La quietud en la tubería había cambiado desde que Maya despertó. Ya no era solo la quietud de un escondite, sino una quietud cargada de tensión silenciosa, de miedo compartido y de la presencia palpable de la niña traumatizada. Maya se había acurrucado de nuevo, envuelta en la chaqueta de Elara, pero sus ojos grandes y oscuros seguían abiertos, fijos en Elara o vagando por la penumbra opresiva, reaccionando con un leve sobresalto a cada goteo de agua o al persistente zumbido subsónico que ambas percibían.
Elara observaba a Maya, sintiendo una mezcla abrumadora de protección, culpa y una creciente desesperación. La niña era un espejo de su propia vulnerabilidad, pero también una responsabilidad inmensa. Cada respiración temblorosa de Maya, cada mirada asustada, subrayaba la precariedad de su situación. La media barrita nutritiva y los últimos sorbos de agua no eran más que un parche temporal. Necesitaban salir de allí. Necesitaban un plan real.
El Sistema de Elara seguía siendo una fuente de frustración más que de ayuda. La interfaz parpadeaba débilmente, mostrando el mismo 9% de diagnóstico completado. La advertencia sobre la interferencia del fragmento de Maya era un recordatorio constante de la delicada interconexión entre ellas y el peligro latente que representaba el poder incontrolado de la niña. Intentó de nuevo acceder a sus habilidades de Hacking o SegRed, con la vana esperanza de que alguna función se hubiera restaurado milagrosamente.
[SISTEMA: ERROR. Subsistema Hacking (B1) OFFLINE. Requiere reparación de integridad de núcleo.]
[SISTEMA: ERROR. Subsistema Seguridad de Red (B2) OFFLINE. Requiere reparación de integridad de núcleo.]
[Estado Habilidad Sigilo (B3): INESTABLE. Fiabilidad: 15%. Riesgo de retroalimentación sensorial.]
Nada. Seguía esencialmente ciega y desconectada, con su habilidad de Sigilo siendo más un riesgo que una ventaja. Y los 77 PS bloqueados seguían siendo una tortura visual, un poder inaccesible que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
«Entonces, ¿qué hacemos?», se preguntó, la pregunta rebotando en el silencio de su mente. Las opciones eran limitadas y todas terribles.
Opción 1: Quedarse. Esperar a que el Sistema se reparara solo (si es que podía), esperar a que los suministros aparecieran mágicamente, esperar a que Grado Cero se olvidara de ellas. Era la opción más pasiva y, probablemente, la más letal a largo plazo. La inanición, la enfermedad por el entorno insalubre o la captura eventual eran los resultados más probables.
Opción 2: Moverse. Intentar encontrar un refugio mejor, buscar suministros en las ruinas industriales o, el pensamiento más aterrador, intentar volver a los niveles inferiores de Neo-Veridia. Con su tobillo lesionado, la movilidad de Maya incierta y sin Sigilo fiable, moverse a la intemperie era como pintar una diana en sus espaldas. Cada esquina podía ocultar una patrulla de GC, drones de vigilancia o simplemente los peligros habituales de los baldíos.
Opción 3: Contactar a Jax. Era el único aliado potencial que conocía. Podría tener información, recursos, quizás incluso un lugar seguro temporal. Pero el riesgo era inmenso. Si GC la estaba buscando tan activamente, era casi seguro que Jax también estaría bajo vigilancia. Contactarlo podría llevarlos directamente a él, condenándolo. Y ¿cómo contactarlo sin acceso a la SegRed? Tendría que encontrar una terminal pública o un comunicador no rastreado, lo que implicaba moverse (ver Opción 2) y exponerse.
Opción 4: El diario y el disco. Podrían contener información crucial. El diario de su padre hablaba de Sphaera Cognita, del Sistema, quizás incluso de cómo manejar fragmentos inestables o de refugios ocultos. El disco de datos era un enigma, pero el símbolo grabado en él se sentía importante. Sin embargo, descifrar el diario requería tiempo y concentración, lujos que no tenían. Y leer el disco requería tecnología a la que no tenía acceso.
Se frotó las sienes, sintiendo un dolor de cabeza incipiente por la tensión y la falta de sueño. Miró a Maya. La niña se había quedado dormida de nuevo, pero era un sueño ligero y agitado, interrumpido por leves estremecimientos. Su fragilidad era el factor decisivo. No podía arriesgarse a que se debilitara más por falta de comida y agua, ni a que sufriera un colapso emocional o energético en este agujero húmedo y oscuro.
«Tenemos que movernos», decidió con una pesadez en el corazón. Quedarse era rendirse. Tenían que intentarlo, por pequeña que fuera la posibilidad de éxito. Pero ¿hacia dónde? ¿Y cómo?
