Camino a la Torre korin y Desafiándola

Mientras caminaban por el bosque rumbo a la Torre Karin, Yamcha y Launch notaron un templo en la distancia. Su arquitectura sencilla y los cánticos que se escuchaban desde el interior le dieron a Yamcha una corazonada.

—Oye, Launch, creo que ese es el Templo Orin —comentó, cruzándose de brazos.—¿Y qué tiene de especial? —preguntó ella, echando un vistazo al edificio.—Es un templo de artes marciales. Podría ser interesante retar al maestro.

Desde la entrada, vieron a varios monjes jóvenes entrenando en el patio. Entre ellos, un niño calvo con un uniforme naranja destacaba por su expresión de sufrimiento mientras los demás lo empujaban y se burlaban de él. Yamcha lo reconoció al instante.

—Ahí está… —murmuró para sí mismo.

Ese niño era Krillin. No lo conocía en persona, pero gracias a sus recuerdos de su vida pasada, sabía que algún día se convertiría en un gran artista marcial.

—Oye, Launch, ¿qué te parece si retamos al maestro de este templo?—¿Crees que tenga algo interesante?—Tal vez conozca alguna técnica especial. Podría ser un buen desafío —respondió Yamcha con una sonrisa.

Con esa excusa, ambos entraron al templo y pidieron hablar con el maestro. Un anciano de baja estatura y apariencia frágil los recibió con una expresión calmada.

—Soy el maestro del Templo Orin. ¿A qué debo su visita?—Quisiera retarlo a un combate —dijo Launch con confianza.—Oh, qué inesperado —respondió el anciano con una leve sonrisa—. Muy bien, acepto.

Los monjes se reunieron alrededor para presenciar la pelea. Krillin, intrigado, se acercó a Yamcha.

—¿Quién eres? —preguntó con curiosidad.

—Solo un artista marcial que está de paso —respondió Yamcha con tranquilidad, sin revelar que ya sabía quién era.

El combate comenzó, y al principio, el anciano parecía débil, esquivando con movimientos mínimos. Pero entonces, con una sonrisa, juntó sus manos y pronunció:

¡Shishin no Ken!

De repente, el maestro se dividió en dos copias tangibles de sí mismo. Los monjes aplaudieron, y Yamcha alzó una ceja, impresionado.

—Interesante…

Launch tuvo dificultades al principio debido a que el y Yamcha ajustaron el peso de su ropa a 150 kg para enterenar en el camino a la Torre Korin, pero gracias a su instinto de combate, logró derribar a una copia y golpear a la otra, haciendo que el maestro volviera a su forma original.

—Ja, ja… impresionante —dijo el anciano, sacudiéndose el polvo—. No muchos logran vencerme cuando uso esta técnica.—¡Esa técnica fue increíble! —exclamó Launch, aún emocionada.

Yamcha aprovechó el momento para hablar con Krillin.

—Oye, vi que estabas entrenando aquí. ¿Cómo es este lugar?

Krillin bajó la mirada.

—No es lo que esperaba…

—¿Te gustaría mejorar de verdad? Nosotros entrenamos con el Maestro Roshi —dijo Yamcha con naturalidad.

Krillin abrió los ojos con sorpresa.

—¿El legendario Maestro Roshi? ¿De verdad?

—Sí. Si quieres volverte fuerte, deberías venir con nosotros.

Krillin miró a los monjes que lo habían estado maltratando durante años. Luego miró a Yamcha y a Launch, que habían demostrado ser mucho más fuertes que cualquiera en ese lugar. Apretó los puños y bajó la cabeza por un momento.

Después de unos segundos, soltó un profundo suspiro de alivio y levantó la vista con una sonrisa genuina.

—¡Voy con ustedes!

Yamcha asintió, satisfecho. Mientras tanto, Launch se giró hacia el maestro del templo.

—Oye, viejo, ¿me enseñarías esa técnica?

El anciano la miró sorprendido, pero luego asintió con una sonrisa.

—Por supuesto.

Mientras Launch se quedaba en el Templo Orin aprendiendo la técnica Shishin no Ken, Yamcha aprovechó esos días para entrenar a Krillin. Aunque aún no eran amigos cercanos, Yamcha sabía que Krillin tenía potencial y que entrenarlo sería beneficioso.

El primer día, Krillin estaba algo nervioso. Nunca había entrenado con alguien fuera del Templo Orin, y aunque Yamcha había demostrado ser fuerte, no sabía qué esperar.

—Bien, Krillin, antes de empezar dime… ¿cómo entrenaban aquí? —preguntó Yamcha, con los brazos cruzados.

