CAPÍTULO 69: El Estándar de Hana

David bajó las escaleras con el peso de mil pensamientos en la espalda,pero el rostro sereno como siempre,con esa calma de lago profundo que esconde monstruos antiguos.

Aiko y Melissa estaban en la sala.No se hablaban.No se miraban.Solo fingían que el aire no estaba tenso, como si el silencio no pudiera cortarse con una kunai.

David caminó hasta el centro de la sala y se detuvo.

Disculpen a mi hermana.—dijo, sin rodeos—Ella es pequeña. No sabe lo que dice.

Las miradas se levantaron.Melissa frunció los labios.Aiko giró el rostro, como para evitar que notaran cómo le dolía.

David no los estaba defendiendo.Tampoco las estaba culpando.Solo… exponía la verdad.

Pero si quieren…—añadió mientras levantaba su manga del suelo y la sacudía un poco—que yo las trate con el mismo cariño que tengo por ella…

Se quedó quieto.Los ojos dorados encendidos,como brasas bajo la ceniza.

Van a tener que esforzarse.

Y dicho eso, como si lo que acabara de decir no fuera una bomba emocional de categoría S,volvió a su rincón,se sentó en el sofá,y abrió su manga.Ese viejo tomo de shinobis que ya había leído treinta veces,pero al que siempre volvía.

Aiko apretó los dientes.

Melissa cruzó los brazos.

Ninguna de las dos dijo nada.Pero en sus cabezas, una idea se encendió como fuego:

Si la única medida de cariño de David era su hermanita…entonces tendrían que aprender a ganarse un corazón que no se abría con fuerza,ni con belleza,ni con habilidades…sino con paciencia, respeto, y paz.

Y en esa casa donde habitaban el silencio, los recuerdos y las katanas colgadas,empezaba una guerra distinta.

Una guerra por una caricia.Una sonrisa.Una tarde en el jardín.

Una guerra…por un lugar en el alma de David.