El peinado de Kyle finalmente estaba listo, y mientras contemplaba su reflejo, rezó en silencio a Dios, agradecido de que el barbero no hubiera masacrado su cabello como un verdugo descuidado.
El escepticismo que Kyle había sentido antes persistía mientras pensaba: «¿Cómo puedes ser barbero cuando eres calvo? Ni siquiera tienes pelo para peinar, entonces ¿cómo sabes peinar a otros?»
Pero todas sus dudas se desvanecieron en el momento en que vio su nuevo look en el espejo.
—...Y eso es todo, terminado —dijo el barbero calvo con una sonrisa, haciéndose a un lado para que Kyle admirara el trabajo finalizado.
La mandíbula de Kyle cayó mientras se miraba a sí mismo. No podía creer lo que estaba viendo. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente confiado.