Capítulo 37: Elara - Acero Frío, Mente Rápida

El clank... clank... clank se acercaba, implacable. El ojo óptico rojo del robot de seguridad barrió la oscuridad del conducto, su haz de luz penetrando la visión nocturna de Elara como una daga. Era un modelo antiguo, de diseño funcional y pesado, probablemente relegado a patrullas de bajo nivel en estas secciones olvidadas del complejo, pero su tamaño y su obvia construcción metálica lo convertían en un obstáculo formidable en el espacio confinado.

Elara tiró de Maya hacia atrás, buscando la cobertura más cercana: una curva en el conducto y una maraña de cables gruesos que colgaban del techo. "¿Qué es eso?", susurró Maya, aterrada.

"Problemas," replicó Elara en voz baja. Evaluó la máquina rápidamente. No parecía tener armas de proyectiles obvias, pero sus brazos terminaban en lo que parecían ser pinzas o herramientas industriales pesadas, capaces de aplastar o cortar. Su blindaje parecía grueso. Dispararle con la PPS probablemente solo lo enfadaría y haría un ruido terrible.

El robot se detuvo a unos diez metros, su ojo rojo enfocándose en su posición general. Probablemente las había detectado por el sonido o por sensores térmicos/de movimiento básicos. Emitió un zumbido bajo y una voz metálica y sin inflexiones resonó en el conducto: Intrusos detectados en sector restringido. Permanezcan inmóviles. Unidad de seguridad en camino.

Genial. No solo era un obstáculo, también estaba llamando refuerzos. Tenían que pasar por él, y rápido.

Elara miró sus 7 PS restantes. No era suficiente para un impulso significativo ni para la mayoría de las asistencias del Sistema. Tenía que confiar en su ingenio y en el entorno.

Observó el techo del conducto sobre la posición actual del robot y un poco más adelante. Había una sección donde varios conductos más pequeños y pesadas tuberías de algún tipo (¿refrigerante? ¿desechos químicos?) convergían, sujetos por soportes metálicos que parecían corroídos por el tiempo y las filtraciones. Si pudiera debilitar esos soportes...

Era arriesgado. Podría causar un derrumbe que las bloqueara a ellas también, o liberar algo peligroso de las tuberías. Pero podría incapacitar al robot o al menos crear una distracción masiva.

"Maya," susurró Elara, "¿Puedes... puedes hacer eso de la energía otra vez? ¿Solo un poquito? Cuando yo te diga."

Maya la miró, asustada. "No sé cómo... ¡y duele!"

"Lo sé, lo sé. Solo si puedes. Si no, no importa," dijo Elara rápidamente. No podía forzarla. Volvió a mirar al robot, que empezaba a avanzar lentamente hacia ellas.

Sacó la cortadora de plasma de mano. Era lenta, pero precisa. Si pudiera cortar uno o dos de los soportes clave mientras el robot pasaba por debajo...

El robot avanzaba, clank... clank... clank. Elara esperó, agazapada, calculando el momento. Apuntó la cortadora hacia el soporte más corroído, justo encima del camino del robot.

"¡Ahora!", susurró, activando la cortadora.

El plasma chisporroteó silenciosamente contra el metal oxidado. Al mismo tiempo, quizás por el miedo o por la orden de Elara, Maya soltó un pequeño gemido y una débil oleada de energía azulada crepitó a su alrededor. No fue una explosión como la de la celda, sino más bien una interferencia estática.

El efecto fue inesperado. El ojo óptico del robot parpadeó erráticamente por un instante, como si la energía hubiera interferido con sus sensores. Se detuvo justo debajo de la sección que Elara estaba cortando.

La cortadora de plasma finalmente atravesó el soporte debilitado. Con un gemido metálico, la estructura cedió. Una lluvia de polvo, óxido, una tubería pesada y varios conductos menores se desplomaron directamente sobre el robot.

Hubo un estruendo metálico ensordecedor cuando los escombros impactaron contra el blindaje del robot. La máquina se tambaleó, su ojo óptico se apagó y volvió a encenderse erráticamente. Una de las tuberías rotas empezó a soltar un vapor espeso y sibilante que olía vagamente a amoníaco (afortunadamente, sus filtros de traje podían manejarlo).

El robot intentó moverse, pero su locomoción parecía dañada por el impacto o atrapada bajo los escombros. Emitió una serie de pitidos de error agudos y luego su voz metálica repitió, aunque con estática: Error... sistema... dañado... Alerta de intrusión... enviada...

Había enviado la alerta antes de quedar incapacitado. No tenían mucho tiempo.

"¡Vamos!", Elara agarró a Maya de nuevo y la guió rápidamente más allá del robot averiado y la nube de vapor químico. El camino por delante estaba despejado, por ahora.

Corrieron por el conducto, subiendo por otra escalera de servicio, siguiendo las señales que apuntaban vagamente hacia "Acceso Superficie - Rutas de Emergencia". El sonido de las alarmas generales del complejo parecía más fuerte ahora, y Elara estaba segura de que oía el eco distante de más botas corriendo por los corredores principales.

Estaban subiendo, acercándose a la superficie, pero también se estaban acercando a las fuerzas de seguridad que sin duda estarían convergiendo en todas las salidas conocidas. Necesitaban encontrar una salida discreta, una que no estuvieran esperando.

Mientras corrían, Elara miró a Maya. La niña seguía temblando, pero había una nueva chispa en sus ojos, una mezcla de miedo y asombro. "¿Lo... lo hice yo?", preguntó en voz baja.

"Nos ayudaste," respondió Elara con sinceridad. "Lo hiciste bien." No era el momento de analizar la naturaleza de ese poder, solo de usar cualquier ventaja que tuvieran.

Llegaron a otro nivel de servicio, este más cercano a la superficie, con ventanas altas y enrejadas que dejaban entrar la luz gris del exterior. Vieron una puerta al final del pasillo marcada como "Salida de Emergencia - Nivel Superficie". Era demasiado obvio. Probablemente estaría vigilada o bloqueada.

Elara escaneó el área con su datapad. Detectó una red de datos secundaria, probablemente para sistemas ambientales o de mantenimiento, con una seguridad más laxa. Usó su Hacking Nv. 1 para acceder. Buscó cualquier cosa inusual, cualquier salida no estándar.

Encontró una referencia a un antiguo "Conducto de Muestras Atmosféricas" que subía directamente al techo del edificio principal, usado originalmente para monitorizar las emisiones de la planta. Estaba marcado como "clausurado" y "sellado", pero el diagrama mostraba que terminaba en una pequeña caseta de monitorización en el tejado. Si podían llegar a esa caseta y bajar desde el tejado... era una ruta mucho menos probable que estuvieran vigilando.

La entrada al conducto clausurado estaba cerca, oculta detrás de un panel de acceso en ese mismo corredor.

"Cambio de planes," dijo Elara. "Vamos a subir."

Fin del Capítulo 37.