Krillin hizo una mueca.

—Bueno… básicamente era correr, hacer flexiones y recibir golpes de los demás…

Yamcha suspiró.

—Sí, eso no es un entrenamiento de verdad. Vamos ponte esta ropa primero haremos algo mejor.

Luego ajusto el traje a 20kg

Día 1: Fortalecimiento básico y reflejos

El primer día, Yamcha puso a prueba la resistencia y velocidad de Krillin con un entrenamiento físico intenso.

Correr por la montaña: Yamcha hizo que Krillin corriera por un sendero empinado en los alrededores del templo . Primero a un ritmo normal, luego con aceleraciones cortas. Krillin jadeaba, pero siguió el ritmo lo mejor que pudo. Ejercicios de resistencia: dieron 100 vueltas alrededor del Templo de Orin . Reflejos: Yamcha lanzó pequeñas piedras a Krillin, obligándolo a esquivarlas sin moverse del lugar. Al principio, Krillin fue golpeado varias veces, pero poco a poco empezó a reaccionar mejor.

Al final del día, Krillin estaba exhausto, pero se notaba su satisfacción.

—Esto es… muy diferente de lo que hacía en el templo… —dijo entre jadeos.—Sí, porque esto sí sirve —respondió Yamcha con una sonrisa.

Día 2: Técnica de esquive

El segundo día, Yamcha decidió probar la capacidad de pelea de Krillin.

 Esquivar ataques: Yamcha ató una cuerda con piedras en los extremos y la hizo girar alrededor de Krillin, obligándolo a agacharse y moverse en el momento justo para no ser golpeado.

Tras varias horas, Krillin empezó a moverse con más confianza.

—¡Creo que ya lo voy entendiendo! —dijo con emoción.

Día 3: Adaptabilidad y confianza

El último día Krillin, con el rostro cubierto de sudor pero una sonrisa de satisfacción, asintió con determinación.

Cuando Launch terminó de aprender el Shishin no Ken, el grupo partió sin problemas rumbo a la Torre Karin, con Krillin sintiéndose más motivado que nunca.

Después de dos semanas de viaje, Yamcha, Launch y Krillin finalmente llegaron a la Torre Karin. Durante el trayecto, continuaron entrenando, con Yamcha supervisando los ejercicios de Krillin y ayudando a Launch a perfeccionar su nueva técnica, el Shishin no Ken.

Cuando Yamcha, Launch y Krillin llegaron a la base de la Torre Karin, se encontraron con un hombre alto y musculoso, de piel morena y vestimenta tribal. Se trataba de Bora, el guardián de la torre, quien los observó con una expresión tranquila pero firme.

—No muchos llegan hasta aquí —dijo Bora con voz profunda—. ¿Cuál es su propósito?

Yamcha sonrió con confianza.

—Venimos a entrenar. Queremos desafiar la Torre Karin y volvernos más fuertes.

Bora asintió con respeto.

—Eso significa que son artistas marciales. Pero hace mucho que nadie logra escalar esta Torre.

Launch cruzó los brazos y lo miró con interés.

—¿Y qué hay allá arriba? He oído que un maestro vive allí, ¿es cierto?

—Así es —afirmó Bora—. El Maestro Karin entrena solo a aquellos que logran escalar la torre con su propio esfuerzo.

Launch sonrió con emoción.

—¡Eso suena genial! Me gusta la idea de un entrenamiento difícil.

Bora esbozó una leve sonrisa ante su entusiasmo.

Después de un rato, Yamcha miró a Krillin y luego a Bora.

—Krillin, mientras Launch y yo subimos la torre, quiero que te quedes aquí y entrenes con Bora.

Krillin abrió los ojos con sorpresa.

—¿Eh? ¿Pero por qué? ¡Yo también quiero subir!

Launch puso una mano en su cadera y lo miró con una ceja levantada.

—Vamos, enano, ¿en serio crees que estás listo? Este lugar es para los que han entrenado duro. No es que seas débil, pero… digamos que necesitas más trabajo antes de intentarlo.

—No estás listo aún —añadió Yamcha con sinceridad—. Confía en mí. Entrenar con Bora te hará mucho más fuerte, y cuando terminemos, seguirás nuestro camino.

Bora miró a Krillin y asintió.

—Será un honor entrenar contigo, pequeño monje. Te enseñaré a fortalecer tu cuerpo y a usar la naturaleza a tu favor.

Krillin frunció los labios, aún dudando, pero luego miró la torre y tragó saliva. Sabía que Yamcha y Launch tenían razón.

