Tras conseguir la última Dragon Ball y haberse despedido del Rey Chappa, el grupo de Yamcha, Launch, Tights y Pamput se dirigieron a la cima de una montaña, un terreno abierto sin obstáculos colocaron las siete esferas juntas un resplandor dorado parecía intensificarse a medida que se acercaba el momento.
Yamcha se giró hacia sus amigos. "¿Listos para pedir nuestro deseo?"
Las siete Dragon Balls brillaban intensamente sobre el terreno, y el grupo de Yamcha, Launch, Pamput y Tights se agruparon a su alrededor. La atmósfera estaba cargada de emoción. Sabían que estaban a punto de hacer realidad un deseo que cambiaría el curso de su entrenamiento y sus vidas.
"¡Es el momento!" dijo Yamcha con una sonrisa confiada. "Vamos a hacer nuestro deseo."
Launch, con su energía habitual, sonrió ampliamente. "¡Este va a ser un deseo increíble!"
Pamput, observando las esferas, se cruzó de brazos y dijo con una sonrisa algo irónica, "No me imaginaba que todo esto fuera real, pero parece que está sucediendo."
Tights, con una mirada decidida, levantó la mano hacia las esferas. "Ahora, todos juntos. Debemos invocar a Shenlong."
Tight hizo una pausa antes de gritar con fuerza: "¡Sal, Shenlong, y cumple mi deseo!"
En ese instante, las esferas de dragón comenzaron a brillar con una luz cegadora. Un resplandor dorado iluminó el cielo, y una figura gigantesca apareció en el horizonte. El enorme Shenlong, con su cuerpo serpenteante, emergió del centro de las esferas, llenando el cielo con su presencia.
Su voz profunda resonó en el aire, como un trueno lejano: "¿Quién me ha llamado? ¿Qué es lo que desean?"
Yamcha, con el rostro decidido, dio un paso al frente. "Shenlong, mi deseo es el siguiente: Quiero una máquina que cree ropa especial capaz de ajustar el tamaño por si solo y pueda variar el peso entre 1 kg y 10 toneladas. Además, que sea capaz de repararse por sí sola, para que siempre esté lista para mi entrenamiento, sin importar cuánto desgaste sufra."
Shenlong lo observó por un momento con su mirada penetrante y luego, con una leve sonrisa, respondió: "Ese deseo es muy fácil para mí, te lo cumpliré."
Un resplandor envolvió a Yamcha. La energía era intensa, pero no lo suficiente como para abrumarlo. De repente, una pequeña máquina apareció en el aire, levitando frente a él. Era compacta, con un diseño sencillo pero elegante, y parecía estar hecha para cumplir exactamente con lo que había solicitado.
"Ahí está," dijo Shenlong, su voz grave y profunda resonando nuevamente. "Con esta máquina, podrás crear ropa que se ajuste por si misma, variando su peso desde 1 kg hasta 10 toneladas, y cambiando de tamaño según lo desees. Y como me pediste, se reparará sola, sin importar el daño que sufra."
Yamcha tomó la máquina con una sonrisa satisfecha, observando cómo emitía una suave luz mientras flotaba frente a él. "¡Es perfecto! Esto va a cambiar por completo mi entrenamiento. ¡Gracias, Shenlong!"
Shenlong, con su eterna sabiduría, sonrió levemente. "Ya les he cumplido su deseo, ahora me despido."
Después de que Shenlong se va, las Dragon Balls se dispersan pero Yamcha logra atrapar la de 4 estrellas y guardarla ya que tenia que devolvérsela a Son Gohna. El grupo de Yamcha observa la máquina en sus manos.
Yamcha se volteó hacia Launch y Pamputt, con una sonrisa optimista. "¡Esto va a ser increíble! Con esta máquina, vamos a poder entrenar aún más intensamente. ¡Podemos crear ropa que se ajuste perfectamente a nuestras necesidades y resistir el mayor esfuerzo!"