Primero, el tobillo. Necesitaba poder moverse mejor. Revisó el vendaje; estaba apretado y ofrecía algo de soporte, pero el dolor seguía siendo intenso. Recordó haber visto algunos restos de tuberías metálicas más pequeñas cerca de la entrada. Quizás podría improvisar una especie de férula o un bastón rudimentario.
Segundo, Maya. No podía cargarla largas distancias en su estado actual. Tendría que caminar, pero ¿podría hacerlo? ¿Estaba lo suficientemente recuperada físicamente? ¿Y cómo manejaría el miedo y el trauma del exterior? Tendría que prepararla, explicarle, ser paciente.
Tercero, el destino. Volver a Neo-Veridia parecía la opción más lógica a largo plazo, a pesar de los peligros. Allí había más posibilidades de encontrar recursos, información, quizás incluso a Jax si podía hacerlo de forma segura. Pero era un viaje largo y expuesto. Quizás un objetivo intermedio sería mejor: encontrar un edificio abandonado menos expuesto, con mejor acceso a agua de lluvia quizás, más defendible. Un "Refugio Seguro Nv. 0.5", por así decirlo.
Cuarto, el momento. Moverse durante el ciclo "diurno", aunque la luz fuera tenue, probablemente era más arriesgado en términos de visibilidad. Moverse durante el ciclo "nocturno" ofrecía más oscuridad, pero también aumentaba los peligros desconocidos y dificultaba la navegación. Quizás el amanecer o el atardecer, esos momentos de transición lumínica, serían la mejor apuesta.
Mientras sopesaba estas terribles opciones, sus dedos rozaron el diario de Thorne en la mochila. Lo sacó de nuevo, abriéndolo en una página marcada por una esquina doblada. Era una entrada que había leído superficialmente antes, pero que ahora parecía resonar de manera diferente.
"…la red de Sphaera Cognita no era solo digital. Thorne había insistido en la redundancia física. Puestos de avanzada ocultos, caches de suministros codificados, protocolos de emergencia analógicos. El 'Protocolo Aurora' no se refería solo a la activación del Sistema, sino a la red de seguridad subyacente para los portadores iniciales. El símbolo del Árbol Cósmico no era solo un logo; era una clave cartográfica si se superponía a mapas energéticos específicos de Aethelgard. Puesto Kilo, cerca del antiguo sector industrial de Neo-Veridia, debería seguir operativo si los protocolos de energía de respaldo funcionaron…".
Puesto Kilo. Cerca del antiguo sector industrial. ¡Estaban en el antiguo sector industrial! ¿Podría ser que uno de esos puestos de avanzada estuviera cerca? ¿Un refugio real, con suministros, quizás incluso con tecnología para leer el disco o estabilizar el Sistema? El símbolo del Árbol Cósmico… lo recordaba vagamente de las pertenencias de su padre. Era complejo, diferente al símbolo del disco de datos. ¿Pero podría haber alguna conexión?
Era una esperanza tenue, casi desesperada, basada en una entrada críptica de un diario viejo. Pero era más que nada. Era un posible destino. Un objetivo tangible más allá de la simple supervivencia inmediata.
Miró a Maya, que se había despertado de nuevo y la observaba en silencio.
"Maya", dijo Elara, tratando de infundir en su voz una confianza que no sentía. "¿Cómo te sientes? ¿Crees que podrías caminar un poco? Tenemos que buscar un lugar mejor".
Maya la miró, sus ojos reflejando miedo, pero también una chispa de determinación infantil. Asintió lentamente. "Puedo... intentarlo. ¿A dónde vamos?"
"Creo que sé de un lugar", dijo Elara, aferrándose a la esperanza que le ofrecía el diario. "Un lugar seguro que mi padre… que alguien preparó hace tiempo. Puede que esté cerca. Pero tenemos que ser muy cuidadosas. Y muy silenciosas".
Intentó activar su Sigilo de nuevo, solo para probar. La interfaz parpadeó, y sintió una leve oleada de desorientación, como si el mundo se inclinara por un instante.
[Estado Habilidad Sigilo (B3): INESTABLE. Activación fallida. Efecto secundario: Desorientación leve.]
Inútil. Tendrían que confiar en la cobertura física y en la suerte.
"De acuerdo", dijo Elara, tomando una respiración profunda. "Primero, necesito arreglar algo para mi pie. Luego, esperaremos a que la luz empiece a bajar un poco más. Y entonces, nos iremos de aquí".
La decisión estaba tomada. El peso seguía siendo inmenso, los riesgos aterradores, pero ahora tenían un rumbo, por incierto que fuera. Buscar el Puesto Kilo. Era una apuesta desesperada en la oscuridad, pero era mejor que esperar el final en esa tubería maloliente.