Melissa cruzó las piernas lentamente,clavó su mirada de loba curiosa en el lomo del manga que David tenía entre manos,y con una voz tan inocente como venenosa, dejó caer la bomba:
—¿Y qué fetiches te gustan, David?
El ambiente se volvió denso.Como sopa fría en invierno.Aiko giró la cabeza, interesada.La sirvienta Elizabeth alzó una ceja desde la cocina, como si acabara de oír algo digno de telenovela.
David cerró el manga con un clac que sonó más fuerte de lo normal.Se puso de pie.Ni lento, ni rápido. Como una sombra que decide alejarse del fuego.
—Ya vengo. —dijo, seco, como un susurro con filo.
Entonces Hana, sin levantar los ojos de su programa animado, le lanzó el combo perfecto:
—¿Me traés helado y una bolsa de papas por fissss? 🥺
David se detuvo en seco.
Suspiró.
Giró apenas el rostro.
—¿De qué sabor?
—¡Crema del cielo! Y papas con sabor a queso. 💙
Sin responder más, David se marchó.Pero en su mente, una voz gritaba:
"MELISSA TE VOY A SACAR ESA PREGUNTA A GOLPE DE KENDO."
Melissa se quedó con una sonrisa de medio lado.
—No respondió, pero huyó… eso ya dice mucho.
—Tal vez le gustan los pies. —aventuró Aiko, burlona.
—O los uniformes. —replicó Melissa.
Hana rió con ganas, sin dejar de mirar la tele.
Y así, el día continuó con teorías absurdas, helado por venir,y el silencio de un chico que prefería pelear con espadasantes que enfrentar las preguntas peligrosas de las chicas que el destino —o su abuelo— había puesto en su vida.