David no dijo nada.
Se quedó en silencio, observando a Melissa con la misma frialdad con la que había observado a cientos de enemigos antes.
Pero antes de irse, dejó caer unas palabras.
—Sé quién eres.
Melissa mantuvo su expresión serena, sin inmutarse.
David no esperaba respuesta.
En un instante, su silueta se desvaneció con un salto veloz, desapareciendo entre los techos de la escuela, como si nunca hubiera estado allí.
Melissa suspir y mir hacia donde l se haba ido.
Una leve sonrisa apareció en su rostro.
—Interesante… —murmuró para sí misma.