El corredor de la Zona de Contención era un túnel de metal oscuro iluminado por el parpadeo errático de las luces rojas de emergencia. Las alarmas aullaban, un sonido penetrante que hacía vibrar los dientes. Elara tiraba de la mano de Maya, corriendo agachada, sus botas golpeando el suelo metálico. Detrás de ellas, los gritos y las órdenes de los guardias resonaban, cada vez más cercanos.
"¿Quién... quién eres?", jadeó Maya, tropezando ligeramente mientras intentaba seguir el ritmo frenético de Elara. "¿Saliste... del techo?"
"Soy Elara. No hay tiempo para explicaciones. ¡Corre!", instó Elara, lanzando una mirada por encima del hombro. Vio el destello de las linternas de los guardias doblando la esquina del corredor de donde habían venido.
Llegaron a una bifurcación. Izquierda o derecha. Elara consultó rápidamente el mapa fragmentado en su datapad. Ambas direcciones parecían llevar a más cámaras de contención o laboratorios de soporte. No había una salida clara indicada en este nivel.
"Sistema: ¿Ruta de escape más cercana? ¿Puntos débiles en la seguridad local?", pensó desesperadamente, aunque sabía que el Sistema rara vez ofrecía soluciones tan directas.
[Análisis de entorno en curso... Múltiples puntos de control activos. Rutas de evacuación estándar probablemente bloqueadas. Se detecta conducto de mantenimiento adyacente con baja señal energética, posible ruta alternativa. Probabilidad de éxito: Baja. Riesgo: Desconocido.]
Un conducto. De nuevo. Parecía ser su única opción constante. La interfaz superpuso una ubicación aproximada en su visión: una pared lateral a unos veinte metros por el corredor de la izquierda.
"¡Izquierda!", gritó Elara, cambiando de dirección bruscamente.
Oyeron disparos detrás de ellos. No eran balas, sino el chasquido agudo y el zumbido distintivo de los rifles de energía no letal que había visto portar a los guardias. Un proyectil energético impactó en la pared junto a ellos, dejando una marca chamuscada y llenando el aire con olor a ozono. Estaban disparando a ciegas o con muy mala puntería debido a la distancia y el movimiento, pero eso no duraría.
Llegaron a la sección de pared indicada por el Sistema. Era lisa, sin paneles obvios. Elara pasó el escáner de Jax. Detectó una junta fina, casi invisible, y un mecanismo de cierre magnético interno. Otra puerta oculta.
"¡Cúbrete!", le gritó a Maya, empujándola detrás de una protuberancia metálica en el pasillo. Sacó la cortadora de plasma de mano. Apuntó a la junta de la puerta oculta y activó la herramienta. El plasma chisporroteó silenciosamente, empezando a cortar el metal. Era desesperadamente lento.
Los disparos de energía se acercaban. Un proyectil pasó zumbando por encima de su cabeza. Escuchó a los guardias gritar órdenes. "¡Avancen! ¡Sujeto hostil con activo!"
El corte estaba a medio hacer. Demasiado lento. Necesitaba una distracción. Miró su inventario del Sistema. Tenía el núcleo cuántico, pero no podía usarlo. Tenía su pistola PPS, pero usarla revelaría su posición y probablemente no detendría a guardias con armadura táctica por mucho tiempo. Tenía... 27 PS.
"Sistema: ¿Opciones tácticas disponibles? Distracción, ocultación. Coste máximo 25 PS."
[Opciones Disponibles:]
[1. Granada de Humo Improvisada (Síntesis Temporal - requiere componentes básicos cercanos): Coste 15 PS.]
[2. Pulso Disruptor Sónico (Corto Alcance - afecta sistemas electrónicos básicos y tejido orgánico): Coste 20 PS.]
[3. Campo de Ocultación Temporal (Baja Efectividad contra Sensores Avanzados - Duración 30s): Coste 25 PS.]
El pulso sónico. Podría desorientar a los guardias y quizás afectar sus comunicadores o la electrónica de sus armas brevemente. Era su mejor opción.
