El tiempo en la tubería parecía haberse estancado, una melaza oscura medida solo por el goteo persistente del agua y el bajo zumbido constante que vibraba a través del hormigón. Elara permanecía sentada, con la espalda apoyada contra la pared curva y fría, luchando contra las oleadas de agotamiento que amenazaban con arrastrarla de nuevo a la inconsciencia. Cada músculo le dolía, su tobillo palpitaba sordamente bajo el vendaje apretado, y la ansiedad era un nudo frío en su estómago. Mantenía su atención fija en la figura inmóvil a su lado, la niña llamada Maya.
La chaqueta raída de Elara apenas servía para proteger a Maya del frío húmedo del refugio improvisado. Observaba el ritmo regular, aunque superficial, de la respiración de la niña, un signo vital que era a la vez un consuelo y una fuente de tensión. Cada pequeño movimiento de Maya en sueños –un leve giro de cabeza, un murmullo ininteligible– hacía que Elara contuviera la respiración, esperando, temiendo, el momento en que despertara. ¿Cómo reaccionaría? ¿Recordaría algo del complejo Kappa, de la huida frenética, de la aterradora Fusión de Punto de Ruptura? ¿Y cómo podría ella, Elara, con su propio Sistema roto y sus recursos casi inexistentes, manejar la situación?
El zumbido ambiental seguía allí, una presencia constante y enervante. Había intentado analizarlo, discernir algún patrón, alguna pista sobre su origen, pero era inútil. Su Sistema dañado apenas podía mantener sus funciones básicas, y mucho menos realizar análisis ambientales complejos, especialmente con la advertencia de "interferencia externa" parpadeando intermitentemente. Era solo otro elemento hostil en un entorno ya de por sí peligroso.
Fue un pequeño sonido, un quejido suave y lastimero, lo que finalmente rompió la monotonía tensa. Provenía de Maya. Elara se inclinó instintivamente, sus sentidos alerta. Los párpados de la niña temblaron, luego se agitaron más visiblemente. Otro gemido escapó de sus labios, este un poco más fuerte, cargado de miedo o dolor. Sus manos se movieron, aferrándose débilmente a la chaqueta de Elara que la cubría.
"Tranquila", susurró Elara, su propia voz sonando ronca y extraña en la quietud. "Estás a salvo". No estaba segura de si era verdad, pero era lo único que podía ofrecer.
Los ojos de Maya se abrieron de golpe. Eran grandes y oscuros, y en ese primer momento, estaban llenos de una confusión y un terror puros y desenfocados. Su mirada recorrió la oscuridad opresiva de la tubería, sin detenerse en nada, como si buscara algo que no estaba allí. Su respiración se aceleró, volviéndose superficial y entrecortada.
"¿Dónde...?", su voz era apenas un hilo, rasposa por el desuso y el miedo. "¿Las luces...? Duele..." Se encogió sobre sí misma, apartándose instintivamente de Elara, sus ojos moviéndose erráticamente.
En ese instante de pánico, Elara percibió de nuevo esa sutil perturbación en el aire alrededor de Maya, una sensación similar a la electricidad estática justo antes de una tormenta, aunque no vio ninguna luminiscencia esta vez. Fue acompañada por un parpadeo violento en su propia interfaz del Sistema.
[SISTEMA: ¡ADVERTENCIA! Fluctuación energética aguda detectada! Origen: Fragmento externo. Estabilidad del núcleo comprometida temporalmente.]
[Diagnóstico… RECALIBRANDO… 8% completado.]
El mensaje de error desapareció tan rápido como surgió, dejando la interfaz parpadeando débilmente como antes, pero el diagnóstico había retrocedido. El miedo de Maya estaba afectando directamente la energía de su fragmento, y eso, a su vez, desestabilizaba aún más el ya precario estado del Sistema de Elara.
"Shhh, tranquila, Maya", dijo Elara de nuevo, manteniendo su voz lo más suave y calmada posible, aunque su propio corazón latía con fuerza. Extendió una mano lentamente, con la palma abierta, en un gesto no amenazante. "No hay luces aquí. Estamos escondidas. Estás a salvo conmigo".
Maya la miró entonces, sus ojos finalmente enfocándose en el rostro de Elara. La confusión seguía allí, pero ahora se mezclaba con el reconocimiento y un miedo más profundo. "¿Tú...? Recuerdo... Correr... Gritos..." Su cuerpo temblaba visiblemente.