—¡Está bien! Entrenaré con Bora mientras ustedes suben.

Launch le dio una palmada en la espalda con una sonrisa.

—Esa es la actitud. No te preocupes, cuando volvamos serás más fuerte.

Yamcha y Launch se miraron, asintieron y luego dirigieron la vista hacia la imponente torre. El verdadero desafío estaba a punto de comenzar.

Después de un breve descanso y una comida sencilla ofrecida por Karin, el verdadero entrenamiento comenzó.

—Bien, muchachos —dijo el anciano gato, sosteniendo una pequeña vasija con agua—. Su primera tarea será simple… o al menos eso creen.

Karin levantó la vasija y la agitó levemente.

—Tienen que arrebatarme esta agua.

Launch frunció el ceño.

—¿Eso es todo?

—Eso es todo —confirmó Karin con una sonrisa pícara.

Yamcha recordó perfectamente este entrenamiento por sus recuerdos del manga de Dragon Ball. Sabía que no sería fácil, pero decidió no adelantarse.

—Entendido, Maestro Karin.

Sin perder el tiempo, Yamcha y Launch se lanzaron al ataque.

Sin embargo, Karin desapareció de su vista en un instante. Ambos quedaron atónitos.

—¿¡Pero qué…!? —exclamó Launch al sentir un leve golpe en la cabeza con el bastón del gato.

—Se mueven demasiado lento —comentó Karin desde un costado, como si nada.

Yamcha sonrió con emoción.

—Sabía que esto sería difícil… ¡pero también divertido!

Desde ese momento, Yamcha y Launch se sumergieron en un entrenamiento intenso. Intentaron sin descanso atrapar la vasija de Karin, pero siempre terminaban fallando. Con cada intento, mejoraban su velocidad, reflejos y percepción del movimiento.

—¡Maldición, este gato es un demonio! —gritó Launch después de caer por quinta vez en el día.

—Eso es un halago, muchacha —respondió Karin con una risa burlona.

Los días pasaron, y poco a poco, ambos comenzaron a volverse más rápidos y ágiles. Aprendieron a leer los movimientos de Karin, a mejorar su equilibrio y a reaccionar con instinto puro.

Yamcha notó cómo su cuerpo se sentía más ligero y su velocidad aumentaba exponencialmente. Launch, por su parte, descubrió que su destreza y reflejos alcanzaban niveles que jamás había imaginado.

Finalmente, tras días de intenso esfuerzo, Yamcha fue el primero en arrebatar la vasija con un movimiento limpio y preciso.

—¡Lo logré! —exclamó con una sonrisa de victoria.

Poco después, Launch también consiguió su objetivo.

Karin los observó con orgullo.

—Nada mal, chicos… han mejorado más de lo que esperaba.

Ambos respiraban agitados, pero estaban felices. Habían superado el entrenamiento de la Torre Karin.

Karin, con su bastón en mano, los observó con una sonrisa divertida.

—Bien, chicos, han hecho un buen trabajo —dijo—. No muchos logran mejorar tanto en tan poco tiempo.

Se giró hacia una pequeña vasija de barro y sacó un pequeño puñado de Semillas Senzu.

—Tomen esto.

Yamcha y Launch las recibieron con curiosidad.

—¿Qué son estas semillas? —preguntó Launch, girando una entre los dedos.

Karin apoyó su bastón en el suelo y explicó:

—Son Semillas Senzu. Si comes una, puedes estar diez días sin necesidad de comer. No importa qué tan hambriento estés, te dejará completamente satisfecho.

Launch abrió los ojos con asombro.

—¡¿Diez días con solo una de estas?! Eso es increíble.

Pero Karin no había terminado.

—Y además de eso, pueden curar el cansancio y restaurar tus energías al instante.

Ahora fue Yamcha quien mostró una expresión de sorpresa fingida, aunque por dentro ya sabía perfectamente el verdadero valor de las semillas.

"No solo restauran la energía… pueden curar heridas graves en cuestión de segundos, siempre que no estés muerto."

Decidió no comentar nada y simplemente sonrió.

—¡Vaya, eso es aún mejor de lo que imaginaba!

Sin perder tiempo, ambos comieron una Senzu y sintieron al instante cómo su cansancio desaparecía por completo.

—¡Esto es increíble! —exclamó Launch, flexionando los brazos—. ¡Me siento como nueva!

Yamcha asintió. Era una sensación difícil de describir.

Después de experimentar sus efectos, Yamcha vio su oportunidad. Miró a Karin con una sonrisa amistosa y le hizo una petición más directa.

