Capítulo 31: Elara - El Riesgo Calculado

El guardia armado había desaparecido tan rápido como había aparecido, pero su imagen persistía en la mente de Elara, una advertencia tangible de la verdadera naturaleza del complejo. Esperó, inmóvil, durante varios minutos largos y tensos, aguzando el oído y la vista, intentando detectar cualquier otro signo de la patrulla. Silencio. Solo el viento gimiendo a través del metal y el zumbido distante de la maquinaria desconocida.

¿Se había ido? ¿O simplemente estaba esperando, oculto, observando?

Abortar la misión era la opción segura. Volver al deslizador, salir del Sector Kappa, quizás intentar volver a Neo-Veridia y buscar otra forma de obtener información. Pero la imagen de Maya, la urgencia implícita en el límite de tiempo del Sistema para encontrarla, y la sensación de que estaba cerca de algo importante la retuvieron. Había llegado demasiado lejos para retirarse ante el primer obstáculo real.

Buscar otra ruta parecía igualmente arriesgado. Había dedicado tiempo a encontrar el punto débil del conducto. Cualquier otra opción probablemente estaría mejor vigilada o requeriría más tiempo y exposición para encontrarla y explotarla.

Quedaba la tercera opción: continuar con el plan del conducto, pero con extrema precaución, asumiendo que podría haber guardias cerca de la entrada interior. Era un riesgo calculado. Su Sigilo Nivel 3 era bueno. Tenía el elemento sorpresa (ellos no sabían que ella estaba allí, o eso esperaba). Y tenía la pistola PPS si las cosas se ponían feas, aunque usarla casi garantizaría una alerta masiva.

Decidió continuar. La información y la posibilidad de encontrar a Maya superaban el riesgo inmediato, por poco.

Esperó otros cinco minutos en completo silencio. Nada. O la patrulla se había movido a otra zona, o eran increíblemente pacientes y bien entrenados. No podía esperar indefinidamente. Tenía que moverse.

Se deslizó desde detrás del montículo, usando cada sombra, cada trozo de escombro como cobertura, acercándose a la salida del conducto de drenaje. El hedor que emanaba de él era nauseabundo incluso a través de los filtros de su traje. Llegó a la rejilla corroída. Estaba pesada y atascada. Usó su multiherramienta como palanca, aplicando presión lenta y constante para minimizar el ruido. Con un chirrido metálico que sonó como un grito en el silencio, la rejilla cedió lo suficiente para que ella pudiera deslizarse por debajo.

El interior del conducto era oscuro, húmedo y apestaba a una mezcla de aguas residuales químicas y algo orgánico en descomposición. El suelo estaba cubierto por una capa de lodo espeso y pegajoso. Avanzó agachada, moviéndose lo más silenciosamente posible, sus botas chapoteando suavemente en el lodo. La luz del exterior se desvaneció rápidamente, sumergiéndola en la oscuridad que solo sus gafas de visión nocturna podían penetrar.

El conducto era más largo de lo que parecía desde fuera. Avanzó durante lo que parecieron diez minutos, el único sonido era su propia respiración filtrada y el goteo ocasional de algún líquido desconocido desde el techo del conducto. Revisaba constantemente el escáner de Jax: ninguna señal electrónica inusual aquí dentro, por ahora.

Finalmente, vio una tenue luz al final del conducto y la silueta de otra rejilla: la entrada interior al complejo. Se detuvo a unos metros de distancia, agazapada en la oscuridad, y observó.

La rejilla daba a lo que parecía ser un sótano o nivel de servicio del complejo, una sala grande y cavernosa llena de tuberías, tanques y maquinaria antigua cubierta de polvo. La iluminación era mínima, solo unas pocas luces de servicio parpadeantes. No vio al guardia que había avistado antes, ni a nadie más. Pero eso no significaba que no estuvieran cerca.

