos guerreros. ¡Pero no olvides que aún tienes mucho por aprender, muchacha! La próxima vez que peleemos, no me contendré tanto.
Launch soltó una carcajada y se estiró.
—¡Eso espero! La próxima vez te ganaré sin trucos.
—¡Eso quiero ver! —respondió Gyuma, aún divertido—. Ahora, díganme, ¿qué es ese objeto que buscan?
Tights, aún emocionada por la pelea, se volvió hacia Yamcha con curiosidad.
—Oye, Yamcha, explícame esas técnicas que usaron. ¿Cómo funcionó ese truco de Launch para cegarlo?
Yamcha asintió con una sonrisa.
—Eso se llama Taiyōken. Es una técnica que emite un destello de luz cegador. Si lo usas bien, puedes desorientar a tu oponente por unos segundos.
—¡Increíble! —exclamó Tights—. ¿Y qué hay del último ataque? Parecía electricidad pura.
—Ese fue el Bankoku Bikkuri Shō —explicó Yamcha—. Es una técnica que paraliza al enemigo con electricidad, dejándolo indefenso por unos instantes. Launch lo aprovechó muy bien.
Tights asintió, fascinada.
—Así que artes marciales, trucos de luz y hasta electricidad... ¡El mundo es realmente asombroso!
Gyuma sonrió al escucharla, pero su expresión cambió a una de sorpresa.
—Esperen un momento... ¡esas técnicas! ¡Son del Maestro Roshi! —exclamó con asombro—. ¿Son discípulos suyos?
Yamcha asintió con una sonrisa orgullosa.
—Así es. Somos sus alumnos.
Gyuma cruzó los brazos y asintió con aprobación.
—Eso explica muchas cosas. El viejo Roshi siempre entrenó a guerreros excepcionales. No me sorprende que sean tan fuertes.
—Y no solo lo conocemos a él —agregó Yamcha—. También nos enfrentamos a su antiguo compañero, Son Gohan.
Los ojos de Gyuma se abrieron con asombro.
—¿Son Gohan? ¿Aún vive?
—Sí, y sigue siendo increíblemente fuerte —respondió Yamcha con una sonrisa nerviosa—. De hecho, nos derrotó a los dos sin ningún esfuerzo.
Gyuma rió con fuerza.
—¡Jajajaja! ¡Eso suena como él! Siempre fue un prodigio en las artes marciales. No me extraña que aún pueda con jóvenes como ustedes. Me alegra saber que está bien.
Launch cruzó los brazos y sonrió con determinación.
—Bueno, él será el siguiente al que derrote.
Tights sonrió y sacó una libreta, anotando rápidamente.
—¡Esto es genial! Un maestro anciano que sigue siendo invencible, guerreros con técnicas sorprendentes, un castillo enorme... ¡Definitivamente tengo que escribir sobre esto!
Justo en ese momento, una voz infantil se escuchó desde el interior del castillo.
—¡Papá! ¿Quiénes son esos?
Todos voltearon para ver a una pequeña niña de cabello negro y vestido tradicional rojo asomarse por la puerta. Gyuma sonrió con orgullo y la llamó con un gesto.
—Ven aquí, Milk. Estos jóvenes son guerreros muy fuertes.
Milk se acercó con curiosidad, observando con admiración a Launch y a Yamcha.
—¿Ustedes son artistas marciales? ¡Yo también quiero ser fuerte como ustedes!
Gyuma sonrió con ternura y le explicó:
—Son fuertes porque, igual que tu padre, son discípulos del Maestro Roshi.
Milk abrió los ojos con asombro y se volvió hacia su padre con emoción.
—¡Papá! ¡Quiero que el Maestro Roshi me entrene también!
Gyuma parpadeó sorprendido, pero luego soltó una risa.
—Jajajaja, eres aún muy joven para ese tipo de entrenamiento, Milk.
—¡No me importa! ¡Si ellos pudieron, yo también! —protestó Milk con determinación.
Launch sonrió y se agachó para quedar a su altura.
—Tienes agallas, pequeña. Si sigues con ese espíritu, seguro te volverás fuerte.
Milk la miró con admiración y luego apuntó a Yamcha.
—¡Entonces pelearé contigo cuando sea más grande!
Yamcha se rió con diversión y se cruzó de brazos.
—Eso suena como un reto. Cuando crezcas y entrenes, lo acepto.
Milk sonrió ampliamente y luego se giró hacia Tights con curiosidad.
—¿Y tú? ¿También eres una luchadora?
Tights soltó una pequeña risa y negó con la cabeza mostrandole su libreta. "No, pero soy una novelista. Me encanta escribir historias de todo tipo."
Milk tomó la libreta con asombro y comenzó a ojearla. "¡Wow! ¡Aquí también hablas de mi papá!" exclamó sorprendida.
Tights asintió. "Claro, tu padre es una leyenda en el mundo de las artes marciales. Su historia es fascinante."
Milk sonrió con orgullo y se acercó más a Tights. "Entonces, si entreno mucho y me vuelvo fuerte, ¿también escribirán sobre mí?"
