El aire estaba más denso ahora, cargado de palabras no dichas, de pensamientos que se tejían en la mente de ambos sin que pudieran entender del todo. David permaneció en pie, inmóvil, sus ojos clavados en Aiko mientras ella tomaba un paso hacia él. Su presencia era tan firme como siempre, pero había algo en su mirada que hacía que todo fuera diferente esta vez.
Aiko, al notar la tensión en el ambiente, suspiró. No era fácil abrirse, especialmente con alguien como David, pero sabía que no había marcha atrás. No podía ocultarlo más. La verdad ya estaba a punto de desbordarse, y su única opción era dejar que él la escuchara, aunque el peso de las palabras parecía cargar más de lo que ella esperaba.
— Desde el día que te tiraste del techo del colegio... — comenzó, su voz suave pero firme. — Vi cómo tu cuerpo se regeneraba. Como si no fuera posible... que pudieras morir.
David no se movió. Solo sus ojos se entrecerraron levemente, procesando lo que Aiko acababa de decir. Lo que para él había sido un simple acto, un comportamiento tan cotidiano en su vida, ahora se convertía en una pista para alguien más. Y ese alguien no era cualquier persona. Era Aiko.
— ¿Y qué hiciste después de verme? — preguntó David, su tono cortante, pero sin mostrar sorpresa. La pregunta había quedado flotando entre ellos, esperando respuesta.
Aiko vaciló por un momento, como si estuviera decidiendo cómo decir lo siguiente. Miró al suelo, luego lo miró a él, sus ojos reflejando una mezcla de duda y determinación.
— Investigé sobre ti. — dijo, finalmente. — Sobre tu regeneración, sobre tu capacidad... y sobre lo que eres.
David la observó en silencio, sin pronunciar una palabra. El peso de lo que estaba escuchando no era tan sencillo como parecía. No era la primera vez que alguien lo observaba de cerca, que notaba algo fuera de lugar en su ser. Pero Aiko... Aiko había ido más allá.
— ¿Y qué descubriste? — preguntó él, su voz más baja, pero cargada con una curiosidad palpable. Por un momento, olvidó su actitud distante y se permitió sentir esa extraña inquietud que se había apoderado de él. Quizás, esta vez, Aiko tenía las respuestas que él tanto había buscado, sin saber siquiera que las necesitaba.
Aiko dio un paso más hacia él, sus palabras más pesadas que antes, cargadas de una verdad que no podía ignorar.
— Lo que descubrí... — dijo con un susurro, como si temiera que alguien más pudiera oírlo. — Es que no eres un ser común, David. Hay algo más en ti. Algo que conecta tu regeneración con... un poder mucho más antiguo. Un poder que no es solo tuyo. Algo que fue sellado en ti, y que está esperando ser liberado.
David frunció el ceño, las palabras de Aiko golpeándolo como una tormenta. "No eres un ser común." Nunca había considerado esa posibilidad, pero las palabras sonaban verdaderas, y esa verdad lo aterraba. Cada fragmento de su existencia, cada parte de su ser, parecía finalmente tener una razón, pero ¿era eso algo que él quería enfrentar?
— ¿Qué estás diciendo? — preguntó, la pregunta sonando más como una demanda que como una simple curiosidad. Algo dentro de él comenzaba a despertar, y no sabía si quería saber más o si preferiría seguir viviendo en la ignorancia.
Aiko lo miró fijamente, como si todo estuviera a punto de estallar. Su rostro era serio, pero también había una chispa de desesperación en sus ojos. Como si hubiera descubierto algo que no podía simplemente ignorar.
— Lo que te digo es que tu vida... tu regeneración... todo eso tiene un propósito. Y no es solo sobre ti, David. Es más grande que tú. — Su voz tembló ligeramente al final, como si finalmente hubiera revelado la última parte del rompecabezas. — Y tal vez, ahora es el momento de que te enfrentes a lo que está por venir.
David se quedó en silencio por un momento, contemplando sus palabras. El viento soplaba suavemente a su alrededor, pero no pudo evitar sentir que algo mucho más grande que el viento estaba a punto de arremeter contra él. Algo que había estado esperando, aunque no sabía cómo ni cuándo.
Finalmente, rompió el silencio.
— Entonces, ¿qué se supone que haga? — preguntó, su voz calmada pero con un destello de incertidumbre. — ¿Qué soy, Aiko?
Aiko lo miró fijamente, su mirada era profunda, cargada de una sabiduría que él no podía entender del todo. Pero la respuesta estaba clara en sus ojos.
— Eres la clave para algo más grande, David. Y tal vez, solo tal vez, sea hora de descubrir lo que eso realmente significa.