Pamput, con una mirada de sorpresa, asintió lentamente. "¿Ropa que cambia de tamaño y peso? ¡Eso suena loco! Pero si realmente puede ayudar con el entrenamiento, me parece increíble."
Launch, con entusiasmo añadió: "Eso significa que podemos cargar con trajes de 10 toneladas si es necesario… eso me mataria."
Yamcha rió, mirando la máquina. "¡Sí, eso es cierto! Tendremos regular el peso como el Maestro Roshi. Pero al menos no tendremos que cargar con esos caparazones de tortuga tan ridiculos."
Launch sonrió con entusiasmo. "¡Eso va a ser una gran ventaja! ¡Imagina entrenar con ropa tan pesada! Si sobrevivimos a eso, seremos más fuertes que nunca."
Pamput frunció el ceño, confundido. "¿Caparazón de tortuga? ¿Qué significa eso?"
Yamcha, al ver la confusión de Pamput, se adelantó y explicó. "El Maestro Roshi solía hacernos entrenar con pesas extremadamente pesadas con forma de caparazón de tortuga que no podíamos quitar,es una forma de entrenamiento bastante efectivo pero muy agotadora."
Después de una semana de viaje, el grupo de Yamcha, Launch, Pamput y Tights finalmente llegó a Kame House. La playa tranquila y la casa que había sido testigo de tantas aventuras y entrenamientos les traía una sensación de familiaridad y determinación.
"¡Por fin hemos llegado!" exclamó Yamcha, estirándose después del largo viaje. "Me siento como si estuviera de vuelta en casa."
Launch, siempre enérgica, asintió con una sonrisa amplia. "¡Toda esta semana de viaje ha valido la pena! Ahora podemos entrenar aún más fuerte para el torneo."
Pamput miró a su alrededor, observando el paisaje. "Este lugar... es raro. Se ve tan relajado, pero ya sé que cuando entremos ahí dentro, las cosas se pondrán intensas."
Tights, mientras miraba hacia Kame House, suspiró y se dio vuelta hacia el grupo. "Chicos, quiero hablar con ustedes antes de que sigamos adelante."
Todos se voltearon, y Yamcha frunció el ceño al notar la seriedad de Tights. "¿Qué pasa, Tights? ¿Te pasa algo?"
Tights sonrió suavemente. "No, no es nada malo. Es solo que... después de pensarlo mucho, creo que es hora de que me despida. Este viaje me ha dado tantas ideas para mi novela pero verlso solo entrenar la verdad no me apetece y tengo que plasmar todas las ideas y ver que dice m ieditor de esta historia que em ayudaron a desarrollar."
Tights, antes de subirse al vehículo, sonríe ampliamente a todos:— ¡No se olviden de dar lo mejor de ustedes! ¡Estaré viéndolos en el torneo y me aseguraré de escribir sobre sus victorias! ¡No me decepcionen!
Launch, con una sonrisa confiada, se acerca y la abraza rápidamente pero cálidamente.— ¡Te vamos a dejar impresionada, Tights! No solo vamos a ganar, vamos a dejarles una buena historia que contar.
Yamcha se ríe y también la abraza con una sonrisa amplia.— ¡Seguro! No te preocupes, Tights. Tu solo danos ánimos desde la primera fila. ¡Vamos a dar todo!
Pamput, con su habitual energía, da un paso adelante y, sonriendo de oreja a oreja, extiende los brazos.— ¡Nos vemos pronto, Tights! ¡Cuando volvamos, seremos los más fuertes del torneo, ya lo verás! ¡Yo no me ando con chiquitas! ¡Así que prepárate para un espectáculo increíble!
Tights se ríe ante su entusiasmo, respondiendo mientras le lanza una mirada divertida.— ¡No dudo que serás el showman del grupo, Pamput! ¡Lo voy a disfrutar muchísimo! ¡Nos vemos en el torneo!
Cuando todos terminan de despedirse, Tights se sube al vehículo con una última sonrisa y, antes de partir, grita desde la ventana:— ¡Mucho ánimo, chicos! ¡Sé que van a arrasar!