Tights rió y le revolvió el cabello con suavidad. "Si logras grandes hazañas, sin duda te convertirás en la protagonista de una historia increíble."
Milk apretó los puños con emoción. "¡Lo haré! ¡Voy a ser la más fuerte para que escriban sobre mí!"
Luego de un rato de descansar Gyūmaō se levanto se cruzó de brazos y soltó una carcajada fuerte mientras miraba a Yamcha, Launch, Tights y Milk.
—¡Bueno, muchachos, si quieren la esfera del dragón, síganme! ¡Vamos a buscarla en mi tesorería!
—¿En serio? ¿Así de fácil? —preguntó Yamcha, algo sorprendido.
—¡Por supuesto! —Gyūmaō golpeó su enorme pecho con orgullo—. ¡Tengo tantas cosas ahí dentro que apenas me acuerdo de lo que guardo!
Milk rodó los ojos. —Porque nunca ordenas nada, papá…
—¡Exacto! —rió Gyūmaō sin el menor remordimiento.
El grupo lo siguió por un enorme pasillo de piedra hasta que llegaron a unas puertas gigantescas de madera reforzada con metal. Con un fuerte empujón, Gyūmaō las abrió de par en par, revelando una impresionante sala llena de montañas de oro, cofres, armas antiguas y todo tipo de objetos extraños y valiosos.
—¡Bienvenidos a mi tesorería! —exclamó con orgullo.
Los ojos de Launch brillaron. —¡Wow, esto es una mina de oro!
Tights caminó entre los tesoros con una gran sonrisa. —Oye, Gyūmaō, ¿te importaría si me llevo un par de estos artefactos para estudiarlos?
—¡Mientras no toquen mi colección de cascos, agarren lo que quieran!
—¿Colección de cascos? —murmuró Yamcha, rascándose la cabeza.
Yamcha suspiró y se cruzó de brazos. —No se distraigan, estamos aquí por la esfera del dragón.
Launch (en su versión rubia) tomó una espada dorada y la levantó con emoción. —¡Con esto me vería como una verdadera reina pirata!
—Solo te falta el parche en el ojo. —bromeó Yamcha.
De repente, Tights levantó la tapa de un cofre pequeño y sonrió. —¡Aquí está la esfera!
—¡Bien hecho! —exclamó Gyūmaō—. Aunque ahora que lo pienso… ¿por qué no aprovechan y me ayudan a organizar un poco este lugar?
El grupo se quedó en silencio por un momento antes de que Yamcha dijera:
—¡Rápido, chicos, salgamos de aquí antes de que nos ponga a trabajar!
—¡Sí! —gritaron Launch y Tights, corriendo tras él mientras Gyūmaō soltaba una carcajada enorme.
Milk solo se llevó una mano a la frente, suspirando con fastidio. —Siempre lo mismo…
Gyūmaō soltó una carcajada al ver que el grupo intentaba huir.
—¡Ja, ja, ja! ¡Vamos, muchachos, solo un poco de ayuda! No les estoy pidiendo que limpien todo el castillo.
Yamcha se detuvo, suspirando. —Bueno… supongo que no estaría mal echar una mano. Después de todo, nos estás dando la esfera.
Launch (versión rubia) resopló. —¡Tsk, justo cuando iba a escaparme!
Tights sonrió y se estiró. —¡Está bien! Siempre es interesante ver qué cosas raras aparecen en montañas de tesoros.
Así que el grupo comenzó a organizar la tesorería. Yamcha se encargó de apilar los cofres con monedas en un solo lugar, aunque cada tanto se detenía a examinar alguna pieza de oro con curiosidad.
—¿Tienes idea de cuánto debe valer todo esto, Gyūmaō?
—¡Bah! No tengo tiempo de contar monedas. Mientras haya suficiente para comer y vivir cómodamente, no me preocupo.
Tights revisaba una pila de objetos antiguos, separando los que parecían más interesantes.
—¿Qué demonios es esto? —preguntó, sacando lo que parecía una bota de metal con incrustaciones de gemas.
—¡Oh, eso era parte de una armadura legendaria! Bueno, creo… ¡o tal vez es una vieja olla de presión! —dijo Gyūmaō con una risa estruendosa.
Launch (rubia) estaba entretenida probándose diferentes cascos de la colección de Gyūmaō.
—¡Miren este! Me da una vibra de guerrera vikinga.
—Lástima que sigas pareciendo una ladrona de poca monta. —bromeó Yamcha.
—¿¡Qué dijiste!? —Launch sacó un hacha decorativa y lo apuntó con una mirada desafiante.
—¡Nada, nada! ¡Te queda perfecto! —dijo Yamcha, levantando las manos con una sonrisa nerviosa.
Milk, por su parte, era la única que de verdad intentaba poner orden, aunque de vez en cuando tenía que evitar que los demás volvieran a desordenarlo todo.
—¡Bien, bien! Esto ya se ve un poco mejor. No es perfecto, pero al menos ahora puedo caminar sin tropezarme con una lanza o una estatua.