—Maestro Karin, ¿podría darnos un frasco grande lleno de estas semillas?

Karin levantó una ceja y rió entre dientes.

—¡Vaya, vaya! No todos los días me hacen esa petición. ¿Para qué quieres tantas, muchacho?

—Bueno, si son tan útiles como dice, nos vendrían bien para seguir entrenando sin preocuparnos por el hambre o el cansancio —respondió Yamcha, eligiendo bien sus palabras.

El viejo gato lo miró fijamente, como si tratara de leer sus pensamientos.

—Hmmm… no suelo dar muchas, pero tampoco me preocupa demasiado. Aún tengo suficientes.

Se giró hacia una estantería, sacó un frasco de barro y lo llenó con varias Semillas Senzu. Luego, se lo entregó a Yamcha.

—Aquí tienes, pero recuerda: no son caramelos.

—¡Entendido! —respondió Yamcha con una gran sonrisa, guardando el frasco con cuidado.

Launch, que había estado observando en silencio, cruzó los brazos y lo miró con sospecha.

—Oye, Yamcha… algo no me cuadra. ¿Por qué te emocionaste tanto cuando el Maestro Karin nos dio solo unas pocas, y ahora hasta pediste un frasco grande?

Yamcha mantuvo la calma y sonrió con naturalidad.

—Bueno, Karin dijo que pueden mantenernos alimentados por días, ¿no? Es algo muy útil cuando estamos entrenando o viajando.

Launch frunció el ceño.

—Sí, pero tú nunca te preocupas demasiado por la comida. Y tampoco hiciste tanto escándalo cuando nos invitó a comer antes.

Yamcha soltó una risa nerviosa.

"Rayos, Launch es más perspicaz de lo que pensaba."

—Digamos que tengo un buen presentimiento —dijo, eligiendo sus palabras con cuidado—. Algo me dice que estas semillas son más valiosas de lo que parecen.

Launch lo miró fijamente unos segundos más antes de suspirar y encogerse de hombros.

—Bueno, si tú lo dices… Al menos tenemos comida asegurada, así que no me quejaré.

Karin los observó con diversión, preguntándose qué veía Yamcha en esas semillas para emocionarse tanto. Pero al final, decidió no insistir.

—Bueno, chicos, ha sido un gusto tenerlos aquí. ¿Qué harán ahora?

Yamcha y Launch se miraron y asintieron.

—Es hora de seguir entrenando —dijo Yamcha con determinación.

—¡Sí! —agregó Launch— ¡Vamos a hacernos aún más fuertes!

Karin sonrió y los despidió con un gesto de su bastón.

—Je… buena suerte en su camino.

Con esto, Yamcha y Launch estaban listos para continuar su viaje, con un un frasco lleno de valiosas Semillas Senzu en su poder.

Después de descender de la Torre Karin, Yamcha, Launch estiraron sus cuerpos, disfrutando del suelo firme nuevamente.

Krillin los observó con los brazos cruzados y una ceja levantada.

—¡Por fin bajan! —exclamó—. ¿Saben cuánto tiempo han estado ahí arriba?

Yamcha y Launch se miraron con confusión.

—No sé… ¿una semana, tal vez? —preguntó Launch.

Krillin negó con la cabeza.

—¡Un mes entero!

Los dos abrieron los ojos con sorpresa.

—¡¿Qué?! —exclamó Yamcha—. No parecía haber pasado tanto tiempo…

—El entrenamiento nos hizo perder la noción del tiempo —dijo Launch, llevándose una mano a la cadera—. Pero valió la pena.

Justo cuando estaban charlando, una voz fuerte y segura se escuchó a la distancia.

—¡Así que esta es la legendaria Torre Karin!

Los tres se giraron y vieron acercarse a dos figuras. Yamcha y Launch los reconocieron al instante.

—¡Chappa! —exclamó Launch con entusiasmo.

—Vaya, no esperaba verte por aquí —agregó Yamcha con una sonrisa.

Krillin, en cambio, frunció el ceño y preguntó con curiosidad:

—¿Quién es él?

El hombre alto y de porte elegante y disciplinado sonrió con confianza.

—Veo que nos hemos cruzado nuevamente. Es bueno ver que han completado su entrenamiento en la Torre Karin —dijo Chappa, para luego hacer un gesto hacia el joven a su lado—. Permítanme presentarles a mi discípulo, Nam.

Nam juntó las manos y se inclinó con respeto.

—Es un placer conocerlos.

Krillin miró a Yamcha y Launch con extrañeza.