Con Tights ya alejándose, Roshi aparece, con su eterna sonrisa jovial.— ¡Qué hermosa amistad tienen! Pero creo que ya es hora de que entrenen, ¿no creen? Y... ¿quién es este jovencito que traen?
Yamcha responde con una sonrisa confiada, guiñando un ojo:— Este es Pamput, maestro. Él también quiere ser su discípulo.
Pamput, con una sonrisa brillante y el típico entusiasmo que lo caracteriza, da un paso adelante y responde sin dudar:— ¡Soy Pamput, y estoy listo para lo que venga! ¡Nada de entrenamiento aburrido, solo acción!
Roshi, divertido por la actitud tan jovial de Pamput, le da una palmada en la espalda y suelta una risa.— ¡Jajaj! Me gusta tu energía, muchacho. ¡Bienvenido a bordo! Prepárate, porque esto no será fácil.
Pamput le responde con una sonrisa aún más amplia.— ¡Eso es lo que me gusta, maestro! ¡Nada fácil, todo a lo grande!
Tights, observando la escena desde el vehículo, asoma la cabeza por la ventana y grito co nestusiasmo: espero ver sus maravillosos combates en el Torneo.
Después de la charla sobre las aventuras y los retos del grupo, Yamcha sacó una carta de su bolsillo y la sostuvo frente a el Maestro Roshi.
— Maestro Roshi, antes de continuar con el entrenamiento, quería entregarte algo —dijo Yamcha, mientras extendía la carta hacia él—. Esta carta viene de Son Gohan, el antiguo discípulo tuyo. Me alegró mucho saber que sigues en buena salud, y quería que la leyeras tú mismo.
Roshi levantó una ceja, curioso, y tomó la carta con una mano, mirándola un momento antes de abrirla.
— ¡Vaya, Gohan! —dijo, claramente sorprendido y emocionado—. No me esperaba recibir noticias de él.
Con un movimiento tranquilo, Roshi comenzó a leer en voz baja. A medida que avanzaba en la carta, su expresión pasó de sorpresa a una mezcla de nostalgia y reflexión. Después de un rato, bajó la carta, miró al grupo y suspiró profundamente.
— Gohan menciona que adoptó a un niño llamado Goku —dijo Roshi, mirando la carta—. Y lo que me sorprende es que, aunque es muy joven, ya tiene una fuerza impresionante para su edad. Y... tiene una cola. Eso es algo muy extraño, pero parece que Goku tiene un talento natural asombroso.
Pamput, con los ojos brillando de curiosidad, dio un paso hacia adelante y preguntó:— ¡Un niño con cola! eso es raro pero bueno esepro conocerlo algun dia
Roshi, mirando la carta con más atención, asintió lentamente.— Gohan dice que Goku tiene un potencial increíble. Si realmente crece como lo menciona, podría llegar a ser un gran artista marcial. Y lo más importante es que Gohan espera que, cuando el niño sea mayor, pueda entrenarlo para que desarrolle su fuerza al máximo
Mientras el grupo seguía conversando, Yamcha se quedó en silencio por un momento, mirando al Maestro Roshi. En su mente, pensaba:
Claro que será fuerte... es Goku, el protagonista. Desde el principio, siempre fue alguien con un destino grande y poderoso ademas de ser Sayayin una de las razas con mas ventajas del universo.
Pero, mientras reflexionaba sobre eso, también sabía que su propio camino como luchador no sería fácil, y tenía mucho por delante. Aunque Goku podía tener un gran futuro, Yamcha estaba decidido a forjar el suyo con esfuerzo y dedicación.
Roshi miró a Yamcha y Launch con una expresión seria pero satisfecha. Habían llegado lejos en su entrenamiento, y él lo sabía.
— Bien, muchachos, les he enseñado todo lo que sé. Han entrenado duro, han demostrado su talento y ahora ha llegado el momento de que den el siguiente paso. — Roshi hizo una pausa, cruzando los brazos—. Si realmente quieren volverse más fuertes, su próximo desafío es la Torre Karin.
