CAPÍTULO 54: Refugio Entre Sombras

David cruzó la puerta sin mirar atrás.El umbral chispeó con un último destello azul…y se cerró como si nunca hubiese estado allí.Ni viento.Ni rastro.Solo el silencio absoluto del bosque volviendo a respirar.

Del otro lado, la oscuridad no era amenaza.Era hogar.

La guarida se extendía como una caverna viva,escondida entre raíces viejas y tecnología olvidada.Paredes de roca cubiertas de pergaminos sellados,libros con cubiertas de cuero,y herramientas que ningún ninja moderno debería tener…pero que él, por alguna razón, aún guardaba.

En el centro, una mesa baja.Encima, una vela que encendió con un leve chasquido de chakra.Su luz tembló suave, como saludando a un viejo amigo.

David se quitó el yukata, colgó su katana en el soporte junto al altar,y dejó caer el cuerpo sobre un futón improvisado.

Miró al techo abovedado, cubierto de inscripciones.Como si cada palabra escrita por generaciones le recordara quién era…y quién no quería ser.

—Me quedaré en mi guarida por esta noche —murmuró, apenas audible,como si no hablara para nadie…pero necesitara oírse a sí mismo.

Aflojó los músculos.Cerró los ojos.Y mientras la noche rugía allá afuera con autos, luces y expectativas…

David dormía en paz.En su cueva de rebelión.En su refugio de soledad.Donde ni el clan, ni las promesas, ni los nombres...podían alcanzarlo.