CAPÍTULO 79: Secretos, Gatos y Vergüenzas

La cuchara de té tembló apenas un milímetro sobre la taza.David seguía leyendo.O fingiendo que leía.Porque en ese momento, Hana, con su sonrisa traviesa y su sinceridad de niña pequeña armada con una bazuca emocional,disparó sin piedad:

—A mi hermano le gustan los gatos, el ramen de cerdo,las mujeres tranquilas y fuertes, le gusta la música y leer sus mangas…¡Y también tiene un fetiche raro!...Pero no lo voy a decir. 😇

El clac de la página que David estaba por pasar se detuvo en el aire.Por dentro, un tsunami.Por fuera, una estatua de hielo.Impasible. Imperturbable. Inmóvil.

Pero Melissa arqueó una ceja.Y Aiko entrecerró los ojos con la precisión de una francotiradora.

—¿Un fetiche raro? —susurró Melissa, como si acabara de encontrar oro puro en medio del río.

—Eso suena interesante… —agregó Aiko, con una sonrisa peligrosa.

Hana, orgullosa de la atención, solo se encogió de hombros y siguió viendo su dibujo animado como si no acabara de abrir las puertas del mismísimo infierno.

David, aún callado, dejó su taza sobre la mesa con toda la calma posible.Pero por dentro gritaba:"¡HANA, POR EL AMOR DE TODO LO SAGRADO, CALLATEEEEEE!"

—Silencio. —dijo al fin, su voz neutra, como siempre…pero ahora, con un dejo de amenaza contenida.De esas que hacen temblar el aire.

Melissa sonrió.Aiko también.Hana solo chasqueó la lengua con picardía y murmuró:

—Igual no lo dije… por ahora.

Y así, la mañana continuó,con té caliente, ojos curiosos,y un chico que por dentro quería que la tierra lo tragara…pero por fuera, aún era el muro que nadie podía romper.