(Narración del Autor)
Cuando el enlace mental con Elio se desconectó, Alaric fue golpeado por ese aroma suave y reconfortante de Myra.
La fragancia etérea cítrica, frutal y floral que podía iluminar toda la habitación de una vez. Aquella en la que desesperadamente trataba de no deleitarse más de lo que ya lo hacía.
En su mente, seguía repitiendo, inventando varias excusas sobre su cambio de comportamiento hacia Myra: «Es solo porque es la mejor amiga de Nora y nada más. O solo la estoy ayudando porque me siento culpable por no reconocer su voz en la llamada de auxilio. O solo quiero que simpatice con Valiente y lo ayude. O podría resultar ser la otra chica desaparecida que hemos estado buscando desde hace siglos».
Alaric constantemente trataba de negar el hecho de que Myra era su pareja, incluso ahora. Aunque, ni su corazón ni su lobo, Alex, lo dejaban en paz.