Necesitaba salir del conducto sin ser vista. La rejilla interior también parecía asegurada. Se acercó sigilosamente. Esta cerradura era electrónica, un modelo simple pero probablemente conectado a algún sistema de alarma central. Usó su habilidad de Seguridad de Redes Nv. 2 para sondearla a través de su datapad. Detectó el protocolo de bloqueo y el enlace al sistema de alarma. No podía desactivar la alarma remotamente desde aquí, pero identificó una forma de puentear físicamente el sensor de la rejilla antes de abrir la cerradura, para que el sistema no registrara la apertura como una brecha.

Con herramientas de precisión de su kit, manipuló los finos cables detrás del panel de control de la cerradura, creando el puente temporal. Luego, usó una ganzúa electrónica para anular la cerradura. Otro clic suave. La rejilla estaba abierta, y la alarma (con suerte) no había sonado.

Contuvo la respiración y empujó la rejilla lentamente hacia adentro lo suficiente para poder ver mejor la sala. Nada se movió. Salió al suelo de permacreto polvoriento con la máxima cautela, su pistola PPS ahora en la mano, lista pero con el seguro puesto. Se pegó inmediatamente a la sombra de un gran tanque metálico, barriendo la sala con la mirada y el oído.

Silencio. Demasiado silencio.

Empezó a moverse por la sala, de cobertura en cobertura, dirigiéndose hacia una puerta al otro lado que parecía llevar a los niveles superiores. Pasó junto a tanques de procesamiento químico vacíos, paneles de control muertos cubiertos de polvo, maquinaria silenciosa... todo hablaba de abandono. Pero las luces de servicio funcionaban. Y el guardia había estado aquí. Algo no cuadraba.

Fue entonces cuando lo notó. Un ligero olor en el aire, casi imperceptible bajo el polvo y los químicos residuales. El mismo olor dulzón y químico que había encontrado en el apartamento de Thorne. Gas neurotóxico. Pero aquí era muy débil, casi disipado. ¿Lo habían usado recientemente? ¿O era un residuo permanente de las antiguas operaciones del complejo?

La interfaz del Sistema permaneció en silencio. No había suficiente concentración para disparar una advertencia. Pero para Elara, era una señal de alarma roja brillante. Este lugar era peligroso de maneras que iban más allá de los guardias armados.

Llegó a la puerta del otro lado de la sala. Tenía una pequeña ventana de vidrio reforzado. Miró a través de ella. Daba a un pasillo funcional, mejor iluminado, con señales que indicaban "Laboratorios Ala Oeste" y "Zona de Contención". Estaba dentro de la parte operativa (o al menos, recientemente operativa) del complejo.

Y en el pasillo, vio movimiento. Dos figuras con uniformes tácticos oscuros, similares al que había visto antes, se alejaban por el pasillo, hablando en voz baja. No la habían visto.

Se retiró rápidamente a las sombras junto a la puerta. Tenía que decidir su próximo movimiento. ¿Seguir a los guardias? ¿Explorar en la dirección opuesta? ¿Intentar encontrar algún terminal de datos para obtener un mapa del complejo o información sobre Maya?

Mientras deliberaba, su mirada se posó en un panel en la pared cerca de la puerta. No era un panel de control estándar. Tenía un símbolo que reconoció con un escalofrío: el Árbol del Conocimiento Cósmico de Sphaera Cognita. Estaba parcialmente raspado, pero era inconfundible.

¿Qué hacía un símbolo de la organización de sus padres aquí, en un complejo supuestamente abandonado y ahora aparentemente operado por Grado Cero o sus asociados?

La necesidad de respuestas se intensificó, superando momentáneamente el miedo. Tenía que averiguar qué había en los Laboratorios del Ala Oeste o en la Zona de Contención. Tenía que entender la conexión.

Esperó a que el sonido de los pasos de los guardias se desvaneciera por completo. Luego, con la pistola lista y cada nervio en tensión, abrió la puerta y se deslizó hacia el pasillo principal. El corazón del misterio estaba cerca.

Fin del Capítulo 31.