Capítulo 60: Elara – El Umbral del Pasado

El aire alrededor de la puerta metálica vibraba con una energía palpable. El zumbido de baja frecuencia no era solo un sonido aquí, sino una presencia física, una presión sutil contra los tímpanos, una resonancia que parecía recorrer los huesos de Elara. La luz azulada que emanaba de los paneles en la base de la estructura parpadeaba con el mismo ritmo constante que el pulso subyacente del zumbido, iluminando débilmente el símbolo grabado sobre la puerta: el Árbol Cósmico de Sphaera Cognita.

Era real. Puesto Kilo. Un vestigio de la organización de sus padres, oculto en medio de la desolación industrial. La esperanza luchó contra el agotamiento y el miedo dentro de Elara. Este lugar podría ser su salvación: refugio, suministros, quizás incluso respuestas. Pero la puerta permanecía sellada, lisa e impenetrable, sin ninguna manija, cerradura o teclado visible. Solo el símbolo y la energía vibrante.

"¿Qué es ese dibujo, Elara?", preguntó Maya, su voz apenas un susurro. Señalaba el Árbol Cósmico con un dedo tembloroso. A pesar de su miedo, la curiosidad natural de la niña parecía haberse despertado por el misterio del lugar.

"Es... un símbolo antiguo", respondió Elara, sin saber cómo explicar Sphaera Cognita a una niña traumatizada. "Pertenecía a... gente que intentaba descubrir cosas importantes. Como mis padres". Miró el símbolo de nuevo. Las raíces profundas, el tronco fuerte, las ramas extendiéndose hacia el círculo que representaba el universo o el conocimiento. Hablaba de conexión, de crecimiento, de exploración. ¿Pero cómo se abría la puerta?

Su propio Sistema era casi inútil aquí. La fuerte interferencia electromagnética del lugar había detenido por completo el lento progreso del diagnóstico. La interfaz parpadeaba erráticamente, mostrando estática y mensajes de error ilegibles.

[SISTEMA: ¡¡ERROR CRÍTICO!! Campo EM externo superando umbrales de tolerancia. Integridad del núcleo comprometida. Subsistemas entrando en modo de protección de bajo nivel. Diagnóstico en pausa indefinida.]

[PS: 77 (BLOQUEADOS)]

Peor que inútil, el campo energético del Puesto Kilo parecía estar activamente interfiriendo con su ya dañado Sistema. No podía esperar ninguna ayuda de esa fuente. Tendría que confiar en la observación y la deducción, como antes.

Examinó la puerta y sus alrededores con la máxima atención. La superficie metálica era increíblemente lisa, sin uniones ni remaches visibles, como si estuviera hecha de una sola pieza o soldada con una tecnología muy avanzada. Los paneles luminosos azules en la base parecían ser la única característica interactiva, pero no tenían botones ni sensores obvios. El símbolo del árbol estaba grabado con precisión láser, no parecía un mecanismo.

¿Cómo entraban los miembros de Sphaera Cognita? ¿Una clave vocal? ¿Un dispositivo específico? ¿Algún tipo de identificación biométrica oculta?

Recordó la entrada del diario de su padre: "El símbolo del Árbol Cósmico no era solo un logo; era una clave cartográfica si se superponía a mapas energéticos específicos...". ¿Podría ser también una clave de acceso de alguna manera? ¿Quizás requería una firma energética específica, algo que solo un miembro o alguien con un fragmento del Sistema pudiera emitir?

Era una posibilidad. El Sistema, después de todo, era tecnología de Sphaera Cognita, o al menos estaba relacionado con ella. Pero su propio Sistema estaba dañado y bajo interferencia. ¿Podría hacer algo?

Concentró su voluntad, tratando de "sentir" la puerta a través de la interfaz neural, a pesar de las advertencias de error. Intentó proyectar una intención, una solicitud de acceso, enfocándose en el símbolo del árbol. Fue como gritar contra un huracán. La estática en su visión se intensificó, y sintió un dolor agudo y punzante detrás de los ojos, una retroalimentación negativa del Sistema luchando contra la interferencia. Tuvo que detenerse, jadeando.

"¿Estás bien?", preguntó Maya, preocupada.

"Sí... solo... es complicado", murmuró Elara, frotándose las sienes. Ese enfoque no funcionaría.

Quizás la clave no estaba en ella, o no solo en ella. Miró a Maya. La niña también era una portadora, su fragmento inestable pero potente. Y había reaccionado a las emociones de Maya antes. ¿Podría la propia presencia de Maya, o alguna emisión de su fragmento, interactuar con la puerta?

Era una idea peligrosa. La energía de Maya era inestable. Forzar una interacción podría ser desastroso. Pero la desesperación comenzaba a pesar más que la precaución.