Yamcha y Launch se miraron por un momento. Sabían que la Torre Karin era un lugar legendario.
— ¿Dónde está exactamente, maestro? —preguntó Launch, con los brazos en la cintura.
Roshi señaló hacia el horizonte.— Se encuentra en el centro del continente, en un lugar remoto. Es una torre altísima que se dice que oculta un secreto para volverse más fuerte. Solo los verdaderos guerreros pueden llegar a la cima y obtener su recompensa.
Yamcha apretó los puños con emoción.— Entiendo. Si ese es el siguiente paso, entonces iremos de inmediato.
Roshi sonrió levemente.— Esa es la actitud. Pero recuerden, no será fácil. Muy pocos han logrado escalarla y completar la prueba. Pero si logran hacerlo, regresarán mucho más fuertes.
Launch asintió con determinación.— Entonces no hay tiempo que perder. ¡Vamos, Yamcha!
Pamput, que había estado escuchando, dio un paso adelante con una gran sonrisa.— ¡Wow! Eso suena increíble. Pero yo me quedaré un poco más, ¿cierto, maestro?
Roshi asintió.— Así es, Pamput. Aún eres nuevo, así que me encargaré de entrenarte al máximo antes de que tomes ese camino. Pero no te preocupes, si trabajas duro, tú también podrás intentarlo algún día.
Pamput asintió con emoción, mientras Yamcha y Launch se preparaban para partir. Roshi los miró una última vez antes de despedirse.
— Buena suerte, muchachos. Recuerden "Hay que trabajar, hay que aprender, hay que comer, hay que descansar y también hay que jugar" esa es la base de un buen entrenamiento.
Con esas palabras en mente, Yamcha y Launch partieron, listos para enfrentar el reto de la Torre Karin.
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Mientras tanto el Rey Chappa avanzaba a paso firme por un camino de tierra rodeado de colinas secas y vegetación escasa. Su objetivo era Kame House donde le dijeron esos 2 chicos que vivia el Maestro Roshi, este conocia la ubicación exacta de la Torre Karin, el siguiente desafío que deseaba afrontar en su camino de perfeccionamiento marcial.
El viaje transcurría sin problemas hasta que, al acercarse a una pequeña aldea, notó algo extraño. Las tierras alrededor estaban secas y resquebrajadas, los cultivos marchitos, y los habitantes tenían expresiones de cansancio y preocupación. Chappa detuvo su marcha y se acercó a un anciano que descansaba bajo la sombra de un árbol.
— Disculpe, buen hombre —dijo con cortesía—. Parece que esta aldea enfrenta dificultades. ¿Podría decirme qué sucede?
El anciano lo miró con ojos cansados y suspiró.
— Forastero, nuestra aldea ha sufrido por años debido a la escasez de agua. Antes teníamos un río que nos abastecía, pero un grupo de Gilas, liderados por un tal Giran, ha desviado el cauce con enormes rocas. Solo nos dejan una mínima cantidad de agua a cambio de tributo, y cuando nos negamos, nos castigan.
Chappa frunció el ceño. Los Gilas eran criaturas poderosas y brutas, pero no toleraría tal injusticia.
— Entiendo. Dígame, ¿dónde están ahora?
El anciano señaló al este, donde se veían formaciones rocosas.
— Más allá de esas colinas está su campamento. Pero tenga cuidado, forastero. Esos monstruos son despiadados.
— Gracias por la advertencia —respondió Chappa con una leve reverencia—, pero yo también soy un guerrero. Me encargaré de esto.
Sin perder tiempo, se dirigió hacia el campamento enemigo. A medida que se acercaba, escuchó gritos y sonidos de lucha. Intrigado, apresuró el paso hasta encontrar una escena sorprendente.