Mientras el grupo organizaba un poco la tesorería, Yamcha levantó una enorme copa dorada con incrustaciones de esmeraldas y la examinó con curiosidad.
—Oye, Milk, ¿cómo consiguió tu padre tantas cosas? Aquí hay más tesoros que en un cuento de piratas.
Milk suspiró y se cruzó de brazos. —Papá era un discípulo del Maestro Roshi, igual que ustedes. En su juventud, viajó por todo el mundo derrotando bandidos, explorando ruinas antiguas y rescatando tesoros de lugares peligrosos.
Launch (rubia) silbó, impresionada. —¡Vaya, qué tipo tan rudo!
—Sí, pero no solo eso… —Milk señaló una enorme estatua de oro en forma de dragón—. También ganó muchos de estos tesoros en torneos de artes marciales o los recibió como regalos de gente a la que ayudó.
Tights levantó una ceja mientras sacaba un cetro con un rubí gigante en la punta. —¿Y este tipo de cosas se las regalaron? ¡Parece el tesoro de un rey!
—Aparentemente, sí… aunque también papá tiene la mala costumbre de comprar cosas raras en los mercados de antigüedades sin preguntar cuánto valen.
Yamcha soltó una carcajada. —¿Así que Gyūma es un coleccionista compulsivo?
—Más bien un comprador impulsivo… —suspiró Milk—. Una vez intercambió un costal entero de oro por una "espada legendaria"… que resultó ser una vieja espada oxidada con una historia inventada por el vendedor.
Launch (peliazul) estalló en risas. —¡Ja, ja, ja! ¡Me agrada tu padre!
Tights sonrió mientras se ponía un collar de perlas gigantes. —Bueno, al menos ahora entendemos por qué tiene tantas cosas. Es como un aventurero que nunca dejó de coleccionar recuerdos.
Gyūmaō, que los había estado escuchando, soltó una carcajada estruendosa.
—¡Ja, ja, ja! ¡Exacto! Pero lo más importante no es cuánto vale cada cosa… ¡sino las historias detrás de ellas!
Yamcha sonrió. —Eso suena a algo que diría un verdadero artista marcial.
Milk suspiró y sacudió la cabeza. —Sí, sí… pero igual podríamos vender algunas cosas para comprar cosas más útiles.
Después de un rato, Yamcha tomó la esfera del dragón y la levantó con satisfacción, organizaron la tesorería (o al menos lo suficiente para que Gyūmaō pudiera caminar sin tropezar con montañas de oro y cofres abiertos), Yamcha estiró los brazos con un bostezo.
—Bueno, creo que con esto es suficiente.
Launch (rubia) se dejó caer sobre un montón de cojines de terciopelo. —¡Sí! ¡Estoy agotada!
Tights también se estiró, dejando a un lado un viejo casco que había estado inspeccionando. —La verdad es que fue un día largo… Oye, Gyūmaō, ¿podríamos quedarnos a dormir aquí esta noche?
Gyūmaō soltó una gran carcajada y dio una palmada que hizo temblar el suelo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Por supuesto! ¡Este castillo es enorme! Hay habitaciones de sobra, y además, sería un honor recibir a discípulos de mi viejo maestro.
Yamcha sonrió. —¡Genial! Nada como dormir en un castillo después de una buena aventura.
—¡Sí! ¡Espero que la comida sea tan buena como los tesoros! —dijo Launch (rubia), animada.
—¡Por supuesto! ¡Voy a decirle a los cocineros que preparen un gran festín! ¡Comeremos hasta no poder más! —exclamó Gyūmaō con entusiasmo.
—¡Eso suena perfecto! —dijo Tights, frotándose las manos.
Minutos después, el grupo estaba en un enorme comedor lleno de platos deliciosos. Gyūmaō comía con una velocidad sorprendente, mientras Yamcha, Launch y Tights intentaban seguirle el ritmo.
—¡Wow, ahora entiendo de dónde sacaste ese tamaño! —bromeó Yamcha mientras veía a Gyūmaō devorar un enorme pedazo de carne.
—¡Ja, ja, ja! ¡Si entrenan lo suficiente, también podrán comer así!
Milk, que comía con más calma, los miró de reojo. —Bueno, al menos saben comportarse en la mesa… más o menos.
—¡Más o menos es suficiente! —dijo Launch (rubia) con una carcajada.
Después de la cena, Gyūmaō los llevó a sus habitaciones. Cada uno tenía una enorme cama con mantas mullidas y cómodas.
—¡Descansen bien, muchachos! ¡Mañana pueden seguir su viaje con energías renovadas!
—¡Gracias, Gyūmaō! —dijo Yamcha, estirándose—. ¡Buenas noches!
—¡Buenas noches! —respondieron Tights y Launch al unísono.
Milk, antes de cerrar la puerta de su habitación, los miró. —Y por favor, ¡no hagan ruido en la madrugada!
—¡Nada de promesas! —bromeó Launch, sacándole la lengua.
Y así, después de un día de aventura, bromas y organización de tesoros, el grupo disfrutó de una noche de descanso en el castillo de Gyūma.