—¿Y este quién es?

Yamcha, sin dejar de observar a Nam, respondió con naturalidad.

—El Rey Chappa es un artista marcial muy fuerte, y parece que ha tomado a este joven como su discípulo.

Krillin cruzó los brazos.

—Hmph… nunca había oído hablar de él.

Launch le dio un codazo.

—Eso es porque no has competido en torneos aún. Chappa es famoso en el mundo de las artes marciales.

Krillin parpadeó, sorprendido, y miró con más atención al hombre.

Mientras tanto, Yamcha observaba a Nam con interés. Sabía exactamente quién era y cuál era su historia, pero no podía revelar nada.

—Bueno, Chappa —dijo Yamcha con una sonrisa confiada—, si están aquí, imagino que buscan subir la Torre Karin, ¿no?

Chappa asintió.

—Así es. He escuchado que solo los más fuertes pueden lograrlo, y quiero probar mi valía.

—Tengan cuidado, no es nada fácil —intervino Launch—. A nosotros nos tomó un día entero subir.

Krillin chasqueó la lengua.

—¡Un día entero! Entonces sí que debe ser difícil…

Chappa y Nam intercambiaron una mirada determinada.

—Pero estamos listos para el desafío —declaró Chappa con seguridad.

Yamcha sonrió y asintió.

—Entonces les deseo suerte.

Despues se despidieron de Bora y le agradecieron que ayudara a Krillin a entrenar mientras ellos estaban en la torre Korin dándole algunos joyas que podrían gustarle a su esposa

Mientras Yamcha, Launch y Krillin se alejaban de la Torre Karin, el Rey Chappa dio un paso adelante con una sonrisa confiada.

—Yamcha, estoy ansioso por nuestra revancha en el Torneo Mundial de Artes Marciales. Esta vez no seré derrotado tan fácilmente.

Yamcha se detuvo y miró a Chappa con una sonrisa.

—Siento que te has vuelto más fuerte desde la última vez que nos vimos.

Chappa asintió con una leve sonrisa.

—Lo mismo puedo decir de ti. Has crecido como peleador… pero no pienses que yo he estado perdiendo el tiempo.

Antes de que Yamcha pudiera responder, Launch se cruzó de brazos y sonrió con determinación.

—Primero tendrías que derrotarme a mí —dijo con tono desafiante—. No dejaré que te saltes turnos, Chappa.

El Rey Chappa soltó una leve risa y asintió con respeto.

—Si llegamos a enfrentarnos, Launch, prometo no contenerme.

Nam, que había permanecido en silencio, observó la escena con interés. Podía notar la confianza en ambos guerreros, y eso solo aumentaba su deseo de volverse más fuerte.

Finalmente, Yamcha levantó una mano en señal de despedida.

—Nos veremos en el torneo. No lleguen tarde.

Chappa y Nam observaron cómo los tres se marchaban, y mientras se alejaban, Krillin no pudo contener su curiosidad.

—Oigan… ¿ese tal Chappa es realmente fuerte? —preguntó, con las manos detrás de la cabeza.

Launch lo miró con una ceja levantada.

—Claro que lo es. Fue campeón del Torneo Mundial de Artes Marciales en el pasado.

Krillin parpadeó sorprendido.

—¡¿En serio?! —exclamó, antes de fruncir el ceño con preocupación—. ¿Y Yamcha le ganó?

Yamcha rió y se encogió de hombros.

—Digamos que tuve que esforzarme. Chappa no es un rival fácil.

Krillin hizo una mueca y suspiró.

—Vaya… si ese tipo era campeón y tú lo venciste, entonces yo…

Launch le dio una palmada en la espalda, haciéndolo tropezar levemente.

—¡No pongas esa cara! Con el entrenamiento del Maestro Roshi, te volverás mucho más fuerte. Además, hay otro discípulo que empezó hace unos meses.

Krillin parpadeó, intrigado.

—¿Otro discípulo?

Launch asintió.

—Sí, se llama Pamputt y es bastante talentoso al igual que tu aunque es el más viejo entre todos nosotros (Pamputt tiene 12 años actualmente)

Krillin cruzó los brazos y asintió con determinación.

—¡Entonces no puedo quedarme atrás!

Yamcha sonrió de lado.

—Esa es la actitud.

Con la emoción del torneo en sus mentes y nuevos desafíos en el horizonte, los tres continuaron su viaje de Regreso a Kame House.

niveles de Poder

Yamcha (160) y Launch (150) ,Rey Chappa (110), Nam (45), Korin (148) , Bora (67), Krillin (25)