Un joven aldeano, de complexión delgada pero visiblemente resistente, se enfrentaba a varios Gilas. A pesar de no haber entrenado en artes marciales, su habilidad innata y determinación le permitían mantenerse en pie. Con ágiles movimientos, logró derribar a dos de ellos con golpes precisos en la cabeza y el torso. Sin embargo, el número de oponentes era demasiado grande, y pronto se vio rodeado.
Uno de los Gilas, de mayor tamaño, sonrió con arrogancia.
— ¡Ja! Creíste que podrías con nosotros, humano débil. ¡Ahora pagarás por tu insolencia!
Cuando estaba a punto de recibir un golpe brutal, Chappa intervino. Con una velocidad impresionante, apareció entre el aldeano y los Gilas, bloqueando el ataque con su antebrazo.
— No permitiré más abuso de su parte —declaró con firmeza.
Los Gilas retrocedieron un paso, sorprendidos por su aparición. El aldeano, jadeante, lo miró con gratitud y asombro.
— ¿Q-Quién es usted?
— Soy el Rey Chappa. Te has defendido bien, pero ahora es mi turno de encargarme de estos bandidos.
Los Gilas gruñeron, pero Chappa ya estaba en movimiento. En cuestión de segundos, derribó a varios con golpes certeros y poderosos. Su velocidad era tal que los enemigos apenas podían reaccionar. En un último intento de resistirse, Giran, el líder del grupo, lanzó una gran ráfaga de aire con su aleteo, pero Chappa saltó ágilmente por encima de la ráfaga y lo golpeó directamente en el estómago, dejándolo fuera de combate.
Los Gilas restantes, viendo a su líder caer, huyeron aterrorizados.
El aldeano miró la escena con asombro y luego se inclinó respetuosamente.
— No sé cómo agradecerle. Mi nombre es Nam. Yo solo quería ayudar a mi gente, pero no era lo suficientemente fuerte.
Chappa le ofreció una mano para ayudarlo a ponerse de pie.
— Tienes un espíritu admirable, Nam. Y no subestimes tu fuerza; derrotaste a dos de ellos por tu cuenta, sin haber entrenado formalmente. Con la preparación adecuada, podrías convertirte en un gran artista marcial.
Nam abrió los ojos con sorpresa y miró al maestro guerrero.
— ¿Quiere decir que…?
Chappa asintió.
— Me gustaría entrenarte, Nam. Veo en ti el corazón de un verdadero artista marcial. Tienes la voluntad, solo te falta el camino.
Nam se quedó en silencio por un momento. Nunca antes había considerado el camino de un guerrero, pero después de ver la diferencia entre su fuerza y la de Chappa, supo que era la única manera de evitar que su aldea sufriera nuevamente.
Miró a su alrededor: los niños reían, los ancianos sonreían, el agua corría libremente otra vez. Luego, respiró hondo, tomó una decisión y se inclinó profundamente ante Chappa.
— Si me acepta como su discípulo, entrenaré con todo mi ser. Quiero volverme lo suficientemente fuerte para proteger a mi aldea en el futuro.
El Rey Chappa sonrió, colocando una mano en el hombro de Nam.
— Entonces, prepárate. Mañana, al amanecer, comenzaremos tu entrenamiento.
Al día siguiente, el Rey Chappa tenía un nuevo acompañante y discípulo: Nam, un joven con un gran corazón y una voluntad de acero.
El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Nam se despertó. La emoción y la determinación lo llenaban. Sabía que sería un día difícil, pero estaba dispuesto a hacer lo necesario para volverse más fuerte.
Al salir de la pequeña cabaña, encontró al Rey Chappa esperándolo con los brazos cruzados y una sonrisa tranquila.
— Me alegra ver que eres puntual, Nam. La disciplina es lo más importante en el camino de las artes marciales. ¿Estás listo para comenzar?
Nam asintió con determinación.
— Sí, maestro. Haré lo que sea necesario para volverme más fuerte.
Chappa asintió y señaló el río.
