La Palma De Tus Manos

Fantasma se rió de la declaración de la pequeña criatura. Ella parecía estar tan preocupada por mantener las cosas en equilibrio cuando era puro caos.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, con la espalda presionada contra la puerta. Encerrar a los dos en una habitación no era lo más inteligente que había hecho. La atracción que sentía por ella no era solo física... era totalmente consumidora.

Nunca había sentido nada igual antes. No era que quisiera que ella se postrara a sus pies y hiciera lo que él quisiera... él quería ser quien estuviera a sus pies. Estar a su lado de una manera que nunca pensó que estaba en su naturaleza.

Quería aliviar sus cargas, destrozar a sus enemigos y hacerla sonreír.

—¿Mi nombre? —preguntó la encantadora criatura, levantando una sola ceja. Se veía tan joven que destrozaba a Etienne. Cada vez que se movía, podía ver sus clavículas sobresaliendo de su piel, y estaba seguro de que sus costillas y caderas estarían en el mismo estado.