David la tenía aún en brazos cuando la pequeña alzó su carita,con esos ojos que sabían más de lo que aparentaban,y con una franqueza que partía el alma en dos:
—Onii-chan… ¿quiénes son esas dos chicas?—preguntó señalando con la barbilla, sin girarse, pero sabiendo que estaban ahí.
David bajó la mirada.Sus ojos dorados perdieron brillo por un instante, como si esa pregunta llevara más peso que mil combates.No era fácil.Nada con Hana lo era.
—Son… —respiró profundo—mis futuras esposas.
Un silencio incómodo se instaló por un segundo en el aire.Aiko bajó la mirada.Melissa frunció el ceño.
Pero fue Hana la que rompió la paz con una voz aguda, quebrada por la tristeza:
—¿Son ellas? ¿Son ellas las culpables de que mamá y yo nos fuéramos de la casa?—dijo con los ojos brillosos—¿De que ya no puedas llevarme al jardín? ¿De que ya no juegues conmigo?
Las palabras fueron cuchillas afiladas,directas,inclementes.
David sintió algo dentro suyo quebrarse un poco.No por culpa.Sino por el vacío que dejaba esa distancia impuesta por decisiones que no eran suyas.
—No fue culpa de ellas, Hana.—dijo en voz baja, como quien camina en vidrio—Fue el abuelo… el clan. Yo tampoco elegí esto.
—¡Pues yo no los quiero! —gritó la niña, abrazándolo más fuerte—¡No quiero que vivan aquí! ¡Quiero que seas solo mío! ¡Como antes!
Aiko apretó los puños.Melissa giró el rostro.Ambas sintieron esa punzada incómoda que viene cuando la verdad viene de una niña.
Y en el medio de esa tormenta emocional,David solo la abrazó.Fuerte.Con una mirada que decía más de lo que las palabras podían.
—Lo sé, Hana… Yo tampoco estoy conforme con esto. Pero te juro que nadie, ni ellas ni nadie, te va a quitar tu lugar en mi vida.
La niña se quedó quieta.Sus ojitos se cerraron lentamente,mientras el peso del día la vencía.
David la levantó con cuidado, como si fuera cristal,y con pasos suaves, se la llevó en brazos a su antigua habitación.Esa donde aún había dibujos en las paredesy muñecos en los estantes.
Melissa y Aiko se quedaron en la sala.
Y por primera vez,se dieron cuenta de algo doloroso y poderoso:
Ellas no eran lo más importante para él.Ni lo serían.Al menos no mientras existiera esa pequeña flor llamada Hana.