"Maya", dijo Elara suavemente, arrodillándose frente a la niña para estar a su altura, a pesar del dolor en el tobillo. "Este lugar... creo que podría reconocer a gente como nosotros. Gente con... algo especial dentro". Intentó simplificarlo lo máximo posible. "Quiero que te acerques a la puerta conmigo. No tienes que hacer nada, solo estar cerca. ¿De acuerdo?"

Maya dudó, mirando la puerta vibrante y los paneles azules con aprensión. Pero asintió. "Si tú lo dices".

Elara se puso en pie, apoyándose en la muleta, y tomó suavemente la mano de Maya. Juntas, dieron los últimos pasos hasta quedar directamente frente a la puerta metálica. El zumbido pareció envolverlas, la vibración resonando en sus cuerpos. La luz azul de los paneles inferiores bañaba sus rostros.

Esperaron. Un segundo. Diez segundos. Un minuto.

Nada cambió. La puerta permaneció sellada. El zumbido continuó su pulso constante.

La decepción fue un golpe físico para Elara. Había apostado tanto a esta posibilidad, a este lugar. ¿Y si simplemente no podían entrar? ¿Y si el puesto estaba abandonado, sin energía, o la puerta dañada?

Fue entonces cuando Maya habló, su voz apenas audible por encima del zumbido. "El árbol... está triste".

Elara la miró, confundida. "¿Triste? ¿Qué quieres decir?"

"El dibujo", dijo Maya, señalando de nuevo el Árbol Cósmico. "Se siente... solo. Frío. Como... como me sentía yo en el lugar malo".

Elara se quedó sin palabras. ¿Estaba Maya sintiendo algo? ¿Una especie de empatía energética con el símbolo, con el lugar? Era una idea extraña, pero la conexión de Maya con su propio fragmento parecía ser profundamente emocional.

"¿Puedes... sentir algo más?", preguntó Elara con cautela.

Maya cerró los ojos, concentrándose. Su pequeña mano apretó la de Elara con fuerza. "Está... dormido. Esperando. Necesita... calor. Como... un abrazo".

¿Calor? ¿Un abrazo? Las palabras infantiles eran confusas, pero quizás contenían una clave metafórica. ¿Necesitaba la puerta algún tipo de... input energético? ¿Una señal de vida, de conexión?

Elara recordó la Fusión de Punto de Ruptura, la forma caótica en que sus Sistemas se habían conectado brevemente. Había sido doloroso, peligroso, y había dañado su interfaz. Pero también había sido una conexión poderosa. ¿Necesitaba la puerta sentir esa conexión, esa resonancia entre fragmentos?

Miró a Maya, luego a la puerta. Era un riesgo aterrador. Intentar conectar sus Sistemas de nuevo, aunque fuera mínimamente, podría ser desastroso con su interfaz dañada y la energía inestable de Maya, especialmente en medio de este campo de interferencia. Pero ¿qué otra opción tenían?

"Maya", dijo Elara, su voz tensa. "Recuerdas cuando... nos conectamos antes? Cuando todo se volvió brillante y ruidoso?"

Maya asintió, sus ojos se abrieron de golpe con un destello de miedo al recordar.

"Necesito que intentemos hacer algo parecido", continuó Elara, tratando de mantener su voz calmada. "Pero muy, muy suavemente esta vez. Solo... piensa en mí. Piensa en estar conectada conmigo. Como si me dieras la mano, pero... por dentro. Y piensa en el árbol, en darle... calor".

Era una instrucción vaga y peligrosa, basada en la interpretación de una niña traumatizada. Pero era lo único que se le ocurría.

Maya la miró, asustada pero confiada. Respiró hondo y cerró los ojos de nuevo.

Elara también cerró los ojos, ignorando las protestas de su Sistema y el dolor en su cuerpo. Se concentró en Maya, en el vínculo que sentían, en la resonancia latente entre sus fragmentos del Sistema. No intentó forzar nada, solo... alcanzar, conectar, compartir una intención de apertura, de solicitud, dirigida a la puerta, al árbol. Y pensó en la descripción de Maya: calor. Proyectó una sensación de calidez, de vida, de presencia compartida hacia el símbolo frío.

Por un momento, no pasó nada. Solo sintió la estática creciente de su propio Sistema fallando y la tensión palpable de la concentración de Maya.

Entonces, un cambio sutil ocurrió. El zumbido constante que las envolvía pareció cambiar de tono, volviéndose ligeramente más agudo, más armónico. La luz azul de los paneles inferiores brilló con más intensidad, ya no parpadeando, sino emitiendo un resplandor estable y brillante.

Y en el centro de la puerta metálica, justo donde estaba el tronco del Árbol Cósmico, una fina línea de luz blanca apareció, extendiéndose silenciosamente hacia arriba y hacia abajo, dividiendo la puerta en dos. Con un susurro casi inaudible de mecanismos ocultos, las dos mitades de la puerta comenzaron a deslizarse suavemente hacia los lados, abriéndose hacia la oscuridad del interior.

Habían abierto la puerta.