— Nuestro primer entrenamiento será con el agua. Necesitarás equilibrio, fuerza y resistencia si quieres proteger a tu gente. Quiero que cruces el río corriendo sobre esas rocas sin caerte.
Nam miró el río. Las rocas sobresalían del agua en un patrón irregular. Algunas eran pequeñas y resbaladizas, mientras que otras parecían más seguras. Inspiró hondo y dio el primer salto. Logró cruzar las primeras piedras, pero al apresurarse, su pie resbaló y cayó al agua.
Chappa rió con serenidad.
— No te preocupes. Nadie lo logra a la primera.
Nam salió del agua y lo intentó de nuevo, con más cuidado esta vez. Pasó la primera, la segunda y la tercera roca antes de perder el equilibrio de nuevo.
El entrenamiento continuó durante toda la mañana. Nam cayó muchas veces, pero cada intento lo hacía mejorar. Finalmente, al mediodía, logró cruzar el río sin caerse.
Chappa asintió con satisfacción.
— Muy bien, Nam. Ahora que has pasado la primera prueba, vamos con la segunda.
Caminó hacia un árbol donde había un par de pesas de 20 kilos cada una y se las entregó a Nam.
— Llévalas puestas el resto del día. Te ayudarán a fortalecer tu cuerpo de manera uniforme.
Nam sintió el peso de inmediato. Sus piernas temblaron un poco, pero apretó los dientes y se mantuvo firme.
— Ahora, subirás esa colina con dos baldes llenos de agua sin derramar una sola gota. —Chappa señaló una colina empinada no muy lejos—. Recuerda, el agua es vida para tu aldea. Trata esos baldes como si fueran la última esperanza de tu gente.
Nam tomó los baldes con las pesas aún atadas a su cuerpo y comenzó a subir la colina. Desde el primer paso, sintió la carga extra en sus piernas, pero se negó a detenerse.
Cada paso era una batalla contra el cansancio y el dolor. Sus brazos temblaban por el esfuerzo, pero seguía avanzando, recordando a su aldea y la sequía que sufrían cada año.
Chappa lo observaba desde abajo, con una leve sonrisa de orgullo.
Al llegar a la cima sin haber derramado una sola gota, Nam cayó de rodillas, jadeando.
Chappa se acercó y le puso una mano en el hombro.
— Has demostrado gran determinación, Nam. Si sigues entrenando con esta voluntad, te convertirás en un gran guerrero.
Nam, con el aliento entrecortado pero una sonrisa en el rostro, asintió.
— No me detendré, maestro. Seguiré entrenando hasta ser lo suficientemente fuerte para proteger a mi aldea.
El Rey Chappa sonrió con orgullo.
Así terminaba el primer día de entrenamiento de Nam, el inicio de un camino que lo llevaría a ser mucho más fuerte de lo que jamás imaginó.
Llegaron a Kame House, tras un viaje de una semana desde la aldea de Nam, el Maestro Roshi los recibió con curiosidad. Observó a los recién llegados y preguntó:
— ¿Y ustedes quiénes son? No recuerdo haberlos visto antes.
El Rey Chappa dio un paso al frente e hizo una leve reverencia.
— Mi nombre es Chappa, y él es mi discípulo, Nam. Hemos venido desde muy lejos para hacerte una pregunta importante.
Roshi se rascó la barba con interés.
— Vaya, qué formalidad. ¿Y qué es lo que buscan?
— Queremos saber dónde se encuentra la Torre Karin —respondió Chappa con seriedad—. He escuchado que aquel que la escala puede volverse mucho más fuerte.
El anciano maestro asintió lentamente y señaló hacia el horizonte.
— La Torre Karin está en una región remota al norte. Es un desafío solo para los guerreros más decididos. No es solo una cuestión de fuerza; subirla pondrá a prueba su resistencia y determinación.
Nam escuchó con atención, comprendiendo que su viaje aún no había terminado.
Chappa inclinó la cabeza en señal de respeto.
— Agradecemos la información. Partiremos lo antes posible.