"Sí", asintió Elara con cuidado. "Huimos juntas. Del lugar malo. Te saqué de allí". Decidió no mencionar el complejo Kappa ni a Grado Cero por su nombre todavía. Demasiado pronto. Demasiado aterrador. "Mi nombre es Elara".
Maya la observó en silencio por un largo momento, su respiración aún agitada. Parecía estar procesando la información, conectando los fragmentos de memoria con la realidad actual: la oscuridad, el olor, la presencia de Elara. Lentamente, el temblor comenzó a disminuir ligeramente. "¿Escondidas?", repitió, la palabra llena de incertidumbre.
"Sí. En un lugar seguro por ahora", mintió Elara, o al menos, estiró la verdad. Seguro era un término muy relativo. "Nadie nos encontrará aquí de momento". Buscó en su mochila y sacó la media barrita nutritiva restante y la botella de agua casi vacía. "Debes tener hambre y sed".
Le ofreció la barrita y el agua. Maya dudó, mirando la comida con desconfianza antes de que el hambre pareciera ganar la batalla. Tomó la barrita con dedos temblorosos y le dio un mordisco pequeño y vacilante. Luego bebió un poco de agua, tosiendo ligeramente.
Mientras Maya comía en silencio, Elara aprovechó para observar el progreso (o la falta de él) del Sistema.
[SISTEMA: Diagnóstico… 9% completado. Estabilidad del núcleo: Crítica. Se recomienda minimizar fluctuaciones energéticas externas.]
«Minimizar fluctuaciones…» pensó Elara con amargura. «Significa mantener a Maya calmada. Genial.» La responsabilidad se sentía aún más pesada. No solo tenía que proteger a la niña físicamente, sino también manejar su estado emocional para evitar que su poder inestable causara más daño o atrajera atención no deseada.
"¿Qué es... ese ruido?", preguntó Maya de repente, su voz un poco más firme. Había dejado de comer y ladeaba la cabeza, escuchando.
Elara se tensó. "¿El ruido?"
"Sí", asintió Maya, sus ojos grandes fijos en Elara. "Como un... zumbido. Bajo".
Así que no era su imaginación. Maya también lo oía. Eso lo hacía más real, y potencialmente más amenazante. "¿Lo oyes claramente?", preguntó Elara, tratando de mantener la calma.
Maya asintió de nuevo. "Hace... que me duelan los dientes un poco".
Una reacción física. Eso era nuevo. ¿Era algún tipo de frecuencia subsónica? ¿Tecnología de Grado Cero diseñada para disuadir o detectar? ¿O simplemente una vieja maquinaria industrial con un efecto secundario extraño? No tenía forma de saberlo.
"Es solo... maquinaria vieja de por aquí", dijo Elara, intentando sonar convincente. "No es nada". Pero la mirada de incertidumbre en los ojos de Maya le dijo que no la había convencido del todo.
Elara miró sus escasos suministros: media barrita más, quizás dos sorbos de agua. Y el pequeño kit de primeros auxilios. No era suficiente. No podían quedarse en esa tubería indefinidamente. Con Maya despierta, las necesidades eran mayores. Necesitaba comida real, agua limpia, un lugar donde pudiera sentirse segura, no solo escondida.
La necesidad de actuar se volvió apremiante. Quedarse allí era una sentencia lenta. Moverse era increíblemente peligroso, especialmente con su tobillo lesionado y el Sistema inoperativo. Intentar contactar a Jax... el riesgo era enorme, tanto para ella como para él, pero parecía cada vez más la única opción viable para obtener ayuda o recursos. Y luego estaban el diario de su padre y el misterioso disco de datos. ¿Podrían contener alguna respuesta, alguna pista? Pero ¿cómo acceder al disco sin su habilidad de Hacking?
Sintió el peso del mundo sobre sus hombros. Miró a Maya, que había terminado la barrita y ahora la observaba con una mezcla de miedo y una incipiente confianza que resultaba casi dolorosa. La niña dependía completamente de ella.
"Descansa un poco más, Maya", dijo Elara suavemente, forzando una sonrisa tranquilizadora. "Tenemos que recuperar fuerzas. Luego pensaremos qué hacer".
Maya asintió lentamente y se acurrucó de nuevo, aunque sus ojos permanecieron abiertos, observando a Elara en la penumbra, escuchando el zumbido constante que llenaba el aire.
Elara se recostó también, la mente acelerada. El despertar de Maya había cambiado todo. La inacción ya no era una opción. Tenía que tomar una decisión, y pronto. El refugio seguro Nivel 1 parecía más lejano e inalcanzable que nunca.