Capítulo 9: Elara - El Precio de la Entrada

Los dos ciclos siguientes fueron un ejercicio de disciplina férrea y riesgo calculado. Elara se movió por Neo-Veridia como un espectro con un propósito urgente, cada acción dirigida a acumular los Puntos de Sistema necesarios para la mejora de Sigilo que el Sistema le había ofrecido tan convenientemente. Corrió por los tejados asignados, sus movimientos ahora imbuidos de esa fracción extra de fluidez gracias al punto invertido en Agilidad, el contador del Sistema marcando su progreso implacablemente. Recolectó datos de sensores olvidados, un trabajo tedioso pero de bajo riesgo que le proporcionó unos pocos créditos extra además de los PS. Y se aseguró de consumir las calorías requeridas, gastando sus recién ganados créditos en nutritivos pero insípidos concentrados que sabían a desesperación y conservantes.

Finalmente, tras una carrera particularmente tensa por un distrito industrial vigilado por drones más agresivos de lo habitual, la notificación apareció: [Misión Diaria Completada. Recompensa: 10 PS.] Su total alcanzó los 27 PS. Suficiente.

De vuelta en la relativa seguridad de su cubículo, accedió a la interfaz. La oferta seguía allí.

[ ] Mejorar Habilidad: Sigilo (Básico) a Nv. 3 (Coste: 25 PS - Descuento de Misión Diaria)

"Comprar mejora," pensó, con una mezcla de satisfacción y cautela.

[-25 PS. Habilidad: Sigilo (Básico) Nv. 2 -> Nv. 3]

Le quedaron 2 PS. No sintió una oleada de poder, pero al moverse por el pequeño espacio, notó que sus pasos eran aún más silenciosos, sus movimientos parecían mezclarse con las sombras de forma más natural. Era sutil, pero perceptible. Una herramienta más afilada para el trabajo que tenía por delante.

Con la mejora asegurada, pagó su deuda. Volvió al taller de Jax, esta vez con los créditos en mano. Él los aceptó con una sonrisa, pero la preocupación no había abandonado sus ojos.

"Aquí tienes," dijo Jax, deslizando un pequeño dispositivo envuelto en tela antiestática sobre el mostrador. "Un pequeño extra. Un escáner de frecuencia de corto alcance. Casero, por supuesto. Podría ayudarte a detectar sensores inalámbricos ocultos o emisiones de datos en el Sector Beta. No garantizo nada, la tecnología allí arriba es de otra liga, pero es mejor que ir a ciegas."

Elara examinó el dispositivo. Era compacto, claramente ensamblado por Jax, con una pequeña pantalla que mostraba un espectro de frecuencias básico. Era una oferta generosa, nacida de su preocupación. Parte de ella quería rechazarlo – menos equipo significaba menos cosas que perder o que la delataran. Pero la lógica se impuso. El Sector Beta era territorio desconocido. Cualquier ventaja era valiosa.

"Gracias, Jax," dijo, y esta vez, la sinceridad fue innegable. Guardó el escáner. "¿Algo sobre Thorne?"

"Solo lo que te dije. Paranoico. Atrincherado. El apartamento está en el Edificio Caelus, piso 47. Buena suerte superando la seguridad del vestíbulo, por no hablar de la suya propia."

Elara asintió. Ya había estado trabajando en eso. Pasó las siguientes horas sumergida en las redes secundarias, usando su propia habilidad de Hacking (aún en Nivel 1 sin el impulso temporal) para buscar cualquier cosa sobre el Edificio Caelus y Silas Thorne. Encontró planos arquitectónicos desactualizados, esquemas de los sistemas de seguridad estándar del edificio (probablemente mejorados desde entonces), y fragmentos de información sobre Thorne: quejas de vecinos por ruidos extraños, pedidos de entrega de componentes electrónicos inusuales, ningún registro de visitas en meses. Un ermitaño digital y físico.

Su plan comenzó a tomar forma. Entrar por el vestíbulo era inviable. Los escáneres biométricos y los guardias bien equipados eran demasiado para sus habilidades actuales. Pero los planos mostraban conductos de mantenimiento y sistemas de ventilación que recorrían el edificio. Rutas estrechas, polvorientas y probablemente vigiladas por sensores, pero potencialmente un punto de entrada.

La ruta más prometedora parecía ser a través del sistema de gestión de residuos del edificio adyacente, conectado por un conducto de servicio subterráneo al Caelus. Implicaría navegar por túneles malolientes y posiblemente infestados, pero evitaría la seguridad principal. Desde allí, tendría que ascender 47 pisos por los conductos internos, evitando sensores, cámaras y personal de mantenimiento. Era una locura, pero era la única opción que veía.

Revisó su equipo una última vez: el datapad con sus herramientas de hacking, ganzúas electrónicas básicas, el escáner de Jax, una multiherramienta compacta, guantes finos para no dejar huellas, y unas pequeñas gafas de visión nocturna improvisadas. Todo ligero, todo ocultable.

Mientras preparaba su escaso equipo, la imagen del Árbol del Conocimiento Cósmico volvió a su mente. Sphaera Cognita. Sus padres. ¿Qué estaban investigando? ¿Era el Sistema su creación, o algo que encontraron? ¿Y qué sabía Silas Thorne? ¿Su paranoia estaba justificada? ¿Estaba Grado Cero realmente vigilándolo, o era solo la culpa o el miedo de un hombre que sabía demasiado?

El Sistema seguía siendo una caja negra. La guiaba, la recompensaba, la castigaba, pero sus motivos finales eran un misterio. Sin embargo, ahora parecía haber una convergencia. La misión del Sistema para obtener el datapad de Thorne la llevaba directamente hacia las sombras de su propio pasado. Era demasiado conveniente para ser una simple coincidencia.

Se puso una capucha oscura, asegurándose de que su rostro quedara en sombra. Comprobó la carga de su datapad y del escáner de Jax. Afuera, el ciclo oscuro de Neo-Veridia estaba en su apogeo. Las luces de los niveles superiores brillaban como estrellas frías e inalcanzables sobre los abismos de los sectores inferiores.

Salió de su cubículo, dejando atrás la única semblanza de hogar que tenía. Se movió a través de las calles y callejones familiares, pero su destino esta noche estaba mucho más allá, en las alturas vigiladas del Sector Beta.

Finalmente, llegó al borde del sector. La arquitectura aquí era más limpia, más nueva. El aire olía menos a contaminación y más a jardines artificiales y aire acondicionado reciclado. Las patrullas de seguridad eran más frecuentes, sus uniformes más pulcros, sus armas más modernas. Luces brillantes barrían las calles impecables.

Levantó la vista hacia la silueta imponente del Edificio Caelus, una torre de cristal y acero que se elevaba hacia el cielo nocturno de Aethelgard. Piso 47. Silas Thorne. El datapad. Y quizás, algunas respuestas.

Respiró hondo, el aire frío llenando sus pulmones. El miedo era una corriente helada bajo su piel, pero la determinación era un fuego más intenso. Activó el escáner de Jax, la pequeña pantalla cobrando vida con un espectro de frecuencias locales. Era hora de entrar.

Se deslizó hacia las sombras de un callejón de servicio, buscando la entrada al sistema de gestión de residuos. La infiltración había comenzado.

Fin del Capítulo 9.