"Comprar y activar: Pulso Disruptor Sónico."
[-20 PS. Pulso Sónico Activado. Radio: 5m. ¡Cúbrase!]
[PS: 7]
Elara se agachó detrás de la protuberancia junto a Maya, cubriendo sus oídos justo cuando una onda de presión subsónica, inaudible pero intensamente palpable, emanó de su posición. Sintió una vibración profunda en sus huesos, una náusea momentánea.
Oyó gritos de sorpresa y dolor ahogados desde el corredor. El sonido de los comunicadores se convirtió en estática. Los disparos cesaron.
Tenía unos segundos. Volvió a la puerta oculta, la cortadora de plasma trabajando a máxima potencia en el metal debilitado. Creó una abertura lo suficientemente grande para pasar justo cuando oía a los guardias empezar a recuperarse, tosiendo y maldiciendo.
"¡Maya, vamos!", agarró a la niña y la empujó a través de la abertura irregular hacia la oscuridad del otro lado. Se deslizó detrás de ella justo cuando un nuevo disparo de energía impactaba en el metal donde había estado.
Estaban en otro conducto de servicio, aún más estrecho y polvoriento que los anteriores. Detrás de ellos, oyó a los guardias intentando forzar o cortar la puerta oculta que ella acababa de atravesar. No tardarían mucho.
"¿A... adónde vamos?", susurró Maya, temblando, sus ojos enormes en la oscuridad verdosa de la visión nocturna de Elara.
"Lejos de aquí," respondió Elara, consultando de nuevo su datapad. Este conducto no estaba en los mapas fragmentados que tenía. Estaban fuera del territorio conocido. "Tenemos que seguir moviéndonos. Hacia arriba, si es posible. Lejos de la Zona de Contención."
Comenzaron a avanzar por el conducto desconocido. Era un laberinto de tuberías, cables y maquinaria silenciosa. El aire era viciado y olía a polvo antiguo. De vez en cuando, pasaban por delante de pequeñas ventanas de observación que daban a laboratorios oscuros y abandonados, llenos de equipos extraños cubiertos de lonas, o a salas que parecían haber sido dañadas por algún tipo de explosión o brecha de contención ocurrida mucho tiempo atrás. Vieron manchas oscuras y secas en el suelo y las paredes que Elara prefirió no identificar.
Este complejo no solo albergaba a Maya; tenía una historia oscura y peligrosa.
Mientras avanzaban, Elara intentó hablar con Maya en susurros. "¿Qué te hacían ahí dentro, Maya? ¿Qué es esa... energía?"
Maya negó con la cabeza, todavía asustada. "No lo sé... simplemente... pasa. Cuando me asusto o me enfado. Intentan detenerla. Duele."
"¿El Dr. Aris... te habló de ello? ¿Te explicó algo?"
"A veces. Dice que soy especial. Que tengo que aprender a controlarlo. Pero... no quiero. Solo quiero irme a casa." Lágrimas silenciosas empezaron a rodar por las mejillas de la niña.
Dr. Aris. El nombre seguía resonando. ¿Podría ser...?
Su especulación fue interrumpida por un nuevo sonido, diferente al de los guardias. Un sonido pesado, mecánico. Un clank... clank... clank rítmico que parecía venir de más adelante en el conducto, acercándose.
Elara detuvo a Maya, apagó sus gafas de visión nocturna y se pegó a la pared, aguzando el oído. El sonido se hizo más fuerte. Sonaba como metal sobre metal, pasos pesados y deliberados. Demasiado pesado para un humano.
Un tenue resplandor rojizo apareció al doblar una esquina del conducto más adelante. Un único ojo óptico rojo barrió la oscuridad. Pertenecía a una máquina. Un robot de seguridad, de aspecto pesado y funcional, no diseñado para la estética sino para la fuerza bruta. Probablemente un modelo antiguo de patrulla de mantenimiento o seguridad de bajo nivel, pero aun así, un obstáculo inesperado y potencialmente letal en el estrecho conducto.
Estaba bloqueando su camino. Y se acercaba.
Fin del Capítulo 36.