Roshi sonrió levemente.
— Buena suerte. Si logran escalarla, podrían descubrir algo realmente valioso.
Con una nueva meta en mente, Chappa y Nam se despidieron y emprendieron su camino hacia la legendaria Torre Karin.
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En las tierras desoladas donde se erguía el templo del Maestro Tsuru, Tenshinhan y Chaoz se sometían a un entrenamiento que pocos podrían soportar. Cada día era una prueba de resistencia, dolor y superación.
El desafío de la montaña
Antes del amanecer, el Maestro Tsuru los enviaba a escalar una montaña empinada con una sola mano y sin usar los pies. El frío era implacable, el viento rugía y cada error podía significar una caída fatal.
— ¡No detengan el ascenso! —gritó Tsuru desde abajo—. ¡Si caen, no merecen ser mis discípulos!
Tenshinhan jadeaba, sintiendo cómo sus músculos ardían, pero se negaba a fallar. Chaoz, más pequeño y liviano, aprovechaba su telequinesis para mantenerse en equilibrio, aunque el esfuerzo mental lo desgastaba.
Velocidad y reflejos extremos
A medio día, Tao Pai Pai tomaba el mando del entrenamiento. Amarraba pesas de 50 kilos a cada extremidad de Tenshinhan y lo obligaba a esquivar cuchillas afiladas que él mismo lanzaba con precisión letal.
— Si eres lento, mueres —dijo Tao Pai Pai con frialdad, lanzando una daga directo al rostro de Tenshinhan.
El joven guerrero inclinó la cabeza en el último instante, sintiendo cómo la hoja rozaba su mejilla y se clavaba en un árbol detrás de él.
— ¡Demasiado lento! —rugió Tao Pai Pai—. ¿Así esperas convertirte en el luchador más fuerte?
Mientras tanto, Chaoz debía flotar en el aire y evitar que una docena de proyectiles de acero lo alcanzaran. A cada fallo, recibía una descarga de ki de su maestro para castigarlo.
Resistencia sobrehumana
Cuando el sol comenzaba a ocultarse, el entrenamiento aún no terminaba. Tsuru los obligaba a cargar enormes piedras sobre sus espaldas y recorrer kilómetros a través del desierto. La arena caliente quemaba sus pies descalzos, y la presión de las rocas sobre sus cuerpos hacía que cada paso fuera un tormento.
— ¡Un guerrero no conoce el cansancio! ¡El dolor es solo una ilusión! —gritaba Tsuru mientras ellos avanzaban, sudando y con la respiración entrecortada.
Tenshinhan, con la mandíbula apretada, se negaba a ceder. Chaoz, aunque más débil físicamente, demostraba una férrea determinación, usando su energía para aliviar la carga de su cuerpo.
El combate final
Antes de permitirles descansar, Tao Pai Pai les lanzaba un último desafío: enfrentarlo en combate.
— Si no pueden darme un solo golpe, no merecen comer esta noche.
Tenshinhan atacaba con fiereza, pero Tao Pai Pai, con su velocidad inhumana, lo evadía con facilidad y lo derribaba con un golpe en el estómago. Chaoz intentaba usar su telequinesis, pero Tao lo anticipaba y lo desarmaba con un solo movimiento.
Ambos discípulos terminaron en el suelo, jadeando. Pero no se rindieron. Se pusieron de pie y adoptaron nuevamente sus posturas de combate.
— No está mal —admitió Tao Pai Pai con una sonrisa apenas perceptible—. Pero aún están muy lejos de ser verdaderos asesinos.
Con el cuerpo magullado y la voluntad inquebrantable, Tenshinhan y Chaoz entendieron que este era solo el principio. Para convertirse en los más fuertes, tendrían que superar cada una de estas pruebas, sin importar el costo para poder derrotar a launch y Yamcha en el Torneo Mundial de Artes Marciales.
No era solo una cuestión de orgullo, sino de demostrar que el estilo de la Escuela de la Grulla era el más fuerte.